04/01/2025

Francisco desmiente a quienes ven a Dios como «una vaga idea religiosa» o una «agradable emoción»

Francisco celebró dos actos esta primera mañana de 2025, al presidir en la basílica de San Pedro la misa de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios y rezar posteriormente el Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico, donde recordó que también se celebra en esta fecha la 58ª Jornada Mundial de la Paz.

Nuestro Dios no es abstracto ni emocional

«Al comienzo de un nuevo año que el Señor nos concede, es hermoso poder elevar la mirada de nuestro corazón a María«, comenzó diciendo el Papa en la homilía de la misa, porque María «nos remite a Jesús, nos habla de Jesús, nos orienta hacia Jesús», y de esta forma la fiesta que se celebra «nos introduce nuevamente en el misterio de la Navidad«.

Las palabras de Francisco se centraron precisamente en eso, en la consideración de que «Dios se hizo uno de nosotros en el vientre de María«, que es así la puerta por la que Dios entra en el mundo. Por ser «nacido de una mujer», «Jesús, nuestro Salvador, se hizo carne y se revela en la fragilidad de la carne».

«Hay una tentación, que atrae hoy a muchas personas y que puede seducir también a muchos cristianos», dijo el Papa: «Imaginar o fabricarnos un Dios ‘abstracto’, vinculado a una vaga idea religiosa, a alguna agradable emoción pasajera». Pero no es así, por su nacimiento humano Dios «tiene un rostro y un nombre, y nos llama a relacionarnos con Él».

Numerosos niños acudieron a saludar a Francisco después de la misa.

Dios se revela así «en la fragilidad de la carne» y se nos muestra «en la fragilidad de un Niño… necesitado del cuidado de su madre, necesitado de pañales y de alimento, de caricias y de amor». Será una constante en la vida de Jesús, subrayó Francisco, pues elige siempre «la pequeñez y el ocultamiento» para revelar «el amor de Dios en la belleza de su humanidad, habitando entre nosotros, compartiendo la vida ordinaria hecha de fatigas y de sueños, mostrando compasión por los sufrimientos del cuerpo y del espíritu, abriendo los ojos de los ciegos y reanimando a los extraviados de corazón».

Vemos así en Él «las tres actitudes de Dios«, que son «la misericordia, la cercanía y la compasión». Por eso Jesús «sigue viniendo en todos aquellos que necesitan del mismo cuidado; en cada hermana y hermano que encontramos y que requiere atención, escucha y ternura».

Francisco concluyó la homilía pidiendo a la Virgen que «aprendamos a cuidar de toda criatura nacida de una mujer, sobre todo protegiendo el don precioso de la vida, como lo hizo María: la vida en el vientre materno, la vida de los niños, la de aquellos que sufren, la vida de los pobres, la vida de los ancianos, la de quienes están solos, la de los moribundos».

Y también invitó a encomendarle a Nuestra Señora «los interrogantes, las preocupaciones, los sufrimientos, las alegrías y todo lo que llevamos en el corazón. ¡Ella es madre! Confiémosle a ella el mundo entero, para que renazca la esperanza, para que finalmente florezca la paz en todos los pueblos de la tierra».

Un gesto de perdón

«En el corazón de María«, reiteró después en el Ángelus, «late la esperanza de la redención y de la salvación de todas las criaturas».

La Plaza de San Pedro registró en el 1 de enero una asistencia superior a la de los Ángelus habituales.

E hilvanó este hecho con la Jornada Mundial de la Paz, al recordar que «las madres siempre tienen a sus hijos en el corazón», y muchas de ellas lo tienen hoy «lleno de dolor porque a sus hijos se los han llevado la violencia, la soberbia, el odio. ¡Qué bella es la paz y qué inhumana la guerra, que destroza el corazón de las madres!».

Por eso pidió a todos cuestionarse si sabemos «contemplar en silencio el nacimiento de Jesús» y si procuramos «guardar en el corazón este Advenimiento y su mensaje de bondad y salvación», y corresponder a un don tan grande «con un gesto gratuito de paz, de perdón, de reconciliación… Todos encontraremos algo que podamos hacer y que hará bien».

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»