Hemeroteca Laus DEo16/10/2019 @ 10:00
Era tal el amor que el Padre Pío sentía por las Almas que padecen en el Bendito Purgatorio, que a los pocos meses de haber sido ordenado sacerdote, se sentó a escribir al Padre Benedetto, su Director Espiritual, con el que podía compartir todos los anhelos del alma sin temor al rechazo o incomprensión:
«Ahora mi querido Padre, quiero pedir vuestro permiso para algo. Hace ya un tiempo que he sentido la necesidad de ofrecerme al Señor como víctima por los pobres pecadores y por las Almas del Purgatorio. Este deseo ha estado creciendo continuamente en mi corazón, hasta el punto de que ahora ha llegado a ser, lo que llamaría una fuerte pasión.
He hecho este ofrecimiento al Señor varias veces, suplicándole que derrame sobre mí el castigo preparado para los pecadores y por las Almas del Purgatorio, aun aumentándolas cien veces más para mí, siempre que Él convierta a los pecadores y rápidamente admita al Paraíso a las Almas del Purgatorio. Pero ahora me gustaría hacer esta ofrenda de mí mismo al Señor en obediencia a usted o en otras palabras por orden suya. A mí me parece que Jesús realmente quiere esto. Estoy seguro de que usted no tendrá dificultad en concederme este permiso.» (1)
El Padre Benedetto, conmovido por los buenos deseos del joven sacerdote, no quiso demorarse en la respuesta y le concedió el permiso para ofrecerse a Dios como víctima por los pecadores y por las Almas del Purgatorio:
«Haga el ofrecimiento del cual usted me habla y será el más aceptable al Señor. Extienda sus brazos también sobre la Cruz y al ofrecer al Padre el sacrificio de sí mismo en unión con el Amantísimo Salvador, sufra, quéjese y ruegue por los pecadores de la tierra y por las pobres Almas en la otra vida que tanto merecen de nuestra compasión en sus sufrimientos pacientes e indecibles.» (2)
NOTAS ACLARATORIAS
1 – Carta del 29 de Noviembre de 1910
2 – Carta del 1 de Diciembre de 1910.
Tomado de http://sicutoves.blogspot.com/
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