El Papa Francisco ha aprovechado el habitual mensaje navideño ante la Curia romana (cardenales y otros funcionarios eclesiales) para hablar de la importancia de «escuchar» y de «transmitir la pasión» a los que la perdieron.
«La dificultad, hoy, consiste en transmitir la pasión a quienes hace tiempo la perdieron. Sesenta años después del Concilio, seguimos debatiendo sobre la división entre ‘progresistas’ y ‘conservadores’, mientras que la distinción central se da entre ‘enamorados’ y ‘habituados’. Esta es la diferencia. Y sólo caminan los que aman», dijo el Papa.
Las palabras del Papa en este mensaje navideño resonaban con ecos peculiares en el marco de la gran confusión y perplejidad a raíz de la declaración Fiducia Supplicans, que varias conferencias episcopales ya han declarado que no aplicarán en sus países, y que cada obispo, párroco, teólogo y comentarista interpreta a su manera.
El Papa insistió: «Los miedos, las rigideces y la repetición de esquemas generan inmovilidad, que tiene la aparente ventaja de no crear problemas –quieta non movere-, nos llevan a vagar ociosamente en nuestros laberintos, perjudicando el servicio que estamos llamados a ofrecer a la Iglesia y al mundo entero».
Y exhortó: «Permanezcamos vigilantes contra el fijismo de la ideología que, a menudo, bajo la apariencia de buenas intenciones, nos separa de la realidad y nos impide caminar».
Continuó en esa línea: «Cuando el servicio que realizamos corre el riesgo de aplanarse, de ‘laberintear’ en la rigidez o en la mediocridad, cuando nos encontramos enmarañados en las redes de la burocracia y del “salir del paso”, acordémonos de mirar hacia lo alto, de recomenzar desde Dios».
También dijo que «la fe cristiana, recordémoslo, no quiere confirmar nuestras seguridades, ni hacer que nos instalemos en fáciles certezas religiosas, o regalarnos respuestas rápidas a los complejos problemas de la vida».
«Quien cree que ya lo sabe todo»
También animó a «escuchar» como María al Ángel, con «con humildad y estupor«, evitando «la postura de quien cree que ya lo sabe todo, de quien ya ha interpretado las cosas aun antes de escucharlas».
«También en la Curia es necesario aprender el arte de escuchar», señaló el Santo Padre, invitando a “redescubrir el valor de las relaciones, y tratar de despojarlas de formalismos, para animarlas con espíritu evangélico, ante todo escuchándonos recíprocamente. Con el corazón y de rodillas. Escuchémonos más, sin prejuicios, con apertura y sinceridad; con el corazón, de rodillas».
Discurso del Papa Francisco a la Curia justo antes de la Navidad de 2023.
Discernir con valor, no con criterios mundanos
Después, habló de la necesidad de discernir, con humildad y valor, como hizo San Juan Bautista. «Para todos nosotros es importante el discernimiento, ese arte de la vida espiritual que nos despoja de la pretensión de saberlo ya todo, del riesgo de pensar que es suficiente aplicar las reglas, de la tentación de proceder, incluso en la vida de la Curia, repitiendo simplemente esquemas, sin considerar que el Misterio de Dios nos supera siempre y que la vida de las personas y la realidad que nos rodea son y siguen siendo siempre superiores a las ideas y a las teorías».
Según el Papa, el discernimiento debe ayudar, también en la Curia, «a ser dóciles al Espíritu Santo, a ser capaces de elegir orientaciones y tomar decisiones no según criterios mundanos, o simplemente aplicando reglamentos, sino según el Evangelio». Y pidió «ser una Iglesia que busca interpretar los signos de la historia con la luz del Evangelio».
Visita a los empleados del Vaticano: Dios en la pequeñez
Francisco este jueves ha recibido también en el Aula Pablo VI a los empleados del Vaticano (de la Santa Sede y del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano) y a sus familias en la habitual recepción navideña.
Hablando antes padres y madres de familias, aseguró que el estilo de Dios no es «grandioso ni ruidoso», sino que «es el estilo de la ocultación y la pequeñez».
Dios, dijo, «se hace presente de la manera más ordinaria posible, haciéndose uno de nosotros». Así, dijo, «Dios se esconde en la pequeñez de un Niño que nace, en un matrimonio -María y José- que no es el centro de atención, en la pobreza de un establo porque no había sitio para ellos en el alojamiento».
No a la religiosidad artificial
«Él es el Dios de los pequeños, el Dios de los últimos y, con Él, todos aprendemos el camino para entrar en el Reino de Dios: no una religiosidad aparente y artificial, sino hacerse pequeños como niños«, predicó.
También habló del testimonio cristiano en lo cotidiano y lo sencillo. «El bien, aunque esté escondido y sea invisible, crece sin hacer ruido, se multiplica inesperadamente y difunde el perfume de la alegría», añadió.
Frente a una época llena de maquillaje y falsedades, la familia ofrece verdad, porque «en la familia no cuentan las apariencias ni las máscaras -en la familia se sabe todo-, o en todo caso duran poco» y pidió que no falte el amor, la ternura y la compasión mutua. «Esto es lo que les deseo: que estén atentos, en sus casas y en sus familias, a las pequeñas cosas de cada día, a los pequeños gestos de gratitud, a la consideración del cuidado».
Y animó a contemplar el pesebre e imitar «la atención y la ternura de María y José hacia el Niño que nace».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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