Desde hace tiempo, en los países occidentales el modelo parroquial ha cambiado sustancialmente. Quizá no en cuanto a la normativa, pero indudablemente en la práctica.
Antiguamente, lo habitual era que cada persona acudiera principalmente a la parroquia que le correspondía y en ella transcurriese el grueso de su vida cristiana. Si se mudaba a otro domicilio, cambiaba su parroquia territorial y a partir de entonces esa era su parroquia a todos los efectos, aunque pudiese asistir puntualmente a otros lugares de culto. La definición teórica y también práctica de la parroquia era territorial.
Ahora, en cambio, al menos en las ciudades, pero cada vez más fuera de ellas, a efectos prácticos la parroquia ha dejado ser territorial. Tu parroquia es donde vayas habitualmente y no la que corresponda territorialmente a tu casa. Cada uno elige donde quiere asistir por criterios muy variados.
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