22/12/2024

Hace 20 años dijeron que con más feminismo habría más natalidad: Europa muestra que no es así

Con el manifiesto de 2004 del parlamentario británico David Willetts y su incendiaria sentencia de que «el feminismo es el nuevo natalismo» surgió una corriente, la del «feminismo natalista» o el «feminismo de la fecundidad».

Un postulado transversal que ligaba el incremento de la natalidad a la desaparición del hipotético «patriarcado», de modo que solo con la incorporación masiva de la mujer al trabajo o la desaparición de los llamados «roles tradicionales de género» se podría revertir la extendida pirámide de población invertida y el invierno demográfico.

Los países nórdicos, Finlandia, Suecia o Noruega, son frecuentemente enmarcados en esta tendencia feminista por sus propuestas de conciliación laboral, fomento de la natalidad y división de responsabilidades.

En Finlandia, por cada hijo se ofrecen hasta 320 días de permiso a repartir entre el padre y la madre -además de 40 días a la madre antes del parto-, manteniendo el sueldo al 100% hasta los tres primeros meses de vida. Según declaró un padre español residente en Finlandia a COPE, el ejecutivo también ofrece una asignación por hijo, dan alrededor de 90 euros al mes hasta que cumpla 18 años y con el segundo hijo se incrementa.

En Suecia hay 18 meses de baja. Por su parte, el gobierno de Noruega da hasta 3.600 euros por nacimiento, con una baja de 49 semanas -19 de ellas a escoger entre padre y madre- y si la madre no quiere trabajar en su segundo año de vida, recibe hasta 700 euros mensuales para cuidados.

Tanto es así que en su estudio La revolución de género, Frances Goldscheider, Eva Bernhardt y Trude Lappegård prometían en 2015 grandes resultados para la Suecia «extraordinariamente igualitaria» de los «valores más progresistas».

El relato oficial es que Suecia es el vivo ejemplo de la compatibilidad entre el igualitarismo de género y el fortalecimiento de la familia. Su revolución de género, una legión de hombres feministas y un Estado con ayudas a espuertas para madres embarazadas parecían estar cerca de lograr la deseada tasa de reemplazo generacional.

Sin embargo, en un reciente artículo publicado en Compact, el investigador y profesor de Ciencia política Darel E. Paul preconizaba El fracaso del natalismo feminista: según sus cálculos,  los nacimientos previstos para 2023 en Suecia se encuentran en su nivel más bajo en dos décadas y la tasa de fertilidad apunta a mínimos históricos, probablemente por debajo de 1,5 hijos por mujer.

Según sus datos, el número de nacimientos en Suecia ha disminuido más del 12% y la tasa de fertilidad ha caído casi un 14% desde 2021. El futuro no es alentador. Las posibilidades de que las mujeres suecas alcancen una recuperación de la fertilidad a finales de la década de 2020 son, según Paul, «remotas».

El investigador, profesor de Ciencia política y columnista en Compact, Darel E. Paul. 

Suecia no es  el único país con mal pronóstico. De hecho, los otros dos socios del «paraíso» de la maternidad feminista, Noruega o Finlandia, asisten igualmente a una disminución en las tasas de fertilidad y de nuevas familias.

«Especialmente preocupantes» son las cifras en «en todo Europa», pero especialmente en Francia, Italia o España, donde el  investigador habla de «desastre».

Según los datos recogidos por el investigador relativos a la  natalidad europea de 2023:

En República Checa los nacimientos caerán un 11% respecto al año anterior y un 19% desde 2021.
En Polonia, los nacimientos podrían disminuir en más de un 10% respecto a 2022 y casi un 18% desde 2021.
Los nacimientos en Alemania caerán más del 7% después de un 2022 igualmente sombrío.
En Finlandia los nacimientos caerán en un 13%, seguido del 10% en Dinamarca o el 9% en Países Bajos.
En Francia, se prevé un descenso del 7% desde 2022 y del 9% desde 2021.

Este gráfico de Newtral muestra la evolución de la tasa de fertilidad en los países europeos desde 2001 a 2021. Según estos datos, ninguno alcanza  los 2,1 hijos por mujer necesarios para el remplazo generacional (la perpetuación de una sociedad de padres a hijos). También refleja el retroceso y fracaso del feminismo natalista nórdico. 

Feminismo y patriarcado ya no son viables: «Tendrán que ser creativos»

Para el investigador, el futuro no es alentador porque revertir las políticas actuales no es viable en el corto plazo, tras una generación educada en «la creencia en el poder del igualitarismo de género, del doble sueldo y el doble cuidado».  

Habiendo renunciado al modelo del hombre como sostén de la familia desde hace décadas y promovido el igualitarismo de género durante el mismo tiempo, «regresar al patriarcado no es un modelo viable», pero según los datos de la última década, «el feminismo tampoco es ya un modelo viable«.

La afirmación del investigador no da lugar a dudas: las explicaciones económicas o sociales no son suficientes para explicar la caída de la natalidad, sino que deben añadirse otras de corte «psicológico, biológico y ambiental».

«Los formuladores de políticas en los países occidentales tendrán que ser mucho más creativos si esperan evitar el fracaso de la función social más básica, la reproducción de la próxima generación«, concluye Paul. 

Explicaciones que trascienden lo político

El veterano de Mercatornet, Louis T. March, se ha hecho eco de otras reflexiones que expliquen la caída de la natalidad y el fracaso del «feminismo natalista», como la demógrafa Anna Rotkirch, convencida de que «sea lo que sea lo que ocurre en países como Finlandia, no está impulsado por la economía o las políticas familiares», sino que se trata de  «algo cultural, psicológico, biológico, cognitivo«.

Ross Douthat, columnista del New York Times, profundiza en una explicación de corte moral y trascendental. Especialmente en una sociedad que fomenta la formación de la familia «como una opción entre muchas» o en la que se ha asumido que la responsabilidad o la estabilidad material justifican el retraso a la hora de tener hijos o de familias de tamaño reducido.

La vía española: más inmigración y feminismo y menos natalidad

Lo descrito por los especialistas es sin lugar a dudas un problema fundamentalmente demográfico: hay pocos nacimientos -menos que defunciones-, la esperanza de vida es cada vez mayor, la población envejece y el leve crecimiento demográfico es posible, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones «gracias a un saldo migratorio positivo» en el que las entradas superan a las salidas.

El caso español es especialmente sangrante: según los datos del Instituto Nacional de Estadística, los 322.075 nacimientos de 2023 -6.629 menos que en 2022- representan la cifra más baja desde que se recogen los datos en 1941, gravemente mermada porque el aborto en España elimina 90.000 vidas humanas cada año. 

Por eso es llamativo que los diversos ministerios aporten medidas centradas exclusivamente en la «cohesión territorial, la sostenibilidad ambiental y la habitabilidad humana«, siendo difícil encontrar propuestas relativas a la natalidad o la familia.

Así, la primera propuesta del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social es el fomento de «la igualdad de mujeres y hombres en el mercado de trabajo y en el sistema de protección social».

En el caso del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la principal herramienta para abordar dicho reto es su plan de recuperación y 130 medidas frente al reto demográfico.

Un documento que en 130 páginas desglosando las vías de enfrentar un problema fundamentalmente demográfico, menciona:

74 veces la palabra mujer
7 veces al empoderamiento de la mujer
1 vez la palabra hijos
1 vez la palabra familia
Y en ninguna ocasión menciona las palabras matrimonio, pareja, fertilidad o natalidad

Los ministerios quieren solventarlo «empoderando» a la mujer

Dicho plan consta de diez ejes de actuación, uno de ellos dedicado por entero a la «igualdad de derechos y oportunidades de las mujeres» como vía para  enfrentar la crisis demográfica y de  natalidad. A través de este eje, se lee en el documento, se pretende «impulsar el empoderamiento de las mujeres, asegurar la equidad en políticas de igualdad o garantizar la máxima seguridad y atención a las víctimas de violencia contra las mujeres».

Cuando en el buscador del Ministerio del reto demográfico se introduce la palabra «familia» en búsqueda del papel de la unidad social básica para enfrentar la cuestión demográfica, los pocos resultados que arroja son relativos al ecoturismo y a una serie, La familia sostenible, con 47 capítulos enmarcados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 según la Asociación para las Naciones Unidas en España.  Nuevamente no se encuentra ninguna referencia a la natalidad.

Por su parte, el Ministerio de Igualdad continúa profundizando en la vía del «fracaso del natalismo feminista» descrito por Darel E. Paul tendente hacia «el reparto de tareas» con la creación de aplicaciones como «Te toca», que comparan lo que trabaja en casa un hombre y una mujer. «No se encuentran resultados» para la palabra natalidad, pero sí varias páginas para el término derechos sexuales.

El de la «colaboración» entre hombre y mujer es un discurso muy difundido, aunque endeble según los argumentos y datos expuestos por Paul.

La igualdad de género y  el feminismo, dirían sus defensoras, «no es enemiga de la natalidad, todo lo contrario»: si las mujeres tienen menos hijos, no se debe a su incorporación masiva al mercado laboral, a los anticonceptivos o al aborto sino a un «sistema desigual» en la responsabilidad exclusiva de su cuidado. «Si la carga de los hijos no reposara exclusivamente sobre nosotras, las mujeres que lo desean tendrían incentivos para tener más hijos», aseguran algunas feministas.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»