En el viaje que este domingo ha realizado el Papa Francisco a Venecia se ha reunido con los artistas que participan en la conocida Bienal, a los que ha pedido que convertir el arte en una “ciudad refugio” para librar al mundo del egoísmo y el rechazo del otro.
Tal y como recoge Vatican News, Francisco señaló que la imagen de la «ciudad de refugio» está tomada del código deuteronómico. Y añadió que es una institución bíblica «destinada a impedir el derramamiento de sangre inocente y a moderar el ciego deseo de venganza, a garantizar la protección de los derechos humanos y a buscar formas de reconciliación».
“Sería importante que las diversas prácticas artísticas pudieran establecerse en todas partes como una especie de red de ciudades santuario, trabajando juntas para librar al mundo de las antinomias vacías y sin sentido que pretenden apoderarse del racismo, la xenofobia, la desigualdad, el desequilibrio ecológico y la aporofobia, este terrible neologismo que significa ‘fobia a los pobres’”, agregó el Santo Padre.
Es el egoísmo, prosiguió el Papa, «lo que nos hace funcionar como islas solitarias en lugar de archipiélagos colaborativos». El arte está llamado a ser una ciudad que «desobedece el régimen de violencia y discriminación para crear formas de pertenencia humana capaces de reconocer, incluir, proteger y abrazar a todos».
Y por ello, hizo este llamamiento: “Imaginen ciudades que aún no existen en el mapa. Ciudades donde ningún ser humano es considerado un extraño. Por eso, cuando decimos ‘extranjeros por doquier’, estamos proponiendo ‘hermanos en todas partes’”.
«Junto a ustedes no me siento un extranjero, me siento en casa”, dijo el Pontífice a los artistas a los que confió que había querido encontrarse con ellos en la Bienal para «corresponder a una visita, como es buena costumbre entre amigos». La referencia fue al encuentro en la Capilla Sixtina del pasado 23 de junio: «Ahora soy yo quien viene a su casa, para sentirme aún más cerca de ustedes y agradecerles lo que son y lo que hacen».
Francisco reflexionó sobre el título del pabellón: Con mis ojos. «Todos –observó – tenemos necesidad de ser mirados y de atrevernos a mirarnos a nosotros mismos. Jesús es el Maestro que mira a todos con la intensidad de un amor que no juzga, sino que sabe estar cerca y animar».
“El arte nos educa para este tipo de mirada, no posesiva, no cosificadora, pero tampoco indiferente o superficial; nos educa para una mirada contemplativa”
Por ello, el Santo Padre hizo un llamamiento urgente a los artistas «llamados a ir más lejos» y les pidió que distingan el arte del mercado: “Por supuesto, el mercado promueve y canoniza, pero siempre existe el riesgo de que ‘vampirice’ la creatividad, robe la inocencia y, finalmente, instruya fríamente sobre lo que hay que hacer”
“Espero de todo corazón que el arte contemporáneo pueda abrirnos los ojos, ayudándonos a valorar adecuadamente la contribución de las mujeres como coprotagonistas de la aventura humana”. A los artistas, el Pontífice les dejó una «pregunta que impulsa hacia el futuro», para guardarla en el corazón. Es la pregunta dirigida por Jesús a la muchedumbre, a propósito de Juan el Bautista: ¿Qué fueron a ver en el desierto?
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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