El ejecutivo de Giorgia Meloni, presidente de turno del G7 (encuentros periódicos de siete gobiernos: Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia), promovió por medio de su ministra de Discapacidad, Alessandra Locatelli, una iniciativa primeriza. Se trata del G7 Inclusión y Discapacidad, que se ha celebrado por primera vez del 13 al 16 de octubre, congregando a los correspondientes responsables ministeriales de dichos países.
Este jueves los participantes fueron recibidos por Francisco, quien les transmitió su «gratitud y aprecio» por su empeño «en promover la dignidad y los derechos de las personas con discapacidad» y dedicó una mención personal a Locatelli por la idea y el impulso a este encuentro. Asimismo, elogió la denominada Carta de Solfagnano, que firmaron todos los ministros correspondientes y detalla los objetivos y compromisos que promoverá en lo sucesivo el G7 Inclusión y Discapacidad: «Toda persona es parte integrante de la familia universal y nadie debe ser víctima de la cultura del descarte. Nadie«, dijo el Papa.
Entre los invitados por Locatelli al G7 Inclusión y Discapacidad estaba la Fundación Jérôme Lejeune, por sus treinta años de experiencia en el trabajo con personas con discapacidad intelectual de origen genético. Su director general, Grégoire François-Dainville, quien defendió que el acceso a la salud de las personas con discapacidad intelectual debe convertirse en una prioridad de salud pública, por lo que los Estados deben financiar consultas médicas especializadas para hacerlo posible.
Grégoire François-Dainville (a la derecha en la foto), director general de la Fundación Jérôme Lejeune, durante una sesión del G7.
Francisco coincidió con ese objetivo al señalar en su intervención que «la inclusión de las personas con discapacidad debe ser reconocida como una prioridad por todos los países», no solo adaptando las «estructuras», sino cambiando la «mentalidad«, de modo que «las personas con discapacidad sean consideradas a todos los efectos como partícipes de la vida social«, tanto en el ámbito laboral como en el cultural o deportivo.
Ancianos y no nacidos
El Papa hizo en varias ocasiones referencia expresa a los ancianos, porque ellos son «sabiduría» y sin embargo «se les descarta como si fuesen «un zapato viejo».
Pero también mencionó a los más débiles entre los débiles: «Señoras y señores, veo su trabajo como un signo de esperanza para un mundo que con demasiada frecuencia olvida a las personas con discapacidad o, desgraciadamente, se deshace de ellas antes de que nazcan: ven la ecografía… y ‘se devuelve al remitente’«. Una clara referencia al aborto por ‘malformación del feto’, que todos los países del G7 permiten, financian y, en algunos casos, promueven.
Por eso animó a los presentes a continuar con la senda emprendida, «inspirados por la fe y por la convicción de que toda persona es un don precioso para la sociedad«.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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