Este lunes, la Fundación CARF ha comenzado su campaña solidaria Uno más por Navidad. Con ella, Fundación CARF propone invitar a cenar de forma simbólica durante las celebraciones de Navidad a uno de los 2.171 hombres y mujeres que estudian y viven en Roma o Pamplona para formarse gracias a la Fundación para volver después a sus hogares.
Basándose en esta histórica costumbre cristiana de caridad y de solidaridad, Fundación CARF busca ahora movilizar al apoyo de seminaristas, sacerdotes y religiosas de todo el mundo que han dedicado su vida al servicio de la Iglesia.
Entre las formas posibles de participar en la campaña, se invita a los interesados a rezar por todos ellos después de bendecir la mesa, en Navidad y todos los días, compartir el gesto en redes sociales llamando e inspirando a otros a sumarse y finalmente haciendo una donación especial de Navidad a través del formulario de su página web.
Uno de ellos es el angoleño Nataniel de Jesús Lourenço Diogo, hoy un joven seminarista de la diócesis de Luanda nacido en abril del año 2000, en una familia muy lejos de la Iglesia.
El joven habló con Fundación CARF sobre el origen religiosos de su padre, militar y seguidor de la iglesia kimbanguista, un conglomerado de cristianismo protestante y creencias tradicionales africanas con cerca de 35 millones de seguidores en todo el mundo. Su madre, Isabel, fue bautizada como católica pero acabó profesando el protestantismo.
Todo cambió para Nataniel en 2012, cuando su madre regresó a la Iglesia.
«Nos dio la orden de que ya no asistiríamos a ninguna otra iglesia, y comenzamos a ir a la iglesia católica cada domingo», cuenta él.
Nataniel, que había crecido con una práctica religiosa consolidada en el protestantismo, estudiando la Biblia y soñando con ganar alguno de los concursos bíblicos, percibió el cambio como extraño.
Pero al ir a catequesis, Nataniel descubrió las enseñanzas de la Iglesia y recuperó la motivación en el estudio de la doctrina, la Biblia y la historia de la Iglesia, lo que fortaleció su fe y dio un nuevo sentido a su vida.
El siguiente momento cumbre fue 2015, cuando se unió al grupo de acólitos, acercándose a la liturgia y al sacerdote y bautizándose, mismo año que comenzó la escuela secundaria. El mismo año, el seminario comenzó a ser algo más que una idea para él.
«Quería entregar mi vida a la salvación de las almas»
«Ver al párroco desempeñar su ministerio me motivaba a seguir sus pasos. Sentía en lo más profundo de mi ser que mi vocación era ser sacerdote, para entregar mi vida al servicio de Dios y para la salvación de las almas. Quería ser un instrumento de Dios en medio de su pueblo», cuenta.
Conforme avanzaba en sus estudios, Nataniel lo hacía siempre de forma brillante. Pero habiendo obtenido una beca para estudiar ingeniería informática en Londres o Estados Unidos, decidió compartir con sus padres su deseo de entrar al seminario. Recuerda aquel año, 2017, como «un momento difícil, especialmente para mi madre. No entendía por qué quería dar ese paso tan radical en mi vida. Para ella, que su único hijo varón tomara este camino era duro de entender«.
Aquel hito coincidió con la conversión o regreso de sus padres a la Iglesia, mientras se abrían al nuevo deseo de su hijo.
Finalmente, en febrero de 2018, los padres de Nataniel aceptaron la decisión de su hijo de ser sacerdote y el 25 de febrero ingresó en el seminario archidiocesano de Luanda, un paso decisivo hacia el sueño de su vocación.
«Fue un momento de gran alegría y de gratitud hacía Dios por haberme permitido seguir el camino que sentía que Él había preparado para mí», comenta.
«Una verdadera obra de Dios»
Hoy, valora con entusiasmo una vocación que nació «en un contexto familiar diverso», pero que hoy valora como «una verdadera obra de Dios«.
«Mi deseo es seguir adelante, con fe y con esperanza, dedicando mi vida al servicio de Dios y de su pueblo. Podemos perder la fama, la juventud, el dinero…, pero lo único que verdaderamente no se puede perder es a Cristo», comenta con ánimo.
Nataniel se despide mencionando a los benefactores de Fundación CARF que le posibilitan finalizar sus estudios: «Gracias a su apoyo puedo comprometerme en la misión de la Santa Madre Iglesia de llevar el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo a todas las naciones».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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