Sebastián se acaba de despertar, da un salto desde la cama y grita entusiasmado: ¡Han venido los Reyes Magos! Busca su nombre entre los regalos y descubre uno pequeño, que le llama especialmente la atención. Lo abre, y lee emocionado: «WiZink Center de Madrid- Concierto de Hakuna Group Music – Gira Capricho – 6 de enero de 2024».
Es la fiesta de la Epifanía del Señor -la manifestación al mundo de Dios, ¡qué oportuno! ¿no?- y así dará comienzo un día para la historia en el que un grupo de católicos con espíritu, ¡con mucho espíritu!, lograron llenar uno de los recintos más importantes del país.
Sebastián acaba de cumplir 13 años y es un adolescente normal, como el resto de los chicos de su clase, de los que les gusta jugar al fútbol y al Minecraft. Pero hoy está feliz, le encanta la idea de poder escuchar en directo Capricho, el nuevo disco que ha sacado Hakuna.
Dejar las distracciones virtuales por un momento y experimentar la fuerza de unas letras que, gracias a Dios, son muy reales. Escuchar, cantar, gritar… con miles de católicos como él, que merece la pena vivir, que hay esperanza y que «se puede ser joven y profundamente fiel a Jesucristo» (San Juan Pablo II).
«Va a entrar el Rey del capricho»
Es principios del mes de enero y un frío invernal se hace notar en la capital. La noche se ha echado ya sobre la plaza de Felipe II, en el barrio de Salamanca de Madrid, cuando un puñado de familias van de un lado para otro cargando balones nuevos, cochecitos recién estrenados y patinetes que son eléctricos.
‘Dejar las distracciones virtuales por un momento y experimentar la fuerza de unas letras que, gracias a Dios, son muy reales’.
La plaza en la que se sitúa el antiguo Palacio de los Deportes luce sus mejores galas, casi, casi, diría yo, como en el partido de ayer entre el Real Madrid y el Efes, ¡cuatro prórrogas para enmarcar! Aunque, esto, sin duda, lo va a superar, me digo.
Puestos de bebidas, patatas y golosinas… jóvenes con sudadera, parejas que llevan en cada mano a un par de hijos, sacerdotes, monjas, gente en silla de ruedas, mujeres mayores y hasta una recién nacida. Un verdadero pueblo que hace cola para escuchar a un grupo que está revolucionando el panorama de la música católica española.
Cuando llegan las nueve de la noche, las luces se apagan y un grito ensordecedor inunda el recinto. Una voz reclama la presencia del Espíritu Santo, mientras una chica «entusiasmada» -«éndon» (dentro) y «Teós» (Dios), eso es, muy bien, que lleva a Dios dentro- levanta un cartel casero en el que se puede leer: «El amor vence siempre».
«En medio de tantos regalos hay uno que sigue siendo el Rey… Hubo un Rey que se ha encaprichado de nosotros, abrid los ojos que ya está, atentos que va a entrar el Rey del capricho…», dice un joven de Hakuna, mientras se inicia una cuenta atrás en la pantalla. 5,4,3,2,1… y empieza un concierto para el recuerdo, en el día de Reyes, para que 17.000 almas adoren a un Niño pequeño… ¡que esa es la idea!
Sintiendo dudas», ¿no lo podría haber escrito Unamuno? Es muy grande lo que están haciendo estos chicos, pienso yo.
El concierto está siendo apasionante. La gente corea que es la juventud del Papa, mientras uno siente que el Espíritu está cada vez más presente. El WiZink parece un reactor nuclear divino… ¡uy cómo explote! Y, pensar… ¿cómo podemos estar tanta gente equivocada? Tres chicas salen a cantar Baila y déjate de historias y explotan los confetis desde el escenario.
Y, entonces, salen los flamencos al escenario. Tres chicas de blanco radiante mueven sus mantones mientras bailan «el campanillero». Luego, Madre de Hakuna… y alguien del público grita ¡viva la Virgen!, y la gente se arranca con unas palmas. «Te quiero con locura preciosa madre», dice un cartel que enfocan en la pantalla. «¿Cómo no vamos acabar cantando villancicos?», dice uno antes de empezar con un «ande, ande que es la Nochebuena… pero mira cómo beben… y ya vienen los Reyes Magos».
El concierto va llegando a su fin y la gente dice «nooo». Muchos silban y gritan «otra, otra…». Y vuelven al escenario a cantar Ojalá, aunque esta vez será con ayuda del público, que previamente dividen por zonas, y por hombres y mujeres, para que cada grupo cante una parte. El resultado queda espectacular… pero la gente quiere Forofos. Antes, agradecen al obispo Jesús Vidal, vicario de la diócesis de Madrid, que no se lo ha querido perder.
Y, unas palabras, de uno de los jóvenes de Hakuna, servirán de broche para una noche apasionante: «Hace muchos años unos reyes adoraron a un niño, todos tenemos la vocación de adorar a ese niño. Al volver, los reyes se fueron por otro camino, ojalá volvamos todos a casa por otro camino que nos dé la vida«. Las luces se encienden, los jóvenes del escenario se hacen un macroselfie con el público… mientras una cartulina entre la gente resume esta gran noche: «Nos han regalado la eternidad».
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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