La mañana del viernes fue intensa para el Papa. Despachó con los cardenales Francis Prevost, prefecto del Dicasterio para los Obispos, y Víctor Manuel Fernández, prefecto de la Doctrina de la Fe, al día siguiente del pronunciamiento claro de la totalidad de las conferencias episcopales africanas contra Fiducia supplicans. Recibió al nuncio apostólico en Albania, monseñor Luigi Bonazzi, y a Patrick E. Kelly, Caballero Supremo de los Caballeros de Colón, quienes sufragarán la restauración del baldaquino de Bernini en la basílica de San Pedro. Kelly estuvo acompañado por el arzobispo de Baltimore, William Lori.
Cuatro recepciones
Por último, se sucedieron hasta cuatro recepciones a distintos grupos, uno de los cuales, sin embargo, no pudo escucharle más que unas palabras de excusa por no poder leer el discurso preparado.
A los participantes en un congreso de responsables de comunicación de diócesis , congregaciones y movimientos franceses, que concluía un congreso de cuatro días, Francisco les pidió disculpas: «Querría leer todo el discurso, pero tengo un problema, tengo un poco de bronquitis y no puedo hablar bien. Si no os sentís ofendidos, entregaré la copia del discurso, me canso mucho al hablar. Disculpadme. Gracias por vuestra comprensión».
A pesar de sus dificultades de movilidad y palabra, Francisco pudo departir un buen rato con todos los grupos (como, en la foto, los comunicadores católicos). Foto: Vatican Media.
A cambio, los asistentes pudieron dedicar el tiempo del discurso a saludar uno a uno al Papa.
Consejos para la comunicación: testimonio, valentía, apertura de miras
Estos encuentros reúnen periódicamente en Roma a 150 personas con responsabilidad en la comunicación de la Iglesia, para conocer los medios vaticanos y preparar con ellos el Jubileo del año 2025.
El las palabras que tenía preparadas, el Papa les animó a «compartir, rezar y escuchar» durante estas reuniones, sobre todo «para redescubrir la raíz de lo que comunicamos, la verdad de la que estamos llamados a dar testimonio, la comunión que nos une en Jesucristo«. Así se evita «el error de pensar que el objeto de nuestra comunicación son nuestras estrategias o iniciativas individuales», y se evita también «encerrarnos en nuestras soledades, miedos y ambiciones, y confiarlo todo al progreso tecnológico».
De ahí la importancia de «comunicar con el corazón, escuchar con el corazón y ver con el corazón lo que otros no ven, para compartirlo y contárselo y darle la vuelta a la perspectiva y las categorías mundanas».
«Comunicar», insistía en su alocución, «no es apostarlo todo a la organización ni adoptar tal o cual técnica: es estar en el mundo para hacerse cargo de los demás, es serlo todo para todos y compartir con ellos una lectura cristiana de los acontecimientos… es construir una red para compartir el bien, la verdad y la belleza con relaciones sinceras«.
En un consejo que vale para todos los comunicadores católicos, y no solo para quienes estaba previsto que lo escucharan, Francisco apuntó «tres palabras como referentes en e camino: testimonio, valentía y apertura de miras«.
Testimonio, para dar a conocer todo lo bueno que hay en la Iglesia, y que queda a veces oculto entre «las sombras»: «La sociedad quiere y necesita escuchar la palabra de la Iglesia como la de una Madre que a todos ama».
Valentía: «No tengáis miedo, tened coraje», pero un coraje «que viene de la humildad y de la seriedad profesional, que haga de vuestra comunicación una red cohesionada y al mismo tiempo abierta, extravertida». El Papa pidió a los comunicadores católicos que no se desalienten aunque los destinatarios de su misión parezcan «indiferentes, escépticos, a veces críticos u hostiles»: «No les juzguéis, compartid la alegría del Evangelio, el amor que nos permite conocer a Dios y comprender al mundo… Ellos buscan a Dios y lo buscan también a través de vosotros».
Por último, apertura de miras para «mirar lejos», para «mirar el mundo entero en su belleza y su complejidad». Si el ruido de nuestro tiempo no permite ver «lo esencial», «hay que comunicárselo con una creatividad que nace del amor«.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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