La mañana de este viernes, el Papa Francisco recibió en el Palacio Apostólico Vaticano a los participantes en la Plenaria del Dicasterio para la Evangelización, a quienes dirigió unas palabras a través del funcionario de la secretaría de estado Filippo Ciampanelli.
A lo largo del texto, Francisco abordó los principales problemas y focos de atención en torno a la evangelización en el momento actual.
Mencionó en primer lugar la situación de varias iglesias locales afectadas por las «enormes dificultades» surgidas a tras décadas de secularización, como la «pérdida de sentido de pertenencia a la comunidad cristiana o la indiferencia hacia la fe». Hablando del laicismo, destacó que el presente es «un momento propicio» para «comprender la respuesta eficaz» que debe darse para que las nuevas generaciones recuperen el sentido.
También llamó a abordar la cuestión de la autonomía personal como una de las reivindicaciones de la secularización, afirmando que «no puede presentarse como independiente de Dios», ya que «es precisamente Dios el que garantiza la libertad de acción personal».
En el mismo orden habló de la «nueva cultura digital» que, si bien «presenta muchos aspectos interesantes para el progreso», también supone «una visión del hombre problemática» en cuanto a «la necesidad de verdad que habita en cada persona, unida a la necesidad de libertad en las relaciones interpersonales y sociales».
«El gran problema», la ruptura en la transmisión de la fe
También abordó lo que considera «el gran problema» que enfrenta la evangelización, que es «comprender cómo superar la ruptura que se ha producido en la transmisión de la fe«.
«Urge recuperar una relación efectiva con las familias y los centros de formación. Para ser transmitida, la fe requiere una experiencia significativa, vivida en la familia y la comunidad cristiana como un encuentro transformador con Jesucristo. Sin este encuentro real, estaremos sometidos a la tentación de hacer de la fe una teoría y no un testimonio«, mencionó.
En cuanto a la catequesis, encomendó al dicasterio el uso del nuevo Directorio, cuya importancia radica especialmente «implicar a la comunidad cristiana en su conjunto». En este sentido, instó a los obispos a «alimentar y acompañar las vocaciones» al ministerio de Catequista. Especialmente en los jóvenes, para reducir la brecha entre generaciones y que la evangelización «no parezca una tarea confiada sólo a personas mayores».
En este sentido, animó a «buscar vías» para que el Catecismo de la Iglesia sea «conocido, estudiado y valorado» se puedan extraer de él «respuestas a las nuevas necesidades».
Otro de los llamados de Francisco de cara al estado de la evangelización es el de recurrir a la «espiritualidad de la misericordia» como «contenido fundamental», así como el de ayudar a los sacerdotes a «redescubrir la gracia y alegría de ser ministros de Dios que perdona siempre y sin límites».
«Cuando la evangelización se realiza con la unción y el estilo de la misericordia, encuentra una mayor escucha y el corazón se abre con más disposición a la conversión», asegura.
Habló en último lugar sobre la preparación del jubileo ordinario de 2025 y de cómo de él debe «surgir con fuerza la esperanza», virtud sobre la que profundizará en una carta apostólica que publicará en unas semanas.
Dirigió un último llamado a la preparación del jubileo: la acogida de peregrinos no debe darse solo mediante obras estructurales y culturales sino especialmente «permitiéndoles vivir la experiencia de la fe, la conversión y el perdón, encontrando una comunidad viva que da testimonio con alegría».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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