Irlanda ha sido uno de los grandes baluartes del catolicismo, especialmente en el ámbito anglosajón. Gracias al ardor misionero de esta nación durante generaciones países como Reino Unido, Estados Unidos o Australia estuvieron en buena medida atendida por sacerdotes irlandeses, que mantuvieron y ayudaron a aumentar la presencia de la Iglesia ene estos lugares. Sin embargo, en estos momentos la Iglesia católica en Irlanda vive una crisis sin precedentes, en la que no hay vocaciones ni un mínimo relevo de los sacerdotes que están falleciendo.
El Catholic Herald recoge el análisis del padre Paddy Byrne explica esta dramática situación: “El número de sacerdotes y miembros de órdenes religiosas en Irlanda ha disminuido en un 70 por ciento desde 1970. En los últimos tres años, más del 25 por ciento de los sacerdotes en Irlanda ha muerto. Y la edad promedio de los sacerdotes ha aumentado sustancialmente en ese tiempo; ahora está muy por encima de 70. Si a esto le sumamos los problemas de salud y moral, tenemos serias dificultades”.
En su momento, Irlanda contaba con muchos seminarios, siendo el principal seminario nacional, el St Patrick’s College en Maynooth (fundado en 1795), que llegó a albergar a 500 seminaristas. Hoy en día sólo tiene 20.
El perfil de envejecimiento del clero hace que cubrir los huecos sea cada vez más difícil. Y el país que exportó sus sacerdotes a todos los rincones del mundo ahora importa clérigos de antiguas tierras misioneras como Nigeria, una señal del éxito de los misioneros irlandeses anteriores. Aún así las cifras ni se acercan para compensar la disminución general de la números de sacerdotes irlandeses.
El sacerdote recuerda igualmente que hace medio siglo, había 14.000 monjas en Irlanda; ahora el número ronda los 4.000, siendo la edad media superior a 80 años. Las nuevas vocaciones son extremadamente escasas. Por ejemplo, relata que en el Convento de la Misericordia de su ciudad natal, Tullamore, sólo una mujer ha profesado en las últimas cuatro décadas.
«Evadir la cuestión»
El padre Byrne es párroco de Abbeyleix, en el condado de Laois, en la región central de Irlanda, señala: “El volumen de trabajo ha aumentado, pero el número de personas disponibles para realizarlo ha disminuido drásticamente. Pero esta situación no se desarrolló de la noche a la mañana. Hace ya 30 años que comenzó una disminución sustancial de las vocaciones. No faltaron voces que llamaban a la acción, a revisar la forma en que nosotros, [la] Iglesia, [estamos proporcionando] la formación y la acción de los laicos, para la creación de estructuras de diálogo, participación y subsidiariedad. En respuesta, algunos movieron un dedo acusador, diciendo: «Dios proveerá».
“Eso fue para evadir la cuestión”, destaca Byrne, “y el descenso continuó. Lamentablemente, poco de lo anterior se hizo. Por lo tanto, parece más probable un aterrizaje forzoso que uno suave. Si no aprendes las lecciones de manera fácil, te las enseñan de la manera más difícil. Si no tomas la iniciativa, te arrinconarás por circunstancias fuera de tu control y sin margen de maniobra. Si no se reforma, se precipita una revolución… o un colapso”, añade.
Es cierto -asegura- que hay algunas excepciones al declive general, ya que los dominicos reportan vocaciones relativamente saludables, pero eso no es suficiente para compensar el declive en otras órdenes y entre el clero diocesano, con el cierre de seminarios como el de San Juan en Waterford, St Kieran’s en Kilkenny y Holy Cross y Clonliffe en Dublín. La dependencia del clero extranjero parece ser una realidad creciente; un ejemplo sorprendente es Portlaoise, donde monseñor John Byrne cuenta con la ayuda de curas de Indonesia, Rumania, China y Brasil.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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