En lugar de la catequesis habitual, el papa Francisco dedicó su discurso en la Audiencia General celebrada hoy en la Plaza de San Pedro a la crisis migratoria que continúa cobrándose vidas en mares, océanos y desiertos de todo el mundo. Su tesis es que no debe ponerse ningún límite a la llegada de imigrantes y ha echado la culpa de esas muertes no a las mafias, sino a quienes les rechazan.
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