El nuevo encargado de prensa de las monjas excomulgadas de Belorado ha llevado al locutorio del convento a un periodista del The Times, el periódico conservador británico.
Allí, Laura Gil de Biedma, exabadesa, que se presenta con su nombre religioso de Sor Isabel, cuenta al periodista inglés una extraña historia que incluye espíritus malignos en un convento, drones, móviles espías y una Iglesia católica de masones y sin papas verdaderos desde Pío XII.
También cuenta que a las rebeldes les quedan 383 euros, “todo el dinero que tenemos para 13 hermanas y animales y conventos».
«Tenemos mucha fe en nuestros abogados, uno de los cuales es mi hermano«, dice Isabel al periodista, Isambard Wilkinson. «Creemos que podemos ganar, incluso si perdemos un convento. Si los perdemos todos, no importa, nos acogeremos a la misericordia de Dios y a la providencia».
Da la sensación de que las rebeldes esperan que contando su historia, algún generoso donante del extranjero quiera apoyarlas, aunque no lo expliciten. El artículo intenta mantener una neutralidad exquisita, pero al dejar hablar a la gente del lugar desautoriza a las rebeldes.
«Un hombre de pelo plateado que pasea a su perro cerca de los muros del convento dice: “Tienen que irse. Son okupas. Se han portado mal con el pueblo. Las mujeres de aquí solían ayudarles y ahora les han engañado actuando de esta manera”», escribe el cronista. El periodista señala también el decreto del obispo colgado en la puerta de la parroquia local que prohíbe a los católicos acudir a los oficios de las ex-monjas.
Si los locales, sus vecinos de años, no confían en ellas, ¿por qué debería hacerlo un desconocido y lejano donante extranjero?
La versión de la ex-abadesa
Isambard Wilkinson habla en el enrejado del locutorio con varias religiosas, que siguen usando sus nombres de clarisas. La hermana Belén, de 51 años, dice: «Hemos sufrido persecución y calumnias». Sor Paloma, de 47 años, dice que están «sitiadas».
«Creen que el obispo envía espías para vigilarlas y que ha pinchado sus teléfonos móviles, que dejan en una habitación aparte como precaución antes de hablar con The Times. Las monjas están en alerta, dicen, ya que hace varios días un dron “espía” sobrevoló su convento», escribe el reportero inglés.
«El Vaticano, Roma… es una organización criminal»
A Sor Isabel (Laura Gil de Biedma), no le faltan las declaraciones fuertes. «Estamos en guerra con don Mario [Iceta, el arzobispo de Burgos], pero también con todo lo que es el Vaticano y Roma, toda la estructura jerárquica”, afirma. “Es una organización criminal”.
En mayo publicaron su texto asegurando que todos los papas desde Pío XII eran herejes y que ahora tenían a un tal Pablo de Rojas como obispo, un personaje sedevacantista que fue excomulgado por Iceta ya en 2019. La Iglesia les hizo varias invitaciones a reflexionar y reconciliarse pero ellas insistieron. Pablo de Rojas las dejó ya en junio y ahora tienen un obispo sedevacantista brasileño. «La confianza requiere tiempo», dice del nuevo obispo la ex-abadesa, que la que manda en el lugar.
Felices del cisma: «es nuestra cruzada»
Seis meses después, asediadas, desprestigiadas y enfangadas en proceso judiciales, Laura (Sor Isabel) declara, desafiante: «Estamos totalmente felices con nuestra decisión, es nuestra cruzada. Tenemos la clara determinación de demostrar que el Vaticano ha sido un fraude durante los últimos 50 años«.
Y añade: «No somos herejes en absoluto. Los herejes cometen errores doctrinales y lo que estamos diciendo son todas las verdades católicas de los últimos 2.000 años”.
Sobre las cinco monjas ancianas, entre los 86 y los 100 años, que la Iglesia no ha excomulgado, Isabel dice entre risas: «Ah, sí, el secuestro de las pobres monjas ancianas… Es absurdo. Son nuestras mayores, algunas de ellas llevan aquí más de 60 años. No están obligadas a estar aquí. Somos familia y dependen de nosotras para todo, para la administración, para la comida, para todo».
El convento de Derio «estaba poseído por espíritus»
Comenta después que el convento de Derio que querían vender «estaba poseído por espíritus ‘sobrenaturales’ que afectaban física y mentalmente a las monjas».
Mantienen una disputa legal con la Iglesia para conservar el control de los tres conventos. El arzobispado frenó la venta de Derio porque sospechaba que era una operación turbia en la que estaba implicado el excomulgado Pablo de Rojas como intermediario.
La ex-abadesa aprovecha para personalizar su enemistad con el arzobispo Mario Iceta. «Don Mario es iracundo, arrogante, siempre ha mostrado desprecio por las mujeres, especialmente por las monjas. No tolera que una mujer se le ponga delante y le diga que tenemos derecho a determinar nuestra vida y que él no tiene nada que ver. Quería someternos a su voluntad por la fuerza», le asegura al periodista inglés.
Con la pandemia empezó su giro sedevacantista
Dicen Sor Belén que se dieron cuenta de esto con las restricciones que la jerarquía eclesial estableció en el coronavirus. “Durante la pandemia, la Iglesia prohibió celebrar misas para los fieles y nos dimos cuenta de que esto socavaba nuestro papel fundamental, cuando históricamente era durante las plagas cuando ayudábamos a la gente”, dice.
En realidad, en España la inmensa mayoría de obispos se limitó a suspender la obligación de los fieles de acudir a la misa dominical, y a menudo a desaconsejarla. En muchos sitios, los curas celebraban la misa con la puerta entornada, bastantes fieles lo sabían y entraban a ella. La casuística fue distinta según la diócesis y el celo de las autoridades policiales (ver Iglesia y Coronavirus).
«Comenzamos a estudiar y descubrimos que la jerarquía de la Iglesia había estado infiltrada por masones durante décadas», cuenta Sor Belén. «El Papa actual dice que todos son iguales ante Dios, incluso los no creyentes, y que la Virgen no era inmaculada. Eso es herejía», añade la ex-clarisa.
Sor Paloma añade que una madre superiora vecina empezó a difundir “mentiras de que éramos lesbianas, prostitutas y habíamos abortado” y la Iglesia no las había defendido ante las calumnias, leemos en The Times.
(Lo de la «madre superiora vecina» son acusaciones que las de Belorado no habían comentado antes a la prensa española).
Sor Isabel niega tener ansias de poder: «Han estado esperando para deshacerse de mí, ya que no podían hacerlo antes de que terminara mi mandato, pero actuamos antes de que lo hicieran. No tiene nada que ver con que yo quiera seguir en el poder, en absoluto».
Los padres y los mercados callejeros
El periodista habla con los padres de una de las monjas más jóvenes, la hermana Sión, que han venido de Madrid y han traído comida para las monjas. «Es una situación difícil. Estamos rezando para que Dios encuentre una salida», dicen.
El reportero comenta también que el padre de la ex-abadesa, «un ingeniero jubilado de 96 años, la visitó recientemente para animarla en su lucha».
Pero ellas reconocen que el pueblo no las apoya. «Nuestras ventas de dulces han disminuido mucho debido a la difamación de la Iglesia contra nosotras», dice Belén. «En los mercados callejeros la gente nos insulta«.
Belorado cumple 6 meses de cisma y esperpento: sus fechas clave
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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