18/11/2024

¿Hay pocos voluntarios, como decía Magán? ¿O hay más que nunca? Ambas cosas son ciertas

¿Está bajando la generosidad y el voluntariado? En España y en Estados Unidos, ¿hay una corriente de «egoísmo», o distracciones, que dificultan la entrega, el hacerse voluntario o las vocaciones religiosas y sacerdotales, una entrega aún mayor?

El pasado 8 de marzo, el obispo César García Magán, portavoz de la Conferencia Episcopal Española en una rueda de prensa, relacionó la disminución de vocaciones sacerdotales con «la baja de natalidad, que notan también los colegios y universidades, y desvinculación en la sociedad, igual que hay menos voluntariado, menos compromiso sociopolítico de jóvenes y evidentemente menos práctica de vida cristiana».

El 14 de marzo, la revista America, de los jesuitas de EEUU, publicó un detallado artículo titulado: «¿Dónde se han ido los voluntarios? Lo que hay detrás del declive del servicio post-universitario». Explica que ONGs, católicas o no, que se basaban en el trabajo generoso de muchos voluntarios jóvenes que servían en ellas durante un año entero, en los dos últimos años tienen pocos voluntarios y han de cerrar sus apostolados y servicios.

¿Están relacionadas ambas cosas? ¿Al haber menos práctica religiosa y menos fe hay menos generosidad en la sociedad?

En este artículo vamos a sostener varios puntos:

1) El voluntariado joven está cambiando en EEUU y en España, aunque son casos distintos;
2) En España crece el voluntariado en general, pero depende de como se cuente;
3) Se estudia poco la relación entre voluntariado y fe.

1. ¿Qué pasa con el voluntariado joven en EEUU?

El artículo de América empieza estudiando una cosa muy concreta: la decisión de miles de jóvenes de dedicar un año entero a servir en una ONG nada más acabar una carrera universitaria. Es algo que tenía mucha tradición en EEUU pero que es casi inimaginable en España.

Lo ilustra el caso del Cuerpo de Voluntarios Jesuitas (JVC). Fue fundado por el jesuita Jack Morris en 1946, justo al acabar la Segunda Guerra Mundial. Buscaba que sus voluntarios vivieran un año sirviendo a tiempo completo a los pobres, desde cerca, viviendo con ellos y con austeridad. Eso cambiaría a los jóvenes para siempre y para bien. Así, en una casa pueden vivir juntos varios jóvenes haciendo ese servicio. Un grupo de 4 en nuestros días en un barrio duro de Nueva York cobraría 400 dólares mensuales para gastos de toda la casa y cien dólares al mes cada uno (y seguro médico ese año).

Hubo un año, hace décadas, en que 500 chicos y chicas vivieron así con el JVC. Como muchas otras ONGs copiaron la fórmula y ofrecieron algo muy similar, el número en el JVC se redujo: el año que cumplieron medio siglo, en 2006, se apuntaron 350. En 2023-2024, apenas 89. El JVC ha tenido que cerrar 12 proyectos por todo EEUU que se basaban en voluntarios. Otros funcionan a medio gas.

Los Cuerpos de Paz (Peace Corps), un voluntariado aconfesional para adultos jóvenes durante un año, en 2020, antes de la pandemia, reclutó 7.240 jóvenes voluntarios. En 2023, sólo 2.500, poco más de un tercio que antes del coronavirus.

Las Hermanas de la Misericordia (Sisters of Mercy) tienen apostolados en EEUU, varios países hispanoamericanos y en el Pacífico. Su ONG de voluntariado anual normalmente lograba entre 30 y 35 voluntarias cada año. Este año, sólo 11. De nuevo, un tercio.

Este tipo de voluntariado concreto, de un curso entero, parece verse debilitado por varias causas a la vez, y algunas pueden aplicarse a otros voluntariados que también reciben menos voluntarios (como repartir sopa o comida una vez al mes o a la semana en un comedor de beneficencia).

Causa 1: las deudas estudiantiles, más caras que nunca; cada universitario al acabar la carrera tiene una deuda media en EEUU de casi 38.000 dólares; ha de ponerse a trabajar en algo exigente para poder pagar sus plazos de deuda. Sus parientes pueden exigírselo.

Causa 2: paralizados ante un mundo complicado; muchos jóvenes tienen «parálisis por análisis», denuncia Marian Uba, directora de los voluntariados de las Hermanas de la Misericordia. Les preocupa el planeta, la ecología, la guerra, el racismo… pero les parece demasiado grande, complicado, abrumador, y no se animan a actuar en nada concreto.

Causa 3: los agotados tras el covid; psicológica, física o económicamente, el coronavirus les hundió. No se ven con fuerzas para servir a otros.

Causa 4: desconfían de las organizaciones; según el sondeo “The State of Religion and Young People 2023” (Springtide Research Institute, 4.000 encuestados en EEUU, de 13 a 25 años), un 72% de jóvenes desconfían de la «religión organizada»; el 45% desconfía algo, el 27% mucho;

Causa 5: los jóvenes está acostumbrados a lo inmediato, y no se apuntan a lo que no dé resultados visibles. Esa es la intuición de Rob Roa, director de incorporaciones del JVC. Dedicar meses a formarse y estar un año en un barrio pobre no hará que el barrio deje de ser pobre, aunque transforme al joven voluntario para siempre. Ese nivel de compromiso, normal antes en los jóvenes de EEUU, resulta contraintuitivo para el joven de TikTok y sus filtros.

2) España, más voluntarios que nunca, pero con matices

Según un sondeo de la Plataforma del Voluntariado de España, a partir de 7.000 entrevistas, en 2023 España tenía más voluntarios que nunca, y muchos más que el año anterior. Serían voluntarios 4,5 millones de personas en España, mientras que en 2022 lo habrían sido solo unos 3 millones. Y la mitad de los voluntarios los son, a la vez, en varias organizaciones.

La causa del crecimiento sería la salida de la pandemia, que concienció a muchos, y la crisis de Ucrania, que movilizó a muchas personas.

Según la Ley del Voluntariado española, es voluntario quien se apunta oficialmente como tal en una ONG registrada con esta función. Según eso, el 11% de los mayores de 14 años son voluntarios (eran un 8% en 2022). Y los que son socios de una entidad de voluntariado son también algo más de un 11% (eran un 5,7% el año anterior).

El año 2023 lo donado en forma de dinero a las ONGs de voluntariado fue prácticamente lo mismo que en 2022; sin embargo, los que declararon donar en especie, fueron el doble: de un 10% a un 20%.

Así, cuando García Magán dice que «no hay voluntarios», no es cierto a nivel absoluto: hay más voluntariado que nunca en España.

En una parroquia hay muchas personas que hacen servicios y dedican tiempo sin estar oficialmente apuntadas como jefe scout o voluntario de Cáritas o de tal o cual ONG ligada a unos religiosos. Eso lo llama la Plataforma de Voluntariado «colaboraciones informales». Y 1 de cada 5 españoles declara hacer ese tipo de actividades (ayudas a proyectos vecinales, ciudadanos o parroquiales, muchas veces de tipo cultural, artístico o de ocio). Serían 7 millones los españoles que realizan esas «colaboraciones informales».

Apuntarse oficialmente a una ONG de voluntariado es más común en las ciudades de más de medio millón de habitantes. En cambio, en los pueblos grandes (de 5.000 a 10.000 habitantes) lo común es la «colaboración informal»: lo hacen un 30%. La colaboración informal se da más a partir de los 45 años y entre los jubilados, como constatan casi todas las parroquias del país.

Hay que decir sobre el estudio de 2023 de la Plataforma del Voluntariado de España que no menciona la religión ni la motivación religiosa en ningún lugar de su largo informe.

Aunque en ambientes cristianos se suele decir mucho que los pobres son generosos y comparten más, puede referirse más bien a la situación en países del Tercer Mundo, porque según el sondeo de 2023, los encuestados más pobres son los que menos colaboran, sea en asociaciones o en colaboraciones informales: «se aferran a lo (poco) que tienen, sin más implicaciones solidarias, ni como agentes ni como destinatarias». El sondeo detecta que también los más pobres están más solos: no son familias pobres llenas de hijos ni parientes.

El sondeo constata que la mayoría de personas que hacen voluntariado o colaboraciones informales son mujeres, y entre las que no lo hacen, la mayoría de las que aseguran querer hacerlo, también son mujeres.

Las mujeres son especialmente numerosas en el voluntariado social, educativo y comunitario-local. Los hombres sólo son mayoría en el voluntariado deportivo.

Casi 1 de cada 5 españoles que no es voluntario dice en el sondeo que les gustaría realizar voluntariado el año próximo (un 40% entre estudiantes, un 31% entre parados novatos en busca de primer empleo).

Así, los que dicen que quieren hacer voluntariado el año que viene, son en su mayoría adultos muy jóvenes, y son pocos entre los jubilados y mayores de 65 años. Mientras que  en la vida real, los jubilados que hacen voluntariado de verdad son muchísimos entre los jubilados, pero pocos entre los jóvenes.

Cuando se pregunta a un no-voluntario en qué ámbito haría voluntariado si tuviera que hacerlo, muy pocos valoran trabajar con los pobres, y la mayoría hablan de «voluntariado medioambiental». Quizá es aporofobia (miedo a los pobres), o quizá es simple misantropía (aversión a tratarse con otras personas).

Quizá los no voluntarios no son especialmente perezosos ni egoístas, pero no disfrutan tratando con otras personas y por eso prefieren imaginarse en la naturaleza. La realidad es que en España no aumenta el voluntariado medioambiental (siempre se mantiene en un 10% de los que declaran hacer voluntariado): la gente que declara esa opción no tiene pasión por el campo, más bien la declara para evitar otras cosas.

Como conclusión: hay más voluntarios que nunca en España, pero son personas mayores (también adultos con hijos en casa) y jubilados. Los voluntarios jóvenes son pocos. Es más fácil contar con ellos para campañas y actividades esporádicas o breves, muy delimitadas.

3) Se estudia poco la relación entre voluntariado y fe.

¿Los católicos hacen más voluntariado? ¿Y los católicos practicantes? ¿La fe es un factor importante que lleva a la generosidad a través del voluntariado?

Lo cierto es que en España esto está poco estudiado. Y ya hemos visto que muchas personas hacen muchos servicios generosos en parroquias sin que la ley española lo contabilice como voluntariado (empezando por los 83.000 catequistas que sirven en las parroquias).

Un estudio pequeño publicado en 2015 por Mª Luz Ortega, en la Universidad Loyola Andalucía, encuestó a 376 voluntarios de 3 ONGs de «voluntariado transformador». La motivación religiosa era escasa, la que menos les movía a hacer ese servicio. Sólo entre los jubilados más de la mitad le daban una nota alta a esa motivación. En el total de encuestados, sólo un 25% le daba una nota alta, y un 75% le ponía notas muy bajas.

Cáritas es probablemente la ONG más fuerte, extendida y metódica de toda España (no sólo entre las católicas, sino en general). Sus datos sobre voluntariado nos dan pistas interesantes (en su informe Hay Esperanza de 2023).

Cáritas ganó más y más voluntarios del año 2000 hasta el 2014. Ese año se estabilizó la cifra. Empezó a descender poco a poco desde 2017 y para 2022 el descenso era de un 13% menos de voluntarios que en el pico. Cáritas había llegado a tener 80.000 voluntarios, pero ahora tiene unos 70.000.

Cáritas recuerda que hubo una crisis económica que llama «la Gran Recesión» de 2008 a 2016, y que en 2015 los obispos publicaron una instrucción Iglesia, servidora de los pobres pidiendo a los fieles volcarse más en la acción caritativa.

Su encuesta de 2022 sobre el voluntariado de Cáritas da muchos datos, datos que se repiten desde 2016 y que refuerzan lo que vemos en las parroquias, es decir, que son, en su mayoría, señoras mayores y generosas:

− 2 de cada 3 son mujeres;
− el 50% entre 45 y 65 años; el 37% mayores de 65 años;
sólo 1 de cada 10 es menor de 40 años;
− 2 de cada 3 con educación superior;
− 1 de cada 2 es pensionista;
− 2 de cada 3 fuera del mercado de trabajo;
– el 80% se declara católico;
− la mitad son del ámbito parroquial;
− la mitad llegó «por propia iniciativa» (la otra mitad parece que fue reclutada por parroquianos, amigos o parientes);

El sondeo recoge datos sobre los voluntarios jóvenes de Cáritas (que son pocos en porcentaje, un 4%, unos 2.800):

– el 70% se declaran católicos;
– la mitad de estos voluntarios jóvenes llevan ya 5 años;
1 de cada 3 es multivoluntario (de estos, la mitad en otros espacios de Iglesia);
− 1 de cada 2 colabora semanalmente y un 20% a diario.

Cáritas se esfuerza por incorporar voluntarios jóvenes, pero confían más en sumar personas de 40 a 60 años, y seguir atrayendo personas recién jubiladas.

El informe de Cáritas Española coincide con lo que empiezan a ver en EEUU: hay que atraer a los voluntarios con servicios más breves.

«Comienza a estar presente entre nosotros un voluntariado con un compromiso más puntual, con menores ligaduras, con una fuerte opción de solidaridad donde la fe se va diluyendo», afirma el informe.

Así, la mitad de los voluntarios de Cáritas acude cada semana, pero un joven a lo mejor solo sirve como voluntario en uno o dos campamentos con niños a lo largo del año, aunque repita varios años. Los jóvenes además se consideran ligados a proyectos (un campamento, un comedor, un servicio) mientras que los más mayores trabajan desde la parroquia y pensando en Cáritas como un servicio parroquial.

Se estudia poco la relación entre voluntariado y fe (y entre generosidad y fe en general) y las  numerosas universidades católicas españolas tendrían ahí un campo de estudio valioso.

A la hora de buscar jóvenes voluntarios, puede ser bueno pensar en las nuevas tendencias que se detectan ya en Estados Unidos y ofrecer a los jóvenes experiencias cortas que no se vean como compromisos a largo plazo, pero que puedan»enganchar» suficientemente. Que puedan ver algún fruto tangible, visible, en la generación de lo instantáneo.

Y que se les pueda empezar a formar y, sobre todo, tocar su corazón, la intuición del padre Jack Morris tras la terrible guerra mundial.

Vídeo de 2023 de voluntarios jóvenes de Cáritas en España (hay unos 2.800 voluntarios jóvenes en esta organización):

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»