El autor, Jorge López Teulón, es el postulador de las causas de los mártires en la archidiócesis de Toledo, y difunde los estudios y noticias sobre mártires de los años 30 (y de otras épocas) en su blog en ReL Victor in Vínculis y en las webs www.persecucionreligiosa.es y www.464martires.es .
Se ha levantado un gran revuelo con motivo de la nota del Arzobispado de Tarragona del pasado lunes 22 de abril titulada En relación con la petición de perdón a las víctimas de la represión franquista en Tarragona (aquí la nota en castellano).
Quien siga estos temas verá que no hay nada de novedoso en ello. La hemeroteca desde hace más de 20 años y, con un fluir bastante reiterado de notas de prensa, se ha movido entre las dudas porque la Iglesia fuese a pedir perdón, el tiempo qué pasaría hasta que lo hiciera, y pequeñas declaraciones de algunos eclesiásticos en las que al final nunca quedaba claro nada. Para algunos, eran totalmente imprescindibles. Para otros, absolutamente líquidas, por no terminar denunciando al franquismo.
Esta nota me lleva a escribir esta entrada. En primer lugar, porque se trata de una nota oficial de un arzobispado sobre un tema histórico, un tema sobre el que los historiadores no se ponen de acuerdo. Su carga doctrinal y/o autoridad es dudosa. Es evidente que a día de hoy cualquiera puede escribir y pontificar.
Seguro que mientras escribo estas líneas algún que otro vicario general está pensado en no ser menos que Tarragona.
Solo pretendo matizar cosas no poco importantes.
1. La violencia contra eclesiásticos empezó mucho antes de julio del 36
En el punto dos de la nota se lee: «El alzamiento militar de julio de 1936, en los lugares donde fracasó inicialmente, como es el caso de Cataluña, supuso una cruenta represión contra eclesiásticos, personas creyentes y otras de ideología conservadora, por considerar que todos ellos eran partidarios de los sublevados».
En realidad, ya hubo «cruenta represión contra eclesiásticos» mucho antes de julio de 1936.
Sin tener que irnos a la Semana Trágica, para recordar que lo que en principio iba a ser una huelga pacífica de 24 horas para protestar contra el envío de soldados españoles a Marruecos, en julio de 1909, se convirtió en una auténtica revuelta anticlerical en la que se incendiaron decenas de conventos y se exhumaron cadáveres de monjas y sacerdotes…
Se ha dicho con razón que la Segunda República como régimen teórico de convivencia duro exactamente 27 días: desde la tarde del 14 de abril hasta el mediodía del 11 de mayo siguiente, en que las turbas comenzaron a incendiar iglesias y conventos en buena parte de España.
Las primeras víctimas son de octubre de 1934. Y no todas en la Revolución de Asturias. Pueden leer aquí en ReL el atroz martirio que sufrió mosén Josep Morta, párroco de Navás, en este pueblo a 80 kilómetros de Barcelona.
El 15 de marzo de 1936, el cardenal Vidal i Barraquer, como presidente de la Asamblea de Metropolitanos españoles, escribió una carta al presidente de la República, don Manuel Azaña, denunciando los ataques que en toda España se cometían contra la conciencia y los sentimientos religiosos de los fieles. Y entonces el cardenal Vidal hizo una profecía histórica al afirmar “que la política persecutoria del Gobierno de la República ponía en riesgo la paz de España”.
2. No puede decirse que la Generalitat no tuviera responsabilidad
Sigue la nota del arzobispado en el mismo punto dos: «Con el incendio de iglesias, monasterios y conventos, el patrimonio cultural e histórico de la Iglesia se vio gravemente afectado, con pérdidas irreparables. Esta represión fue ejercida por grupos llamados comités, miembros de partidos y sindicatos radicales, que aparentemente no dependían de las autoridades republicanas y actuaban al margen de toda ley».
En el caso concreto de Cataluña, la represión tiene siglas propias y muchos nombres propios.
No pueden afirmar que no dependían de las autoridades republicanas y que actuaban al margen de toda ley.
Tras el Alzamiento militar de julio de 1936, la Generalitat y Esquerra Republicana de Catalunya se aliaron a los anarquistas de la CNT y a los comunistas del POUM, llegando a integrarles en el gobierno de la Generalitat. El ambiente revolucionario en Cataluña desata una cruenta persecución religiosa y política.
Bajo la responsabilidad de Companys se cometen miles asesinatos indiscriminados de los cuales hoy no se suele hablar (más sobre el papel de Companys aquí en ReL).
Sin embargo, en mayo de 1937, se producirán los famosos sucesos de mayo en Barcelona en los que se enfrentan los comunistas estalinistas del PSUC contra los anarquistas de la CNT y los comunistas del POUM.
Un ejemplo lo explica Miguel Mir Serra en su libro de 2010 El preu de la traïció: La FAI, Tarradellas i l’assassinat de 172 maristes. Lo resumimos así: «En verano del 36, las patrullas de la CNT-FAI estaban en manos de un hombre sin escrúpulos, Aurelio Fernández, secretario general de la Junta de Seguridad de la Generalitat. Los Hermanos Maristas desde Francia iniciaron gestiones con los Consulados y la Generalitat [para liberar a muchos maristas detenidos] y fueron remitidos a Aurelio Fernández, que pactó con la institución la entrega de 200.000 francos franceses a cambio de la inmunidad y salida de España de estos maristas. Tarradellas, como conseller de Finances, cobró, pero los religiosos fueron ejecutados«. Ahí tenemos un conseller implicado (que luego sería President de la Generalitat) y un alto oficial de la Generalitat. (Más sobre este caso y el papel de Tarradellas aquí en ReL).
Retrato del beato mártir Manuel Borrás Ferré, obispo auxiliar de Tarragona asesinado en agosto de 1936 ( historia de su martirio).
3. Ninguno de los partidos implicados ha pedido aún perdón
En 1986, al cumplirse 50 años del inicio de la guerra civil, la Iglesia Española lanzó un documento titulado Constructores de la Paz. Ahí leemos:
«Saber perdonar y saber olvidar son, además de una obligación cristiana, condición indispensable para un futuro de reconciliación y de paz. Aunque la Iglesia no pretende estar libre de todo error, quienes le reprochan el haberse alineado con una de las partes contendientes deben tener en cuenta la dureza de la persecución religiosa desatada en España desde 1931. Nada de esto, ni por una parte ni por otra, se debe repetir. Que el perdón y la magnanimidad sean el clima general de los nuevos tiempos».
Pero de los partidos políticos que se implicaron en aquellos hechos y asesinatos y que aún actúan en el actual panorama político, ninguno ha pedido nunca perdón.
Repasemos lo que pasó en Cataluña:
– En Cataluña fueron destruidos unos 7.000 edificios religiosos; algunos (Montserrat, catedral de Barcelona) se salvaron por la intervención de la Generalitat, que las cerró totalmente al público y quitaron las imágenes y campanas.
– Fueron asesinados cuatro obispos: Irurita, Huix, Borràs y Polanco.
– En Lérida asesinaron al 66% del clero (270 de 410),
en Tortosa al 62% (316 de 510),
en Vic al 27% (177 de 652),
en Barcelona al 22% (279 de 1.251),
en Gerona al 21% (194 de 935),
en Urgel al 20% (109 de 540),
en Solsona al 13% (60 de 445).
De los 5.147 sacerdotes seculares de las 8 diócesis catalanas fueron asesinados 1.536, el 30%. Y otros miles de civiles igual, por las mismas razones. Un genocidio. Sumando sacerdotes y religiosos, en la diócesis de Barcelona mataron a 930.
Placa en la capilla de los mártires de la catedral de Barcelona: recuerda 930 sacerdotes, religiosos y religiosas asesinados entre 1936 y 1939.
El punto cuarto punto del comunicado de Tarragona recuerda que «la Iglesia de Tarragona tuvo que contemplar cómo su arzobispo, el cardenal Francesc d’Assís Vidal i Barraquer fue represaliado, impidiéndosele volver a la sede primada y teniendo que morir en el exilio».
Habría que añadir que fue asesinado y quemado su obispo auxiliar, el beato Manuel Borrás, que quedó abandonado a su suerte. (ReL explica aquí el martirio de Manuel Borrás).
5. ¿Ha de pedir perdón la Iglesia por cosas que hicieron autoridades franquistas?
Respecto al resto del comunicado de Tarragona, este es el párrafo más confuso: «La Iglesia Católica, maltrecha humana y patrimonialmente por el conflicto bélico y social, esperaba restablecer todo aquello que había perdido y, salvadas honestas excepciones, hipotecó su libertad de acción pastoral a cambio de una protección que la llevó a silenciar lo que el Evangelio reclamaba».
La realidad es que, guste o no, Franco salvó a la Iglesia católica del exterminio.
Sobre lo de “hipotecar su libertad”: ¿cuál, la que no tenía?
Además, como alguien ha escrito: ¿tiene que pedir perdón la Iglesia por cosas que hicieron, como se señala antes en el comunicado, las autoridades franquistas?
Recordemos que ningún sacerdote, religioso u obispo fue miembro de los tribunales que juzgaron los crímenes de guerra y de odio contra la fe posteriores al conflicto civil.
Y es sabido que la Iglesia solicitó a Francisco Franco que fuera clemente. Por ejemplo, la venerable Justa Domínguez de Vidaurreta, Visitadora general de las Hijas de la Caridad, consiguió de Franco que los asesinos de Hijas de la Caridad no fueron condenados a muerte.
6. Exhumar sí, cadáveres de uno y otro bando
Finalmente, por supuesto, que la Iglesia puede y debe favorecer las exhumaciones de uno y otro bando. En el caso de Tarragona, si hay una fosa en un lugar que pertenece a la Archidiócesis y al municipio, ¿de verdad que desde 1979, cuando se aprobó el Estatut de Catalunya, (cuando los restos -lógicamente- estaban en mejor estado que ahora) no se ha podido hacer nada por dignificar e incluso exhumar esa fosa? Ahora es todo como un poco a destiempo.
La Historia déjensela a los historiadores. Y sobre todo dejen que pase un siglo… como poco.
Ceñirse a los políticos actuales, herederos -bajo las mismas siglas- de los que asesinaron a nuestros mártires es bastante absurdo.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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