Durante la rueda de prensa en el vuelo de regreso de su viaje a Marsella, este sábado por la tarde, Francisco abundó en algunos de los argumentos sobre la inmigración europea que había expresado por la mañana al clausurar los Encuentros Mediterráneos.
No devolver inmigrantes
A preguntas de France Télévisions (cadenas públicas francesas), el Papa afirmó que no siente haber fracasado en su denuncia de la indiferencia ante las corrientes migratorias que llegan a Europa, porque ahora «existe conciencia» sobre él.
Censuró la política de devolución de inmigrantes ilegales «como el ping pong», porque en los países de origen de muchos de ellos «reina el terror» de las mafias de traficantes de personas y «son esclavos»: «No podemos devolverlas como si fueran una pelota de ping pong», insistió. Por lo que reiteró su principio de que «los inmigrantes deben ser acogidos, acompañados, promovidos e integrados. Si tú no puedes integrarlo en tu país, acompáñalo e intégralo en su país, pero no lo dejes en manos de esta gente cruel, traficantes de personas».
Tomar «en nuestras propias manos» el drama de estas personas «nos hará más humanos y por tanto también más divinos», prosiguió. Posteriormente, y volviendo por propia voluntad a esta cuestión tras otras preguntas, añadiría que Europa necesita mano de obra y «las migraciones bien realizadas son una riqueza».
«Con la vida no se juega»
Desde AFP (France Press) preguntaron al Papa por su encuentro con Emmanuel Macron y la controvertida ley sobre el final de la vida que va a aprobar su gobierno. (Un hecho que, precisamente, ha sido esgrimido por la derecha francesa para acusar de hipócrita al presidente de la República por su cálido recibimiento al pontífice, misa incluida.)
Francisco respondió que no hablaron de esa cuestión esta vez, pero sí cuando Macron estuvo en el Vaticano en octubre de 2022: «Le dije mi opinión, clara: con la vida no se juega, ni al principio ni al final. Porque entonces acabarás en esa política del no dolor, de una eutanasia humanista. Tengamos cuidado hoy con las colonizaciones ideológicas quevan en contra de la vida humana. Hoy se borra la vida de los abuelos, por ejemplo; cuando la riqueza humana entra en el diálogo entre abuelos y nietos… se borra: son viejos, no sirven… O la ley de no dejar crecer al niño en el vientre de la madre«.
En este contexto, Francisco volvió a recomendar (como ha hecho en repetidas ocasiones a lo largo de su pontificado) la novela Señor del Mundo, que escribió Robert Hugh Benson en 1907: «Habla del futuro, muestra cómo serán las cosas al final».
‘Señor del mundo‘, una obra escrita a principios del siglo XX por el converso y sacerdote Robert Hugh Benson que permite entender lo que está pasando a principios del siglo XXI.
Un futuro en el que desaparecen «las diferencias» y «los dolores» y se practican la eutanasia o la selección eugenésica antes de nacer… «Este hombre previó los conflictos actuales«, añadió.
Comprometida toma de posición
Por último, y al ser interrogado por Javier Martínez Brocal, de ABC, sobre la misión del cardenal Matteo Zuppi en Ucrania, el Papa denunció el comercio de armas como uno de los interesados en la guerra y, como hace con frecuencia, caracterizó al pueblo ucraniano como «mártir», tras sufrir primero «mucho, mucho, mucho en tiempos de Stalin«.
«Pero», añadió, «no hay que jugar con el martirio de este pueblo, debemos ayudarles a resolver las cosas de la mejor manera posible». Y añadió una frase que parece criticar la decisión de Polonia de suspender el suministro de armas a Ucrania como protesta por las críticas de Volodimir Zelenski a la decisión de Varsovia de mantener las restricciones a la importación de grano ucraniano, que perjudica a los productores locales: «Ahora he visto que algunos países retroceden, que no entregan las armas, y se inicia un proceso donde el mártir seguramente será el pueblo ucraniano. ¡Y eso es una cosa fea!», opinó el Papa, situándose diplomáticamente contra la opción de Polonia (uno de los países que han apoyado con mayor intensidad y medios a Ucrania en su conflicto con Rusia), Hungría y Eslovaquia por priorizar su agricultura.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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