En la reflexión preparada por el Pontífice para la Audiencia General del Miércoles Santo, anulada por la convalecencia en curso, el Santo Padre ha recordado la parábola del Hijo Pródigo y ha asegurado a los fieles que no importa lo lejos que nos hayamos desviado, nuestro Padre amoroso nos espera con los brazos abiertos.
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