El Papa Francisco clausuró ayer el 23 de septiembre la sesión final de los Encuentros Mediterráneos, que se celebraron durante una semana en el Palacio del Faro de Marsella; oportunidad en la que recordó que ese mar es un «espejo del mundo» y «lleva en sí mismo una vocación global de fraternidad, único camino para prevenir y superar los conflictos».
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