Alain Finkielkraut, filósofo agnóstico francés de origen judío, que desde hace un tiempo considera que el wokismo funciona como una religión (mala y falsa), ha arremetido contra la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, entrevistado en Le Figaro.
«El diluvio que cayó sobre la Ciudad de la Luz sólo puede ser un castigo divino. Hay algo bueno en la desgracia: después de esta velada apocalíptica, me hice creyente», declaró, acumulando críticas contra la ceremonia.
No es que se haya hecho creyente de verdad (aunque, quién sabe, todo es empezar) sino que quiere decir que agradece que lloviera a mares contra una ceremonia horrorosa, contra la que no escatima críticas.
«No me parecía posible hacerlo peor, es decir, ser a la vez más más obsceno y más conformista, que Eurovisión. Me equivoqué: nada es imposible para los franceses», apunta Finkielkraut, contundente.
«Seamos claros: fue un espectáculo grotesco, que, desde las drag queens hasta Imagine y desde la celebración de la sororidad hasta la decapitación de María Antonieta (una de las páginas más «gloriosas» de nuestra historia) desplegó piadosamente todos los estereotipos de la época», añade el filósofo, que ha escrito en su obra sobre antisemitismo, olvido del pasado y la memoria y multirracismo.
«Patrick Boucheron [historiador, catedrático del Collège de France] tiene razón en una cosa: el genio francés brilló por su ausencia. No estoy hablando de grandeza. ¡No me importa lo grande que sea! No, entre la horrible coreografía de Lady Gaga y los dolorosos exhibicionismos de Philippe Katerine, ¿dónde estaba el gusto, la gracia, la ligereza, la delicadeza, la elegancia, incluso la belleza? La belleza ya no existe», lamenta Alain Finkielkraut.
«Incluso hicimos un trío. ¡Homofóbico quien se queje! ¿Y por qué el desfile tenía que ser tan agresivamente feo? Thomas Jolly y Patrick Boucheron se aplauden por su audacia transgresora, aunque sean celosos servidores de la doxa. La nación, decididamente orientada hacia el futuro, confía a los historiadores la tarea de dilapidar su patrimonio. El Collège de France, que fue durante mucho tiempo un centro de libre pensamiento, se ha convertido ahora en el bastión de la ideología», denuncia.
Trío sexual en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París: el filósofo Finkielkraut lo critica y defiende el derecho a criticarlo.
«Annie Ernaux reemplazó a Proust y Houria Bouteldja a Emile Zola. La palabra que involuntariamente me viene a la mente ante este grandioso fiasco es decadencia. ¿Qué queda de Francia en Francia y de Europa en Europa? ¿Qué pasó con el Viejo Continente?», advierte el filósofo.
El periodista de Le Figaró le comenta que, según algunos, si los que se quejan son de «extrema derecha», es que la ceremonia fue un éxito, por lo que Finkielkraut corre riesgo de ser considerado extrema derecha.
Pero el filósofo responde: «Hacer oír una voz disonante en este gran concierto extático es correr el riesgo de ser percibido como un rancio aguafiestas de la identidad. Aquí estoy entre los maurrassianos [Charles Maurras fue un agnóstico monárquico elocuente contra la Francia republicana]. Esta infame etiqueta da testimonio de la confusión de la época. El hijo de inmigrantes que soy no puede resignarse a la fealdad y la degradación de lo que tanto ama a su corazón«, explica Finkielkraut, que es hijo de un judío deportado a Auschwitz.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
El Papa da luz verde al estudio de la vida del rey Balduino de Bélgica para una futura beatificación
La Iglesia clama por Burkina Faso: casi la mitad del territorio está en manos de los terroristas
Una monja ghanesa rescata a «niños espíritu» considerados por la sociedad como malos augurios