El cuarto domingo de Adviento este año se solapa ya con la Nochebuena. El Papa ha dado «instrucciones navideñas» para los cristianos al comentar la lectura del Evangelio dominical desde la ventana del Palacio Apostólico durante el rezo del Ángelus.
Ser sombra que acompaña a los demás
El ángel le dijo a la Virgen María: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra«.
El Papa toma esas palabras para hablar de la sombra, que en países cálidos como Tierra Santa es algo bueno y que se agradece. Animó a los fieles a ser como esa sombra de consuelo para los que están tristes y solos o sufriendo.
«Pensemos en todos, pensemos en los marginados, en los que estos días están lejos de la alegría de la Navidad», dijo el Pontífice. Pensemos en todos con la bondad de Dios. Recuerden esta palabra: la bondad de Dios».
El Espíritu desciende sobre María… «Así es el modo de hacer de Dios», dijo el Papa, «actúa como un amor gentil que abraza, fecunda y custodia, sin hacer violencia, sin herir la libertad».
El Papa señaló otros pasajes bíblicos con sombras benefactoras: «Pensemos en la nube que acompaña al pueblo de Dios en el desierto (cf. Ex 13,21-22), o en la planta que con su ramaje protege del sol al profeta Jonás (cf. Gn 4,6-11) o de nuevo en la sombra del Omnipotente que custodia a quien le es fiel, de la que hablan los Salmos (cf. Sal 91,1)». Esa sombra habla de la gentileza de Dios. Es como si Él dijera a María, pero también a nosotros, señaló Francisco: “Estoy aquí para ti y me ofrezco como tu refugio y tu cobijo: ven bajo mi sombra, quédate conmigo”.
«Así se comporta el amor fecundo de Dios. Y ese amor lo podemos experimentar cada uno de nosotros, cuidando a los demás con amabilidad, entre nosotros. “Dios ama así y nos llama también a nosotros a hacer lo mismo: acogiendo, protegiendo y respetando a los demás», animó.
Pidió atender al otro «de manera delicada y discreta: escuchando, acompañando, visitando, haciéndonos también nosotros para los demás “sombra del Altísimo”. Preguntémonos entonces, en la víspera de Navidad: ¿Deseo dejarme envolver por la sombra del Espíritu, de la dulzura y de la mansedumbre de Dios, haciéndole un sitio en el corazón, acercándome a su perdón, a la Eucaristía?»
El Pontífice concluyó su alocución pidiendo a María que nos ayude a ser abiertos y acogedores ante la presencia de Dios, que con mansedumbre viene a salvarnos.
Afecto y sobriedad sin consumismo
Tras el rezo del Ángelus, el Papa deseó a todos «un buen domingo y una Nochebuena en la oración, en el calor del afecto y en la sobriedad». Y añadió: «Permítanme una recomendación: ¡no confundamos la celebración con el consumismo! Se puede – y como cristianos debemos – celebrar con sencillez, sin despilfarros, y compartiendo con quienes carecen de lo necesario o les hace falta la compañía».
También mencionó a los que sufren en varios países. «Estamos cerca de nuestros hermanos y hermanas que sufren por la guerra. Pensemos en Palestina, Israel, Ucrania», dijo.
«Pensemos también en quienes sufren la pobreza, el hambre y la esclavitud. ¡El Dios que tomó para sí un corazón humano infunda humanidad en el corazón de los hombres!«, añadió.
Y en italiano saludó a una «delegación de ciudadanos italianos que viven en territorios oficialmente reconocidos como altamente contaminados y que desde hace tiempo esperan su limpieza. Expreso solidaridad con estas poblaciones y espero que su voz sea escuchada», añadió.
Vídeo del Ángelus del 24 de diciembre, último domingo de Adviento:
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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