23/12/2024

El Papa, en la misa de la Inmaculada: 3 facetas con que ella refleja «la belleza que salva al mundo»

Este 8 de diciembre, el Papa Francisco ha presidido la Santa Misa celebrada en San Pedro del Vaticano junto a los cardenales creados en el consistorio de este sábado. En la solemnidad de la Inmaculada, Francisco les dijo que lejos de ser «un mito, una doctrina abstracta o un ideal imposible», consiste en «la propuesta de un proyecto hermoso y concreto, el modelo plenamente realizado de nuestra humanidad a través del cual todos podemos contribuir para mejorar nuestro mundo».

A lo largo de su homilía, Francisco remarcó cómo los cristianos han tratado de representar el misterio del corazón inmaculado de María. Y de hecho, agregó citando a Pablo VI, «la Madre de Dios nos muestra lo que todos tenemos en el fondo del corazón: la imagen auténtica de la humanidad inocente, santa, porque su ser es todo armonía, candor, sencillez; así es María: todo armonía, candor, sencillez; es todo transparencia, amabilidad, perfección; es todo belleza».

La María hija, «joven, rica de fe, humilde y sencilla»

Francisco se detuvo para contemplar esa belleza de María en tres dimensiones, la de hija, esposa y madre.

Refiriéndose al primer aspecto que «hace que sea para nosotros cercana y familiar», Francisco remarcó cómo en el Evangelio se presenta a María «como una chica joven, rica de fe, humilde y sencilla», en cuya mirada «se refleja el amor del Padre y en cuyo corazón puro, la gratuidad y el agradecimiento, son el color y el perfume de la santidad».

La Virgen hija, explicó, «se nos muestra hermosa como una flor, crecida de manera desapercibida y finalmente lista para abrirse en la total entrega de sí. Porque la vida de María es un continuo donarse«.

La María esposa: «Fidelidad, lealtad y cuidado»

En segundo lugar, Francisco abordó la dimensión de María cómo esposa, contemplándola como «aquella que Dios eligió como compañera para su proyecto de salvación«. En este punto, la definió como una persona «fiable y estimada», a la que «el Señor le confía los tesoros más queridos y las misiones más importantes». Su belleza, dijo, «revela un nuevo aspecto: el de la fidelidad, la lealtad y el cuidado que caracterizan el amor recíproco de los esposos».

La María madre: «Escondida, alabada y al pie de la cruz»

En tercer lugar, valorando la maternidad de María, la situó «siempre presente junto a su Hijo, en todas las circunstancias de la vida», ya fuese en Caná, «escondida en la humildad, donde intercede por los esposos, en Cafarnaúm, donde es alabada por su escucha de la Palabra de Dios, o al pie de la cruz, donde el mismo Jesús nos la entrega como madre». En este aspecto de María, «el modo más común en que la representamos», es donde Francisco la consideró «hermosa en su fecundidad, en su saber morir para dar vida, en su olvidarse de sí misma para cuidar a quien, pequeño e indefenso, se aferra a Ella».

Frente a esta visión de María, Francisco la contrapuso a los males del presente, al valorar cómo hoy «el querer ser como Dios sigue hiriendo a la humanidad» y cómo «esta presunción de autosuficiencia no produce ni amor, ni felicidad»: «En efecto, quien exalta como conquista el rechazo de todo vínculo estable y duradero, no genera libertad. Quien le falta el respeto al padre y a la madre, quien no quiere hijos, quien considera a los demás como un objeto o como un fastidio, quien considera el compartir como una pérdida y la solidaridad como un empobrecimiento, no difunde alegría ni futuro».

Francisco, durante la misa de la Inmaculada de este 2024 en el Vaticano, junto a los cardenales por el creados en el consistorio de este 7 de diciembre. 

La Inmaculada, reflejo de la «belleza que salva al mundo»

Antes de concluir, el pontífice invitó a los presentes a implorar a María Inmaculada «que nos convierta y haga de nosotros una comunidad donde la filiación, la esponsalidad y la maternidad sean regla y criterio de vida; donde las familias se reúnan, los esposos compartan todo, los padres y las madres estén presentes, cercanos a sus hijos, y los hijos cuiden a sus padres». La Inmaculada, concluyó, representa «la belleza que salva al mundo«.

«Donde lo divino y lo humano se encuentran»

Después, durante el comentario al Evangelio y posteriores saludos tras el rezo del Ángelus, comenzó refiriéndose al «sí» de María al Arcángel como uno de los momentos más importantes de la historia de la humanidad. Una escena, dijo, «que suscita la mayor maravilla y emoción porque Dios, el Altísimo, el Omnipotente, por medio del Ángel dialoga con una joven de Nazaret, pidiéndole que colabore en su plan de salvación».

Francisco, durante el rezo del Ángelus y comentario del Evangelio, ante una Plaza de San Pedro adornada con el belén y el árbol recién inaugurados. 

Es por ello que habló de María como el punto en el que lo humano y lo divino se encuentran, pasando tras su «sí» de ser «una mujer de un pequeño pueblo de periferia… al centro de la historia: de su respuesta depende el destino de la humanidad, que puede volver a sonreír y a esperar, porque su destino ha sido puesto en buenas manos».

Destacó también el Papa como su respuesta al Arcángel muestra que en ella «no hay nada que ofrezca resistencia a su voluntad, que se oponga a la verdad y a la caridad».

«He aquí su bienaventuranza, que cantarán todas las generaciones. Alegrémonos también nosotros, porque la Inmaculada nos ha dado a Jesús, nuestra salvación«, celebró el pontífice.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»