No hace falta dedicar mucho tiempo en Google o en Ebay para encontrar todo un mercado negro de reliquias cristianas en Internet. Algunas son vendidas por ingentes cantidades de dinero y son falsas en su mayoría. Sin embargo, su puesta en circulación es una práctica vigente que se suma a su adquisición por gurús esotéricos y sincretistas. Y mientras, continúan las apariciones de otras nuevas en yacimientos arqueológicos y parroquias.
Por todo ello, no es raro que la Santa Sede publicase en 2017 un documento regulando su uso y custodia, su exposición para la veneración pública, la autenticidad de las mismas y, especialmente, prohibiendo su comercialización, «absolutamente prohibido así como su exposición en lugares profanos o no autorizados».
El mismo documento llamaba la atención sobre la autenticación, que requiere de multitud de conocimientos en varias disciplinas como la historia, restauración, paleografía o el conocimiento de idiomas -especialmente el latín-, entre otros.
En este contexto, los investigadores especializados en el descubrimiento, restauración y autenticación de reliquias podrían contarse con los dedos de una mano en extensas regiones geográficas: en Estados Unidos, con casi 18.000 parroquias, solo hay cinco.
«El verificador»
Y Sean Pilcher es uno de ellos. En no pocos medios y blogs se le conoce por su «excepcional cualificación» para la verificación de reliquias.
Probablemente, su contribución nunca sea lo suficientemente reconocida. En menos de diez años ha verificado cientos de reliquias de la talla de Santo Tomás, San Lorenzo o incluso un fragmento de la Vera Cruz.
Y lo más sorprendente: Pilcher, feligrés de la parroquia de Todos los Santos, en Minneapolis, tiene solo 28 años.
Entrevistado por The Catholic Spirit, este joven investigador cuenta que a día de hoy es su modo de vida.
Comenzó a interesarse por las reliquias en la Universidad de St. Louis, donde cursó Estudios Católicos y cinco idiomas, latín, griego, italiano, alemán y ruso. Su primer «cara a cara» con las reliquias fue junto a un anciano sacerdote que estaba perdiendo la vista y solicitó su ayuda.
Fue el comienzo de su camino de investigación que pronto le permitió a trabajar por su cuenta con los materiales que le dio su primer mentor y otros sacerdotes de la Universidad.
El hogar de Sean Pilcher, su cuartel general como investigador, que alberga decenas de reliquias.
De un proyecto a otro, dio con «Sacra», un apostolado dedicado a promover la veneración de estos sacramentales a través del trabajo con comunidades religiosas, diócesis y archivos para identificar, documentar, autenticar y reparar reliquias. Hoy, Pilcher es el director de esta iniciativa.
Un misterioso descubrimiento digno de Indiana Jones
La intrigante labor de Pilcher permite considerarle algo parecido al «Indiana Jones» de las reliquias.
En uno de sus últimos post en Sacra, relata el hallazgo de unas reliquias ocultas en una caja sellada por el primer arzobispo de Minneapolis en 1884 y situadas en una misteriosa caja de metal bajo el altar mayor. Un año que Pilcher recuerda por efemérides como la finalización del monumento a George Washington en DC (entonces la estructura más alta del mundo), la célebre condena del Papa León a la masonería en Humanum Genus o la publicación de los borradores del Oxford English Dictionary.
Llenos de emoción y curiosidad, Sacra organizó una apertura solemne de la caja por el entonces obispo auxiliar Michael John Izen, nombrado en enero de este año para las diócesis de St. Paul y Minneapolis.
Pilcher recuerda que la habitación se quedó en silencio, los nervios eran palpables y todos los presentes observaron cómo se cortaban los hilos y se levantaba con cuidado la tapa de la caja.
«¡En el interior había un decreto frágil y sucio, pero legible! Se leyó el decreto en voz alta y las reliquias, meticulosamente etiquetadas por el Vaticano cien años antes, fueron retiradas con cautela. El contenido de la caja era exactamente lo que se esperaba: un decreto claramente conservado (¡en papel de cuaderno!). Junto al decreto estaban las reliquias conservadas de tres mártires romanos: Pirimus, Margarita y Vincentia», relata el investigador.
Los pergaminos descubiertos por Pilcher, referidos a las reliquias de mártires romanos.
Tras la ceremonia, Sacra supervisó el regreso de las reliquias a su caja original, que se volvió a sellar con las reliquias en su interior, colocadas en recipientes individuales, y depositada en el lugar donde fueron halladas, con los santos nuevamente velando por la parroquia.
500 reliquias por año: San Juan Damasceno, mártires romanos…
El de estos mártires es solo uno de sus múltiples hallazgos y dedicaciones.
Este especialista reconoce que solo el año pasado trabajó en el análisis, limpieza y autenticación de más de 500 reliquias. Entre sus trabajos más destacados, no pocos son de corte internacional y por sus manos han pasado grandes santos de la Iglesia: ha descubierto una de San Juan Damasceno, restauró las de bajo petición del vicario general de Roma, autenticó un fragmento de la Vera Cruz bajo pedido de un sacerdote del Colegio Norteamericano de Roma y actualmente trabaja autenticando las de Santo Tomás de Aquino.
Fe, devoción, trabajo y hobby personal se entremezclan en Pilcher en el mundo de las reliquias, cuya veneración esconde «un anhelo por el bien que nos precedió, por las cosas que nos recuerdan a los seres queridos fallecidos».
«Las cosas a las que nos aferramos nos dicen quienes somos. La Iglesia reconoce este anhelo profundo y lo eleva», comentó al recordar la reliquia de Santa Inés que Santo Tomás de Aquino acostumbraba a llevar encima.
Para Pilcher, la veneración de estos sacramentales «nos recuerda que el alma en el Cielo también está incompleta hasta que se una al cuerpo. Una persona en el Cielo sigue estando verdaderamente conectada al cuerpo en la tierra. Por tanto, la obra de los santos realizada en el Cielo también se realiza aquí en la Tierra».
Mucho más que «sentimentalismo»: «Elevan la mirada al Cielo»
Sin embargo, advierte de que la veneración de las reliquias nada tiene que ver con un simple sentimentalismo.
La veneración es, en esencia, «una práctica bíblica. En el Nuevo Testamento, los fieles traían telas para tocar a San Pablo y llevarlas a los enfermos, y la mera sombra de San Pedro curaba a los enfermos. Desde los primeros días de la persecución, los cristianos han arriesgado su propia seguridad para recuperar los huesos de los mártires».
Y por encima de ello, menciona el significado último de la veneración de reliquias y de su propio trabajo, que trasciende la satisfacción personal de resolver los misterios que esconden reliquias no datadas u ocultas.
«Nosotros no adoramos las reliquias de los mártires, pero sí honramos a aquellos que fueron mártires de Cristo para poder adorarlo a El. Honramos a los siervos para que el respeto que les tributamos se refleje en su Señor», concluye citando a San Jerónimo: «Las reliquias nos arraigan firmemente en la tierra y fijan nuestros ojos en el Cielo«.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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