25/11/2024

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

Hemeroteca Laus DEo09/01/2022 @ 00:51

 

Esta Fiesta es de reciente institución, ya que fue el Papa León XIII quien la mandó a celebrar en 1893 pero sólo a ciertas diócesis; fue en el Pontificado de Benedicto XV, que se hizo extensiva para toda la Iglesia Católica el 26 de Octubre de 1920, situando su celebración en el primer Domingo después de la Epifanía. Curiosamente, en el Pontificado de San Pío X (1903-1904) había sido suprimida.

 

 

«Muy dulce nos es recordar la casita de Nazaret y la humilde existencia que allí se lleva; muy dulce es celebrar con cantos la vida oscura de Jesús… Allí es donde el Divino Niño aprende el oficio de José; allí crece en edad y se muestra dichoso de compartir los trabajos del carpintero… Junto a él se sienta Su dulce Madre; junto a Su esposo mora la abnegada esposa, la cual se siente feliz de poder aliviar sus fatigas con Sus tiernísimos cuidados» (Himno de Maitines,  compuesto por el Papa Léon XIII)

Comienza el Introito de la Misa de este día con las bellas palabras del Libro de los Probervios (cap.23, vers.24-25): Exsúltat gáudio Pater Justi, gáudeat Pater tuus et Mater tua, et exsúltet quae genuit te. (Salte de júbilo el Padre del Justo, alégrense tu padre y tu madre, y regocíjese la que te dio a luz). Y lo corona bellísimamente con las palabras del Salmo 83, 2-3: Quam dilécta tabernácula tua, Dómine virtútum! Concupíscit et déficit ánima mea in átria Dómini (¡Cuán deseables son Tus moradas, Dios de los ejércitos! Suspira y desfallece mi alma por morar en los atrios del Señor.)

La Epístola de San Pablo a los Colosenses (cap.3, vers. 12-17) busca recordarnos que la atmósfera de una vida profundamente cristiana, especialmente en el ámbito familiar, se debe componer de bondad, caridad, comprensión mutua, oración, acción de gracias y alegría en el Espíritu Santo.

El verso del Aleluya, tomado del Profeta Isaías (cap.45,vers. 15)  «Verdaderamente eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador», sirve muy propicio de antesala a la lectura del Evangelio de San Lucas (cap.2, vers. 42-52) que nos narra el pasaje de la subida a Jerusalén de la Sagrada Familia cuando Jesús tenía 12 años, en que sobresale el hecho que Jesús consciente y fiel cumplidor de la misión que le había encomendado Su Padre, no deja de someterse humildemente a Nuestra Señora la Virgen María y San José.

Dice el Gradual de la Misa: «Una sola cosa pido al Señor y deseo ardientemente: morar en la casa del Señor todos los días de mi vida» (Salmo 26,4). Quiera Dios concedernos este deseo; pero, ¿cómo?. Tal vez podríamos hacer todo lo que esté de nuestra parte para que en casa, con los nuestros, se vivan todos estos sentimientos que la liturgia ha presentado como ideal de vida cristiana, de los que nos sirven de ejemplo los Miembros de la Sagrada Familia; de ese modo nuestros hogares, también con todo derecho, podrían llamarse Casa del Señor y podríamos repetir: «Felices Señor, los que habitan en tu casa; por los siglos de los siglos te alabarán» (Salmo 83, 5).

Pidamos estas gracias con las palabras de la colecta de la Misa:

«Señor Nuestro Jesucristo, que sujeto a María y a José, consagraste la vida de familia con inefables virtudes; haz, que, con el auxilio de ambos, nos instruyamos con los ejemplos de Tu Sagrada Familia y alcancemos Tu eterna compañía. Tú que vives y reinas con Dios Padre, en Unidad del Espíritu Santo y eres Dios por todos los siglos de los siglos. Amen.»

 

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