Para muchos está resultando una sorpresa la pujanza de la fe en una parte de la juventud española, a pesar de décadas de sostenido esfuerzo secularizador por parte de las instituciones educativas y de los medios sistémicos.
La música católica es solo un aspecto de esa vitalidad, pero la aparición en muy poco tiempo de dos fenómenos mediáticos como Hakuna (con sus conciertos masivos) e Íñigo Quintero (número 1 mundial en Spotify y un tsunami en TikTok) ha supuesto una sacudida para quienes quieren relegar la religión al armario.
La línea editorial de El País es tradicionalmente ésa, de ahí que su despertar a la realidad resulte más llamativo. Este domingo, el diario de Prisa publicaba un reportaje de Ana Marcos que se hace eco del debate en torno a la significación, religiosa o no, de Si no estás, «una de las canciones más populares de medio mundo» (50 millones de reproducciones del lírico en Youtube).
Ahí está también el dato espectacular de las 15.500 entradas vendidas por Hakuna en apenas unas horas para su concierto del 6 de enero en el Wizink Center de Madrid, agotando el aforo. Sin concesiones, además, a la trivialidad: «Nuestras canciones son, en su más profundo sentido, oraciones. Nuestra inspiración es Dios y la experiencia que tenemos de Él por la propia vida», declara Ignacio Serrano, uno de sus miembros, a El País.
«Muchos, a través de nuestras canciones, vuelven a la fe. La alegría de Dios contagia, el fuego de su alegría no puede no quemar», dice Macarena Torres, también de Hakuna Group Music, quien añade: «Nos encontramos en un mundo donde el relativismo, el materialismo, la disolución de la familia han impregnado nuestras vidas. Ante este panorama, vemos más nítidamente nuestra sed de amar. No es sed de música católica, es sed de Dios«.
Hakuna canta ‘Huracán’ en la JMJ de Lisboa en julio pasado.
Javier Lorbada, experto independiente en Comunicación Digital Musical, corrobora este «auge», que atribuye a que «vivimos en un mundo muy violento y agresivo, y eso hace que haya mucha gente que busca música que le relaje y le reconforte de alguna manera. Canciones como la de Íñigo Quintero no molestan a nadie, es perfecta para la radio y puede gustarle a gente de todas las edades».
Anabel Vélez, periodista musical y autora de un libro sobre las mujeres en el rock, atribuye la fuerte de «este tipo de música» («¿Quién me iba a decir a mí que iba a acabar hablando del fenómeno del pop cristiano para El País?», comenta en Twitter/X) a la posibilidad que ofrecen las redes sociales de un «contacto directo» con el público no creyente «o incluso al creyente fuera de su comunidad», acceso que antes no existía.
Huracán, de Hakuna, fue otro caso de despegue exponencial en TikTok, que en el grupo, cuenta Macarena, vivieron «con perplejidad absoluta»: «Huracán es un grito cargado de Verdad. Es una experiencia tan íntima que es normal que viaje como una flecha de corazón a corazón». Y añade: «Imagínate en un desierto, el sol quema, llevas muchos días caminando, no hay descanso… y de repente ves una fuente de la que emana una cascada interminable de agua viva, nítida, clara, fresca… ¿acaso no irías a beber de ella?«.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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