Siendo el autor de temas universalmente conocidos como Este pan y vino o Oh Señor, delante de Ti, Oí tu voz, el sacerdote Carmelo Erdozáin es uno de los máximos exponentes, protagonistas y conocedores de la música litúrgica y sacra que se desarrolló en el posconcilio español. Se ha formado en órgano, composición o gregoriano y cuenta con un repertorio de 400 canciones y más de 30 discos. El sacerdote sabe lo que funciona y lo que no. Sus 85 años no parecen ser obstáculo a que le escuchen miles cada mes. Tampoco para emitir propuestas que combinan una innovación musical que de hecho se ha dado con movimientos como Hakuna, pero también invitaciones a conservar fórmulas siempre vigentes como la polifonía o el gregoriano.
Entrevistado por Religión en Libertad, cuenta que su pasión por la música le viene de cuna, ya de antes de entrar al seminario a los 11 años, desarrollándose como estudiante del Conservatorio Pablo Sarasate de Pamplona con la carrera de Órgano, después con la de Composición. Completó su formación en el Pontificio Instituto de música de Roma, donde también se licenciaría en Canto Gregoriano y el Magisterio con una tesina de musicología sobre el polifonista Bernardo Clavijo del Castillo, estudiando y cosechando éxitos también en Siena, Alemania, Holanda e Inglaterra.
-Atendiendo a su experiencia, ¿qué ha funcionado bien en la música popular parroquial y qué no?
–Ha funcionado bien allí donde se ha ensayado bien y allí donde hay un párroco interesado por la música. También ha funcionado bien la música en muchos funerales; han aumentado los pequeños coros o grupos de canto que ensayan y protagonizan el canto sin que la asamblea deje de cantar… Se han editado y distribuido discos, pantallas con el texto o con buenos videos, la gente ha comprado cantorales y proliferan multitud de cantos para los diversos momentos litúrgicos y acciones de devoción.
-¿Y qué no ha ido tan bien?
-En la parte negativa, los párrocos han invertido mucho en la restauración de templos, pero no en restaurar y comprar órganos o teclados convenientes. Dada la situación monetaria, no hay dinero para pagar al organista, director o animador de cantos; no se programan suficientes recitales de cantautores cristianos. Se han pirateado muchos CDs, no hay buena acústica musical en muchos templos, la poca investigación musical ha ocasionado un estancamiento y los agentes pastorales se contentan con el repertorio que han adquirido e ignoran canciones muy buenas.
-Tras décadas de sus piezas más famosas, ¿mantienen su vigencia, fuerza o actualidad al día de hoy?
-Este mes de abril he tenido más de 21.000 entradas en mis canciones. Por ejemplo, Este Pan y Vino ha tenido más de medio millón de visitantes y es una canción supersencilla musicalmente, aunque el texto es bueno y funcional para el ofertorio.
-Benedicto XVI recordaba que la música religiosa debe elevar el espíritu… ¿Qué significa eso para usted?
-Cuando escuché el primer disco de mi vida había una canción religiosa…. me emocionó. Cuando escuché por primera vez y acudí a un concierto de música sinfónica y oí una interpretación religiosa, me emocioné… La grabación de una canción titulada Oí tu voz, del disco Cantos para una comunidad Evangelizadora, fue uno de mis mejores momentos. Cuando se inventaron los cascos y escuché con plenitud la belleza de una buena orquestación, experimenté la alegría de la creación y el Espíritu que puede haber en una buena música. Para mí, lo más importante es el sacerdocio, la música la utilizo y compongo como medio de Evangelización.
-La música es clave en movimientos que tienen éxito ¿Por qué cree que las canciones exitosas han surgido de fuera de ámbitos liturgistas?
-Si la altura espiritual de la Comunidad es grande, la canción emociona, une y aumenta su nivel interpretativo y artístico. En cambio, si no se ensaya, si no se tiene el texto, si hay gran diferencia de edad, es muy difícil que a todos emocione la misma melodía.
-¿Cree que los responsables de la liturgia no están sabiendo conectar con la música y los fieles?
-No creo que los responsables de la Liturgia tengan la culpa. La culpa puede venir de la poca fe, entusiasmo y júbilo de los fieles, aunque hay que buscar más originalidad y diversas estructuras en la oferta actual litúrgica. Tenemos una joya en el Gloria de la misa argentina, pero difícil de interpretar por el gran público de nuestras comunidades. Creando nuevas estructuras, nuevos modelos de participación, se podrían acompañar por músicas más diversas y originales como en África.
-¿Existe el peligro en dedicar recursos a una música que no genera comunidad o que se usa para consumir, pero que no toca el alma y el corazón?
-Para que toque el corazón, el intérprete debe ser bueno. En España no hay dinero para pagar a organistas, animadores del coro y del pueblo; tampoco hay tiempo ni costumbre de ensayar. Por otro lado, en los colegios religiosos se ensayan cantos que no llegan ni transcienden a la comunidad parroquial y en una misa Mayor tenemos tres o cuatro generaciones que ha crecido con cantos diferentes, por eso falta unidad y entusiasmo.
-¿Qué propone para revertirlo?
-Yo sería partidario que a nivel nacional se hiciera un Cantoral con sesenta u ochenta cantos ya conocidos y reconocidos por la mayoría de la gente, de tal manera que los niños, jóvenes, novios, padres y todo el mundo cristiano pudiera saber y cantar. Hacer cantorales con melodía, sin melodía y con texto, libros de acompañamiento sencillísimo, vídeos… Habría que darle cierta obligatoriedad a los párrocos, directores de colegio y responsables de los departamentos pastorales. Creo que todo esto favorecería la unión, la devoción, el resultado artístico y religioso de la vida litúrgica.
-¿Qué le parece la frase del Padre Marcelo Rossi que dice: `No hay que cambiar la Liturgia, sólo la música, ¡que sea alegre¡´?
-Tiene razón en cuanto se refiere a la música, que las melodías sean agradables, emocionantes, que entusiasmen… Pero en una celebración exequial no vas a cantar el mismo estilo de cantos que en una nupcial. En cuanto a la Liturgia, debe haber diversas versiones y estructuras, más agilidad. Yo introduciría la música grabada, música clásica y moderna de primera calidad, con mejores aparatos acústicos que en la sala de fiestas más cercana. ¿Quién se iba a escandalizar si escuchamos el Pange Lingua de Mocedades o una obra de Palestrina?
Entre los títulos más conocidos de Erdozáin se encuentran: `La Virgen sueña caminos´, `Cristo nos da la Libertad´, `Hoy vuelvo de lejos´, `Las puertas de la Nueva Ciudad´, `Oh Señor, delante de Ti´, `Este pan y vino´ o `Creo en Jesús´, entre otros.
-¿En qué aspectos debe hacer autocrítica la música parroquial actual?
-No creo que la Comisión Nacional de Liturgia esté pensando en iniciativas para que cada año salieran un par de canciones que tuvieran éxito en todas las edades. Se podían hacer más concursos, encargos personales a compositores, convocar reuniones en donde se expusieran y/o se estrenaran temas originales… En la actualidad, cada parroquia ha confeccionado su repertorio y no tiene dinero para programar concursos de cantautores o para sufragar los gastos. Hay que seguir adelante escuchando otras nuevas ideas. No hay que detenerse. Creemos un repertorio valioso, sin que falten quince canciones gregorianas en cada parroquia.
-¿Una razón de ese estancamiento es la enseñanza musical?
-Habría que fomentar los coros de todo tipo, empezando por los niños, crear un Instituto de Música o contactar con un conservatorio para programar clases litúrgico-musicales para organistas y cantores religiosos.
-¿Cree que las directrices conciliares de Sacrosanctum Concilium (enseñanza musical, preeminencia del gregoriano y del órgano…) se han puesto en práctica?
-En cuanto a las enseñanzas musicales del Concilio y otros documentos, estamos y estaremos a medio camino entre la libertad, el valiente libertinaje y el seguimiento de las sugerencias que vienen de las autoridades eclesiásticas… Cada uno hace lo que quiere y, a veces, no se sabe lo que se hace ni lo que se quiere.
-¿Puede deberse a la dificultad propia de estos instrumentos?
-Hacer una canción que sea una `obra de arte` es muy difícil y que valga para todos los públicos y momentos litúrgicos, todavía más. Creo que en esto deberían apoyar los poetas cristianos y expertos en liturgia o religiosidad. Creo que una parroquia debería poder cantar quince o veinte canciones gregorianas y debería contar con un órgano… Hoy se pueden encontrar sintetizadores que imitan muchos instrumentos y lo pueden hacer de una manera original y maravillosa. El sentido común y artístico del que preside debe aprobar o no el uso de los distintos instrumentos.
-¿Por qué el desarrollo del gregoriano es tan excepcional?
-Yo he propuesto quince o veinte cantos gregorianos, a ser posible monosilábicos, para todas las asambleas. Por ejemplo, estas semanas estamos preparando y ensayando con un grupo de 12 personas el Ave Verum gregoriano… ¡Qué difícil! ¡Cuántas horas! Es un mundo distinto. Para cantar muchas canciones hace falta tener una buena voz y conocimiento musical….¡Pero hay que intentarlo!
-Además de difíciles, ¿son caducas o tienen algo que decir a la Iglesia de hoy?
-Yo creo que los bellos recitativos, los que canta el sacerdote, permanecerán. Podrían ponerse a prueba nuevas melodías para que los buenos cantantes las interpreten, pero el que no sabe cantar o tiene mala voz, debe callarse. Por eso, necesitamos clases de dicción, lectura, predicación y expresión vocal, para que la Palabra tenga la mayor eficacia posible. Creo que el pueblo nunca ha cantado muy bien el gregoriano. Si escuchamos un canto sencillo (la Salve, el Tantum ergo) comprobamos que no sabe latín, no se entiende, cada uno va a su ritmo… No tiene historial en sus preferencias litúrgicas.
-¿Qué camino cree que tomará la Música Sacra en las siguientes décadas?
-También deben crearse canciones con distinta estructura (no solo: estribillo-estrofa-estribillo-estrofa) sino una canción que no necesite solista. Tenemos una canción famosísima de la ópera Nabucco. Hay una versión en castellano titulada Llega el día, para Adviento. Canciones con esa estructura son necesarias. Por otro lado se necesitan canciones parecidas a Taizé, o canciones como No adoréis a nadie. Estamos hablando del mundo litúrgico pero nos faltan temas religiosos en el mundo secular y allí hay que hacer toda una programación de cantantes, cursos, promotores, videos, conciertos religiosos, etc. En España está casi todo por hacer.
-¿Algún consejo para los futuros compositores?
-Creo que los consejos deben venir y se pueden programar desde la Comisión Nacional de Liturgia y de otra Comisión que trate la música cristiana en la Radio, televisión, programas digitales, conciertos, congresos, revistas o un instituto de música cristiana.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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