El Papa Francisco presidió este miércoles, 27 de septiembre, en San Pedro, su primera Audiencia General tras regresar de su último viaje a Marsella. Durante la catequesis, Francisco compartió las experiencias de su visita a la ciudad mediterránea para participar en los ‘Encuentros del Mediterráneo’, que han involucrado a obispos y alcaldes de la zona, junto con numerosos jóvenes.
«No es tolerable que se convierta en tumba, y tampoco en lugar de conflicto. No. El Mar Mediterráneo es lo más opuesto que hay al enfrentamiento entre civilizaciones, a la guerra, a la trata de seres humanos», comenzó diciendo el Papa.
Llamados a recorrer un tramo
«Es exactamente lo contrario: el Mediterráneo comunica África, Asia y Europa; el norte y el sur, oriente y occidente; las personas y las culturas, los pueblos y las lenguas, las filosofías y las religiones […] sus aguas custodian tesoros de vida, sus olas y sus vientos llevan embarcaciones de todo tipo. En resumen: es lugar de encuentro y no de enfrentamiento, de vida y no de muerte», añadió.
Para el Papa este encuentro compromete a todos. «Toda generación está llamada a recorrer un tramo, leyendo los signos de los tiempos en los que vive. A nosotros nos ha tocado este periodo histórico, en el que las migraciones forzadas se han convertido ellas mismas en un signo de los tiempos, es más, el signo que nos llama a todos a hacer una elección de fondo: la elección entre la indiferencia y la fraternidad», señaló.
Sobre los frutos de su visita a Marsella, el Papa fue muy claro. «Ha salido una mirada al Mediterráneo que definiría simplemente humano, no ideológico, no estratégico, no políticamente correcto ni instrumental, no, humano, es decir, capaz de referirlo todo al valor primario de la persona humana y de su inviolable dignidad. Y al mismo tiempo salió una mirada de esperanza», dijo.
Francisco invitó a no dejar de proteger a los inmigrantes. «Debemos comprometernos todos para que cada uno pueda vivir en paz, seguridad y prosperidad en el propio país de origen. Esto requiere conversión personal, solidaridad social y compromisos concretos por parte de los Gobiernos a nivel local e internacional. En segundo lugar, para los que no pueden permanecer en la patria, se trata de predisponer estructuras para que se les asegure la seguridad durante el viaje y sean acogidos e integrados allí donde llegan», apuntó.
Puedes ver aquí de forma íntegra la Audiencia General del Papa.
Francisco envió un mensaje importante para Europa. «Necesita volver a encontrar pasión y entusiasmo, y en Marsella puedo decir que los he encontrado: en su pastor, el cardenal Aveline, en los sacerdotes y en los consagrados, en los fieles laicos comprometidos en la caridad, en la educación, en el pueblo de Dios que ha demostrado gran calor en la misa en el Estadio Vélodrome», expresó.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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