No es lo mismo bendecir personas que «bendecir» parejas de homosexuales o parejas en amasiato. Bendecir a la pareja como tal, implica bendecir la relación (la unión) necesariamente. Dios no avala las «bendiciones» a relaciones contra natura ni a relaciones en concubinato. Esas «bendiciones» son pecaminosas e inválidas (sin ningún efecto). Son tanto como «bendecir» un frasco de veneno: no surte efecto alguno la bendición y quien lo ingiera sufrirá su mortal efecto.
Los pretextos que se invocan para esas falsas bendiciones lo mismo se podrían invocar para bendecir un Cártel.
A la llegada del ultramodernista Víctor Manuel «Tucho» Fernández al Dicasterio (antes Congregación) para la Doctrina de la Fe, lo primero que hace es contradecir y desobedecer lo que esa misma Congregación había señalado conforme a las enseñanzas perennes de la Iglesia durante veinte siglos.
El católico debe obedecer a Dios antes que a los hombres y conservar la fe y las enseñanzas bimilenarias de la Iglesia Católica, manteniéndose siempre fielmente dentro de ella, que es la única verdadera.
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