03/01/2025

El Papa, en el Te Deum de fin de año: «La esperanza de un mundo fraterno pasa por el Hijo encarnado»

El Papa presidió este martes 31 de diciembre un Te Deum de acción de gracias en la basílica de San Pedro con motivo de la celebración de las Vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios.

Francisco se ha centrado en su homilía en la celebración del Jubileo 2025, en el papel universal que está llamado a desempeñar Roma y en la importancia de la fraternidad.

«Ciudadanos, peregrinos, turistas y todos los que están de paso han vivido la fase típica que precede a un Jubileo, con la multiplicación de obras grandes y pequeñas. Esta tarde es el momento de una reflexión sapiencial, para considerar que todo este trabajo, además del valor que tiene en sí mismo -siempre que sea un trabajo digno-, ha tenido un sentido que corresponde a la vocación propia de Roma, a su vocación universal«, comenzó diciendo.

Vivir como hermano

«Roma está llamada a acoger a todos para que todos se reconozcan hijos de Dios y hermanos entre sí. Por eso, en este momento queremos elevar nuestra acción de gracias a Dios porque nos ha permitido trabajar, trabajar tanto, y sobre todo porque nos ha concedido hacerlo con este gran sentido, con este amplio horizonte que es la esperanza de la fraternidad«, añadió Francisco.

El Papa también formuló una serie de preguntas: «¿La esperanza de una humanidad fraterna es sólo un eslogan retórico o tiene un fundamento ‘rocoso’ sobre el que podemos construir algo estable y duradero? La Santa Madre de Dios nos da la respuesta mostrándonos a Jesús. La esperanza de un mundo fraterno no es una ideología, no es un sistema económico, no es un progreso tecnológico. No lo es. La esperanza de un mundo fraterno es Él, el Hijo encarnado, enviado por el Padre para que todos lleguemos a ser lo que somos, es decir, hijos del Padre que está en los cielos y, por tanto, hermanos entre nosotros», apuntó.

 

Puedes ver aquí íntegro el Te Deum y rezo de vísperas del Papa.

«Por eso, mientras admiramos con gratitud los resultados de la obra realizada en la ciudad, tomemos conciencia de cuál es la obra decisiva, la obra que nos compromete a cada uno de nosotros: es aquella en la que, cada día, dejaré que Dios cambie en mí lo que es indigno de un hijo, lo que no es humano, y en la que me comprometeré, cada día, a vivir como hermano y hermana de mi prójimo. Que nuestra Santa Madre nos ayude a caminar juntos, como peregrinos de la esperanza, por la senda de la fraternidad», concluyó.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»