¿Por qué el Papa Francisco ha destituido al obispo Joseph E. Strickland del gobierno de la diócesis de Tyler, en Texas? ¿Cómo lo vive el obispo y qué va a hacer ahora?
Pocas horas después de anunciarse la destitución, el obispo ha respondido en una entrevista online en vídeo con John-Henry Westen, del portal católico provida LifeSiteNews, que la diócesis (50 parroquias, 130.000 fieles) va bien, está financieramente saneada y tiene muchos seminaristas.
Si se le ha destituido es, cree él, porque era una amenaza a aquellos que maniobran alrededor del Papa para cambiar la verdad de la doctrina católica.
(La entrevista, en inglés, se puede ver aquí en X, el antiguo Twitter).
«Quieren cambiar la verdad del Evangelio»
Cuando preguntan a Strickland por qué se le ha destituido, responde en esta entrevista: «La única respuesta que tengo es que hay fuerzas en la Iglesia, hoy, que no quieren la verdad del Evangelio, quieren cambiarla, quieren ignorarla, quieren librarse da la Verdad, pero la Verdad no se va a ir porque la Verdad es Jesucristo».
Aunque «ciertamente el Papa Francisco es el único con la autoridad de Supremo Pontífice», Strickland avisa que «hay muchas fuerzas que trabajan a su alrededor, influyéndolo, para tomar este tipo de decisiones. Por eso rezamos por él, como hijo de Dios y en su papel de Supremo Pontífice».
«Tenemos que recordar que hay fuerzas tremendas y poderosas obrando en el mundo. San Pablo nos lo recuerda: ‘no luchamos contra seres humanos, carne y sangre, sino contra los poderes y principados del mal’. Es una afirmación bastante fuerte, pero creo que es cierta. Es real. El mal no quiere la verdad de Jesucristo», insiste.
«Los santos de dos mil años no ‘lo entendieron mal'»
Y añade: «Hay gente en la Iglesia que en vez de gloriarse en la fe de Cristo, quieren borrar partes significativas de la Escritura, diciendo: ‘lo entendieron mal’ o ‘simplemente podemos ignorarlo’. Los santos, durante dos mil años, no ‘lo entendieron mal’. La doctrina, su entendimiento, se desarrolla, pero en el sentido de profundizarse, no de revertir su dirección. pero hay fuerzas que quieren cambiar su dirección, cambiar las enseñanzas morales, reestructurar completamente la Iglesia», añade.
Después, apunta a un signo. Dice que hoy se construyen (al menos en EEUU) muchas iglesias hermosas. «Pero cuando yo estaba en el seminario, no construían iglesias hermosas, sino edificios experimentales, muchos de los cuales hoy se derriban. Me parece una metáfora de lo que está pasando, cuando quieren construir lo que el mundo pide».
«Lo que me parece preocupante y sin precedente en mi experiencia es que gente desde dentro de la Iglesia quiera cambiar la Iglesia para que rechace verdades básicas», lamenta.
La situación de la diócesis
Aunque ha habido rumores sobre mala gestión en la diócesis, ninguna autoridad vaticana ha concretado en que podrían consistir. Strickland no ve nada significativo en ese campo.
«Creo sinceramente que la diócesis de Tyler a la que yo servía hasta hace unas horas, bendecida con muchos seminaristas, fuertes, que pueden ser magníficos esposos o magníficos padres espirituales como sacerdotes, financieramente fuerte, por la tremenda generosidad de la gente, creo que está en buena forma, sirviendo, con gente dedicada en la cancillería, y sacerdotes en las parroquias. Estoy muy orgulloso de los sacerdotes de la diócesis. No puedo ver ninguna razón, excepto que yo amenazaba a algunos de los poderes con la verdad del Evangelio, una verdad que no podemos cambiar, que es perenne, para siempre y gloriosa. Y si quieres cambiarla, yo soy un problema», asegura.
«El Papa es quien toma las decisiones. Es un hombre, sólo un hombre. Ninguno tenemos superpoderes. Tenemos el don del Espíritu Santo para guiarnos si abrimos nuestro corazón. Pero hay fuerzas que debemos reconocer, detrás, que empujan a esta destitución», añade.
¿Cómo queda ahora Strickland?
Strickland sigue siendo obispo, heredero de los apóstoles, pero sin que Roma le encargue ninguna tarea concreta, por ahora. Los precedentes (el cardenal Burke, o Georg Gaenswein) hacen suponer que no se le encargará nada, si bien la entrevista no entra en eso.
«Estoy fuerte en la fe», dice Strickland. «Estas dos imágenes detrás de mí, el Sagrado Corazón, y el Corazón Inmaculado de María, son pilares de la Iglesia en estos tiempos, y pilares para mí, en muchos sentidos. Me animo, a mí mismo y a otros, a orar con más profundidad que nunca. Orar por el Papa Francisco, orar por la Iglesia, orar por el mundo. Ciertamente, aprecio las oraciones, y las necesito. Y orar por la diócesis de Tyler, las muchas vidas que quedan alteradas con esta situación. Animo a la gente a no alejarse de la Iglesia, somos un Cuerpo, el Cuerpo místico de Cristo».
También dice: «Me alegra permanecer como sucesor de los apóstoles en toda su realidad. Intento afrontarlo con humildad. San Juan Bautista siempre fue modelo para mí: el Señor debe crecer, y yo disminuir. Rezad para que cualquiera que esté confuso, enfadado, con emociones negativas, deje eso atrás, en el conocimiento de que Jesucristo es la verdad encarnada».
Preguntado por dónde va a vivir o a qué se va a dedicar responde que «puede sonar un poco pietista, pero la verdad es que no sé lo que me depara el mañana y estoy en manos de Dios, como estamos todos. Pero sé que el Señor está conmigo, conozco el poder de su amor y siento el poder de la oración».
Insiste en pedir a la gente, «como he oído pedir al obispo Athanasius Schneider, que recen más que nunca por el Papa Francisco, por el Vaticano, con su tremenda responsabilidad guiando a la Iglesia en nuestros días». «Él necesita nuestras oraciones. Sé que estamos confundidos, a veces enfadados, pero convertid eso en oración de intercesión, especialmente a través de la Inmaculada Virgen María, nuestra intercesora más poderosa».
¿Por qué destitución, y no dimisión?
Dos obispos norteamericanos hicieron una visita apostólica durante el verano a Strickland, y luego Roma propuso que él presentara su dimisión. Pero Strickland se negó a hacerlo por su propia voluntad.
«Yo dije que no podía, por mi propia voluntad, abandonar al rebaño que se me había dado [por Benedicto XVI en 2012], pero el Papa Francisco tiene la autoridad para quitarme de ese encargo, y ha elegido hacerlo. Tengo que respetar eso. Ya no soy el obispo de Tyler. Ahora tengo que reflexionar quién soy, como sucesor de los apóstoles, sin una diócesis local que cuidar», reconoce.
Más adelante en la entrevista compara su situación, hasta cierto punto, con la del apóstol Juan al pie de la Cruz, el único que permaneció allí. «De muchas formas, el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia, atraviesa hoy una pasión. Las fuerzas del mundo, en la Iglesia y fuera, mucha gente, dicen: ‘vamos a eliminar finalmente a la Iglesia Católica'».
Denuncia la «falsa narrativa» de los que dicen que «la iglesia está poniendo más fácil sus rígidas enseñanzas. ¡No es cierto! Y no va a durar, pero va a dejar familias y sociedades vacías y devastadas».
Y añade, sobre su situación: «Tengo que continuar proclamando la verdad, con gozo y esperanza, con humor, espero, hacia fuera, con la luz de Cristo guiándome»
Insiste en la clave de su destitución: «Yo resultaba amenazante para los que querían cambiar la verdad, y no lo van a conseguir, la verdad no cambia, nos lo dicen las Escrituras». Los que quieren cambiar la doctrina, avisa, pueden lograrlo brevemente, «durante un día», pero al pasar el día, «la verdad prevalece».
«Aparente confusión por parte de un hermano mayor»
Sobre el Papa, añade que «como obispo, él es un hermano mayor, y tenemos obligación de orar por él, por una fe que se profundice en él. Yo tuve dos hermanos mayores, y a veces es duro, porque puedes enfadarte, tener todas las emociones humanas, pero luego recuerdas quién somos. Somos la Iglesia, el Cuerpo Místico de Cristo, y el Papa Francisco es la cabeza de ese cuerpo en la tierra, representando a Cristo».
«Hay una aparente confusión o falta de aceptación de la verdad por parte de un hermano mayor. Tenemos la obligación, por el amor, de con paciencia y siempre con respeto, pero con claridad y caridad, de orar y llamar a los hermanos, mayores, menores, a todos en la Iglesia, a una fe más profunda y abrazar la verdad que nos reta. Por eso pido a todos rezar más profundamente».
«Hay que reconocer que la Iglesia atraviesa este tremendo desconcierto [turmoil] mientras el mundo está en medio de dos guerras grandes, que podrían incluso empeorar en cualquier momento, mucha gente que muere y sufre, y la Iglesia, en desconcierto, no es tan fuerte como debería ser, aportando la luz de Cristo al mundo. Todos tenemos la obligación, como fieles católicos de ser más fieles que nunca, no dejar que esto nos eche para atrás», añade hacia el final.
(La entrevista, en inglés, se puede ver aquí en X, el antiguo Twitter).
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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