Emma John, una columnista free-lance en el diario inglés izquierdista The Guardian (socio habitual de El País), destacaba ya el 3 de agosto que parece aumentar la libertad de los atletas en los Juegos Olímpicos para hablar de Dios.
Hay normas de etiqueta estrictas en las salas de competición y los podios, no se permite hablar de política, ideología, religión, llevar símbolos ostentosos, ni siquiera la bandera del propio país en el podio. Pero en pasillos y con las prensa, muchos atletas hablan de cómo Dios les ha ayudado en sus pruebas y dificultades.
Esto siempre ha sido frecuente entre brasileños y norteamericanos, pero Emma John señala que ahora se da también entre ingleses y otros europeos.
«El hombre que nada enfadado» ya no está enfadado
Así, por ejemplo, Adam Peaty, el nadador inglés que perdió su título olímpico por apenas 0,02 segundos le decía sonriendo a una periodista de la BBC: «Soy un hombre muy religioso», dijo Peaty, luciendo un tatuaje de una cruz en su torso. «Le pedí a Dios que mostrara mi corazón, y este es mi corazón. No podría haber hecho más».
Todos conocen a Peaty, tres veces campeón olímpìco, por su temperamento fuerte, a veces se habla de su «furia» y su «niebla roja» y se le apodaba «el hombre que nada enfadado». Pero en 2023 empezó a ir semanalmente a la iglesia y a acompañarse con un capellán anglicano, y ahora afronta lo que viene con flema y tranquilidad. Aunque, eso sí, como otros atletas se queja de la villa olímpica y dice que ha encontrado gusanos en la comida.
«Le doy la gloria a Dios»
Otra inglesa que habló de Dios al empezar los Juegos fue una chavala de 19 años, Andrea Spendolini-Sirieix, que ha ganado la medalla de bronce en saltos sincronizados de natación. «Han sido dos años de locura, pero le doy la gloria a Dios», dijo a los reporteros de la BBC. La frase «le doy la gloria a Dios» es mucho más consciente y religiosa que un simple «gracias a Dios», y sólo la usna personas activamente creyentes.
La misma frase «le doy la gloria a Dios» la usó la norteamericana Alison Gibson cuando se clasificó en saltos y natación. Son sus terceros juegos olímpicos. En 2023 ya declaraba: «mi fe me ha ayudado a mantenerme centrada, especialmente en los Juegos Olímpicos».
Recién coronada como campeona de 100 metros braza, la sudafricana Tatjana Smith salió de la piscina y rápidamente se vistió con una camiseta con un texto que daba gracias a muchas personas, pero empezaba con «DIOS, Jesús, Espíritu Santo».
Tatjana Smith, medallista sudafricana con su camiseta que da gracias a Dios, Jesús, el Espíritu Santo y a muchas personas.
«Cristo que me fortalece»
También se hizo famosa la foto de Gabriel Medina, surfista brasileño de 30 años, en la que parecía levitar sobre las olas en Tahití. La ha difundido en redes con una cita de San Pablo en sus redes: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Al final, se ha llevado la medalla de bronce, perjudicado por la falta de olas, pero contento de haberse convertido casi en un meme por su foto.
La periodista inglesa admite que siempre hubo deportistas dando gracias a Dios, pero le parece que hoy son más. Destaca que Francia prohíbe a sus propios atletas mostrar símbolos religiosos mientras compiten, incluyendo el hiyab o pañuelo islámico.
La periodista cree que la clave para esta mayor visibilidad de la fe está, simplemente, en las redes sociales.
Ya no dependen de que un periodista quiera difundirlo (o censurarlo): ellos suben lo que sienten, también su fe, y sus fans lo difunden.
Hacer la señal de la cruz
«El Comité Olímpico Internacional tiene reglas estrictas sobre mantener las declaraciones religiosas y políticas fuera del podio, pero no puede evitar que un atleta se persigne en la línea de salida o se arrodille al final«, detalla.
«En estos Juegos, la skater brasileña Rayssa Leal encontró una forma particularmente creativa de demostrar su fe en medio de la competencia. La joven de 16 años se robó un momento frente a la cámara para citar un versículo bíblico en lenguaje de señas, antes de ganar un bronce», detalla. El mensaje era «Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida», y en la lengua de signos española es casi idéntico a la portuguesa.
A favor de esta autenticidad al expresar la fe, está la idea general de que el deporte valora las «identidades», también las religiosas. Y los deportistas famosos lo son en todo el mundo, no solo en su país.
En Inglaterra, las ligas deportivas van dejando espacio para que sus jugadores musulmanes puedan hacer sus oraciones o ayunos. «La Premier League ha acomodado silenciosamente las pausas a mitad de juego para los jugadores que desean romper sus ayunos durante el Ramadán», detalla.
Los futbolistas más cristianos desde la era victoriana
Además, apunta, «la Eurocopa de este año contó con un equipo de Inglaterra más abiertamente cristiano que ninguno desde la época victoriana. Cuando se le preguntó en su entrevista sobre el jugador del partido cómo había manejado la presión en los cuartos de final contra Suiza, Bukayo Saka respondió: «Tengo fe en Dios».
Más datos de los futbolistas ingleses de la selección: Ivan Toney tiene los Diez Mandamientos tatuados en la espalda, el padre de Marc Guéhi es un predicador evangélico (y él toca la batería en la iglesia de su padre), Raheem Sterling tuitea versículos bíblicos y la fe cristiana de Marcus Rashford se ha manifestado en su activismo contra la pobreza infantil (él recuerda que su familia pasaba hambre en su infancia, y agradece los sacrificios y fe de su madre).
Se puede recordar que casi todos estos son inmigrantes o hijos de inmigrantes. En muchos lugares de Inglaterra, los inmigrantes (de África, Asia, el Caribe) son los que mantienen vivas parroquias enteras.
Orar en grupo ¡con los que te han ganado!
Emma John recuerda un caso muy expresivo de fe en el deporte: «Los equipos de rugby de las Islas del Pacífico han orado juntos durante mucho tiempo antes de los juegos, pero, después de su derrota en los playoffs ante Kenia en estos Juegos, el equipo de rugby-7 de Samoa dirigió la oración en grupo junto con el equipo que acababa de superarlos, justo en el medio del campo».
Emma John finaliza apuntando que «para los no devotos, es más fácil ver este tipo de fe menos como menos una identidad comunitaria y más como una superstición: una estrategia de afrontamiento, una de una serie de opciones psicológicas para aquellos que buscan una ventaja competitiva. Pero aún así, dado el estado actual de la industria del deporte – su exagerada importancia personal, la búsqueda de la codicia, la ambivalencia moral-, tal vez haya algo loable en los atletas que buscan una perspectiva más amplia».
Los deportistas españoles
Esta libertad que la periodista inglesa detecta para expresar la fe entre los deportistas de lengua inglesa o portuguesa, no se da tanto, sin embargo, entre los españoles, si bien muchos, creyentes poco practicantes, pueden mantener la tradición de llevar sus medallas y trofeos al santuario de alguna Virgen a la que ellos o su familia le tengan devoción.
Carolina Marín, «la emperatriz del bádminton», suele llevar sus medallas a la Virgen del Rocío, y ella misma suele mostrar la medallita del Rocío que lleva al cuello; este año, por una lesión, no ha podido ganar la medalla que toda España deseaba.
Cuesta más encontrar un deportista cristiano español joven capaz de hacer unas declaraciones medianamente articuladas sobre su relación con Dios y Jesucristo.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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