Este 27 de noviembre, la CONFER (Confederación de Religiosos de España) ha entregado sus Premios Carisma en una gala. Su presidente, el dominico Jesús Díaz Sariego, destacó que «allá donde lo humano esté herido, la Vida Religiosa quiere estar. Es una urgencia evangélica que no podemos ocultar. Nuestros carismas nos lo recuerdan constantemente» y añadió que los religiosos pueden aprender de la experiencia de los premiados.
Es curioso que las congregaciones religiosas españolas mantengan tantos hospitales y grandes servicios sanitarios, pero que el Premio Salud de la Confer se lo lleve una pequeña fundación y asociación de laicos, Basida, que nació de un grupo de oración carismática en Aranjuez en 1989. También es cierto que muchos novicios de congregaciones pasan por allí haciendo voluntariados.
Cuenta con detalle la historia de Basida el número de noviembre-diciembre de la revista Nuevo Pentecostés, la revista de la Renovación Carismática Católica en España.
Veinteañeros con un presidiario con sida
Basida empezó con 12 veinteañeros viviendo juntos con un presidiario con sida. Hoy Basida cuenta con 3 casas: en Aranjuez, Manzanares y Navahondilla (Ávila), que sumadas acogen entre 90 y 95 residentes, muchos de ellos con discapacidades cognitivas y necesitados de cuidados constantes.
La historia de Basida en 12 minutos (versión 30º aniversario):
«No tenemos ni un asalariado, dependemos de voluntarios», explicó a la revista Visitacion Adán Villarreal (Visi), que fue uno de aquellos veinteañeros iniciales. Hoy, con 56 años, es presidenta de una asociación con algo más de mil socios, y directora de dos de las casas. Ella fue a recibir el Premio Carisma en la gala de la CONFER.
Basida, explica, tiene «un 40% de financiación pública y un 60% de financiación por cuotas de socios y donativos. Pero vivimos mirando al Cielo: desde hace 33 años vivimos lo del ‘pan nuestro de cada día’, Dios nos envía manos, personas, recursos…»
Basida es una asociación civil, pero su núcleo cumple la definición sociológica de comunidad, aunque nunca se ha plasmado con una aprobación canónica. En su logotipo, muy visible en todas sus casas, se ve la paloma que simboliza el Espíritu Santo.
Aquellos veinteañeros de los años 80 se reunían para orar y querían «seguir a Jesús más de cerca. Hicimos unos compromisos para crecer en coherencia: de oración diaria, de trabajo, de alegría, pobreza y familia. Nos comprometimos a hacer oración personal cada mañana antes de empezar el día, con la Palabra. Pobreza, siendo veinteañeros, significaba cierta austeridad, no dejarnos seducir por las marcas, por ejemplo».
En 1989 empezaron a vivir juntos 12 jóvenes, en una casita alquilada de la parroquia de Aranjuez. El mayor tenía 24 años. «Habíamos visitado las dos únicas casas que acogían enfermos de sida en esa época, una en Madrid y otra en Bilbao. Y cuando llevábamos dos meses juntos, llegó Julián. Tenía sida, y le dejaban salir de la cárcel para que no muriera en una institución penitenciaria. Y en pocos meses, llegaron otros tres». Y luego más.
«Ese año, de las 35 personas que teníamos en Aranjuez, murieron 30″, recuerda Visi. El sida mataba y asustaba. No se curaba y se temía su contagio. Pronto se mudaron a otra casa más grande, y luego abrieron otras dos más.
Acompañar décadas, orar cada día
A partir de 1997 mejoraron los tratamientos y el sida pasó a ser una enfermedad cronificada. Muchos enfermos y adictos atendidos en Basida se reinsertaron en la sociedad.
Basida pasó entonces a acoger a personas con graves secuelas cognitivas y físicas, o demencias. «Tienen buena calidad de vida, pero muchos requieren atención 24 horas, de comida, terapias».
La asociación sigue recibiendo personas que salen de instituciones penitenciarias «porque están solas y enfermas, con enfermedades terminales. También tenemos un programa de desintoxicación, prestando atención a nuevas adicciones. Y un programa de voluntariado«.
La oración sigue siendo importante en Basida. «Tenemos nuestra oración en la casa de Aranjuez cada mañana a las 6.30. ¡A las 7.30 ya tenemos que estar atendiendo a la gente! Luego tenemos misa cada tarde. Son misas carismáticas, con música, muy alegres. Nadie está obligado a acudir, pero entre miembros de la comunidad, voluntarios y residentes, somos unas 15 personas cada tarde. Y los domingos por la mañana tenemos misa, también de estilo carismático, a la que vienen personas de Aranjuez, amigos…»
Visi cuenta casos en los que se ha notado la Providencia visible de Dios. «Una vez sucedió que necesitábamos leche, y nos llamaron de Aranjuez: ‘oye, que mañana te llevo mil litros de leche’. En otra ocasión, teníamos acumulada una deuda de 12.000 euros en facturas sin pagar, de reparaciones y mantenimiento de los edificios. Tenía que irme de retiro y yo estaba inquieta. Abrí el ordenador y entraron los 12.000 euros que necesitábamos, la cantidad exacta. ¡Fui al retiro como flotando en una nube! Con cosas así, tocas la cercanía de Dios».
Como en una gran familia
En la casa de Manzanares vive el sacerdote José Darmín Belmar Buendía, de 50 años, religioso de los padres somascos, capellán de Basida. Explica que en la casa «hay 21 personas residentes. Sólo 6 pueden ayudar a fregar platos, 11 requieren que les ayudemos en la ducha. Pero todos somos compañeros. Nos apoyamos unos a otros. Ellos nos enseñan a dejarnos ayudar, son maestros en eso. Eso nos acerca a Dios. Para temas médicos, los llevamos a la Seguridad Social. Muchas curas las hacen enfermeras voluntarias», detalla el sacerdote.
El sacerdote somasco José Darmín Belmar, capellán de Basida.
Basida es una gran familia donde toda ayuda es bien recibida, explica Visitación. «La contabilidad nos la lleva un padre ingeniero jubilado y su hijo economista, desde su casa. Una voluntaria en Pozuelo viene 2 días completos a la semana. Vienen novicios y seminaristas claretianos, maristas, salesianos… uno, estudiante de medicina. Otro, farmacéutico, nos ha organizado la farmacia».
El padre Darmín lo confirma: «Incluso si no eres trabajador social o médico, ¿no sabes jugar al parchís, escuchar, acompañar, limpiar? Todo eso hace falta. En estas casas tan grandes todo viene bien. Cada casa de Basida tiene sus propias dependencias para los voluntarios, vengan para temporadas largas o para un par de noches».
Una promoción de jóvenes voluntarios de Basida en 2020.
Música y alegría que engancha
Entre los voluntarios a veces vienen extranjeros en programas de intercambio de voluntariado, quizá sin fe. Pero les engancha la misa alegre y la fe del equipo. Es el caso de una voluntaria llegada de Finlandia que se ha decidido preparar para bautizarse.
En la revista encontramos otro testimonio del poder de esta música. Merche, una mujer que colabora en la casa, explica que acudió porque le dijeron que cantaban bien. «Cuando los oí cantar, se me puso la carne de gallina y alguna que otra lagrimita: me sentí tan cerca de Dios que no sé cómo explicarlo con palabras. Ahora, procuro cada día ir a la capilla para darle las gracias por el día».
«Aquí hay gente que nunca iba a misa, y sin que nadie se lo pida ahora es de misa diaria», comenta el padre Darmín. «Tenemos también momentos bonitos, el concierto de aniversario de cada año, canciones que se han hecho tradición...»
Para conocer Basida, colaborar como voluntario o con donativos, visite:
https://www.basida.com
Basida, el reportaje de Instituciones Penitenciarias de media hora.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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