Esta Nochebuena, el Papa Francisco inauguró en el Vaticano el Jubileo Ordinario de 2025 con el icónico rito de la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro. Fue la primera de un total de cuatro aperturas ordinarias, a la que seguirá el 29 de diciembre la de la basílica de San Juan de Letrán, Santa María la Mayor, el 1 de enero de 2025; y San Pablo Extramuros, el 5 de enero. Por deseo expreso del Papa Francisco, el 26 de diciembre el Pontífice abrirá la Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia de Roma, para ofrecer a los presos un signo concreto de cercanía, «a fin de que sea para ellos un símbolo que invita a mirar al futuro con esperanza y con un renovado compromiso de vida».
«Esta es la puerta del Señor. Por esta puerta entran los justos Entraré en tu casa, Señor. Me postraré ante tu templo santo. Ábranme las puertas de la justicia. Entraré para dar gracias al Señor», se leyó segundos antes de la apertura en el Vaticano.
Con la apertura de la Puerta Santa, Francisco daba comienzo a un Jubileo que se extenderá durante todo 2025 y hasta el 6 de enero de 2026 bajo el lema «peregrinos de esperanza».
Tras el acceso de Francisco a la basílica, le siguieron los cardenales, arzobispos, obispos y representantes de la Iglesia de los cinco continentes, dirigiéndose hacia el Altar de la Confesión.
«Nuestra esperanza es que Dios se hizo uno de nosotros»
En la homilía, Francisco repasó los propósitos fundamentales del Jubileo al mismo tiempo que los comparaba al contenido de la Navidad, remarcando que la auténtica esperanza es que «Dios se hizo uno de nosotros para hacernos como Él, descendió entre nosotros para elevarnos y llevarnos al abrazo del Padre. El infinitamente grande se hizo pequeño; la luz divina brilló entre las tinieblas del mundo, la gloria del cielo se asomó a la tierra. Y si Dios viene, aun cuando nuestro corazón se asemeja a un pobre pesebre, podemos decir: la esperanza no ha muerto, la esperanza está viva».
`El infinitamente grande se hizo pequeño; la luz divina brilló entre las tinieblas del mundo, la gloria del cielo se asomó a la tierra. ¿Cómo? En la pequeñez de un Niño. Y si Dios viene, aun cuando nuestro corazón se asemeja a un pobre pesebre, entonces podemos decir: la esperanza no ha muerto, la esperanza está viva´, remarcó en la homilía de Nochebuena.
De este modo, Francisco recordó a los fieles y los millones de peregrinos del Jubileo 2025 -que puede ser en el Vaticano o en las diócesis- que «cada uno puede entrar en el misterio de este anuncio de gracia. En esta noche, la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo; en esta noche, Dios dice a cada uno: ¡también hay esperanza para ti! Hay esperanza para cada uno de nosotros», explicó.
Un Jubileo para recuperar y renovar la esperanza perdida
Los peregrinos, que según el Vaticano superarán los 30 millones en las puertas santas de Roma, fueron comparados por Francisco a los pastores de Belén, llamándoles no solo a «recuperar la esperanza perdida«, sino también a «renovarla y sembrarla en las desolaciones de nuestro tiempo rápidamente», dijo en referencia a las guerras, la muerte violenta de niños o los ataques a hospitales y escuelas.
En su llamado a «traducir la esperanza en las distintas situaciones de la vida», recordó que «la esperanza cristiana no es un final feliz que hay que esperar pasivamente«, sino «la promesa del Señor que hemos de acoger aquí y ahora». Y esta esperanza, agregó, «nos indignemos por las cosas que no están bien y que tengamos la valentía de cambiarlas; nos pide que nos hagamos peregrinos en busca de la verdad, soñadores incansables, mujeres y hombres que se dejan inquietar por el sueño de Dios; que es el sueño de un mundo nuevo, donde reinan la paz y la justicia».
En su llamado a «ser como los pastores», Francisco invitó a los fieles a aprender su ejemplo, recordando también que la esperanza «no admite la falsa prudencia de quien no se arriesga por miedo a comprometerse, el cálculo de quien sólo piensa en sí mismo; o la vida tranquila de quien no alza la voz contra el mal ni contra las injusticias que se cometen sobre la piel de los más pobres». Por el contrario, incidió, «la esperanza cristiana, mientras nos invita a la paciente espera del Reino que germina y crece, exige de nosotros la audacia de anticipar hoy esta promesa».
La esperanza cristiana, dijo Francisco, `pide que no nos demoremos, que no nos dejemos llevar por la rutina, que no nos detengamos en la mediocridad y en la pereza; que nos indignemos por las cosas que no están bien y que tengamos la valentía de cambiarlas; que nos hagamos peregrinos en busca de la verdad´.
El Papa invitó a que en Navidad los fieles se encuentren contentos pero también «insatisfechos», deseosos de tener en el alma «el deseo de algo más» y «no quedarse quietos».
«No olvidemos que el agua estancada es la que primero se corrompe. La esperanza cristiana es precisamente ese `algo más´ que nos impulsa a movernos `rápidamente´. A nosotros, discípulos del Señor, se nos pide, en efecto, que hallemos en Él nuestra mayor esperanza, para luego llevarla sin tardanza, como peregrinos de luz en las tinieblas del mundo«.
Francisco concluyó dirigiéndose a los fieles y llamando a redescubrir durante el Jubileo la alegría del encuentro con el Señor llama a la renovación espiritual y nos compromete en la transformación del mundo. El Jubileo se abre para que a todos les sea dada la esperanza, la esperanza del Evangelio, la esperanza del amor, la esperanza del perdón. Volvamos al pesebre, contemplemos el pesebre, miremos la ternura de Dios que se manifiesta en el rostro del Niño Jesús».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
More Stories
Entrevista inédita a Ratzinger: «El verdadero Jesús es el que nos presentan los Evangelios»
En Belén, la Gruta de la Leche sigue atrayendo a embarazadas con problemas: usan el polvo de la roca
¿Quién quiso asesinar a la Navidad? Tres intentos fallidos y tres resurrecciones gloriosas