19/11/2024

«Hoy se escucha música sacra en festivales y pop en misas de parroquia», dice el compositor Meseguer

Luis Meseguer Mira (Barcelona, 1995) es un compositor de música especializado en música sacra. Ha sido ganador de premios como la Mención del Jurado en el IX Premio Internacional de Música Sacra Fernando Rielo, y ha estrenado sus obras en lugares como la Sagrada Familia de Barcelona o el Monasterio de Guadalupe en Extremadura (España).

También dirige la revista Transfiguración, sobre arte contemporáneo y arte sacro. Su primer volumen se publicó en diciembre 2023 y ya está creando tendencia en las redes sociales. Actualmente estudia la relación entre música sacra y música contemporánea en la Universidad de Saint Andrews, en Escocia. Entre sus profesores figura el prestigioso compositor católico Sir James Macmillan.  

ReligiónEnLibertad charla con este compositor católico para hablar de temas como los aportes del Concilio Vaticano II a la música sacra y religiosa, de los abusos que se cometen en la Iglesia en estas disciplinas, de grupos como Hakuna, de sus compositores de referencia y de muchas otras cosas más cosas.  

-¿Cuándo y cómo te decidiste por la música?

Empecé con el piano, aproximadamente con 9 años. Durante mi adolescencia, me gustaba componer pequeñas canciones. Luego, cuando llegó la etapa del conservatorio superior, decidí centrarme en la composición. Agradezco mucho a mis padres que me acompañaron y apoyaron durante tantos años en esta exploración del mundo musical.

-¿Dios y música deben ir siempre de la mano? ¿La música puede llevar a la fe?

-Dios y música, por supuesto, deben ir siempre de la mano, no puede ser de otra manera. Pero, también, deben ir de la mano en tantos otros ámbitos, como en la conducción de autobuses o el diseño de interiores. Muchos músicos consideran la composición como algo intrínsicamente «trascendental», como si los compositores fuéramos algo parecido a «médiums» en una especie de conexión secreta al que otros no pueden acceder.

Actualmente estudia la relación entre música sacra y música contemporánea en la Universidad de Saint Andrews, en Escocia.

»Yo reivindico que lo trascendental de la composición reside en el servicio. En ese sentido, me considero un artesano. Sin embargo, también es cierto que el acto musical nos lleva a la fe de una forma muy propia. «La fe entra por el oído», por eso la música es el arte que más estimula esta virtud.

-Dice el libro de Daniel que «los tres jóvenes cantaban» en medio del fuego… ¿la música «salvará al mundo»?, parafraseando a Dostoyevski.

-Precisamente tengo una composición con la letra del cántico de los tres jóvenes: Trium Puerorum. Lo cantan 3 hombres (2 tenores y 1 barítono) y está basado en la memoria de 3 jóvenes mártires del siglo XXI: Akash Bashir (Pakistán), Michael Nnadi (Nigeria) y Matthew Ayariga (Ghana). En la partitura indico a los cantantes que cada uno escoja a uno de estos mártires e investigue su historia para sentirse identificado con él en el concierto. Así, la misma interpretación se convierte en algo muy diferente, que implica directamente al músico y al público.

»La música tiene un poder simbólico muy potente, que puede hacer referencia a muchas dimensiones. Eso apela a los participantes del acto musical y les provoca preguntas. Nunca hay respuestas definitivas en el buen arte, como siempre hay misterios inefables en nuestra religión. La música ‘salvará al mundo’ porque hace evidente que el hombre no tiene todas las respuestas, y ‘lo salvará’ en la medida que le ayude a conectar con la fe. Digo ‘lo salvará’ entre comillas porque la música en sí no salva, pero puede ser un vehículo para Quien sí salva.

-¿Cómo ves a la música católica actual, tanto sacra como religiosa?

-Es difícil definir la música católica porque es tan diversa como la Iglesia. Coexisten muchas tradiciones y estéticas, cada una pone el acento en los aspectos que más le definen. Pero, sí puedo hablar de lo que veo en España, que me toca más de cerca. Hay una dicotomía muy curiosa: conciertos de música sacra en auditorios y festivales (pasiones de Bach, Requiem de Mozart, canto gregoriano), y misas con música pop en parroquias.

»Nuestro patrimonio musical sacro se está entendiendo como un objeto de interés artístico, pero no religioso. Sin embargo, algo que caracteriza la verdadera música sacra, según Pío X en Tra le sollucitidini, es su universalidad. Nuestro patrimonio musical es universal para todas las culturas y épocas, es decir, está hecha para apelar a cualquier oyente, sea del s.XII, o del XVIII. ¿Y por qué no apela al del s.XXI? Muchos opinan que ‘esa música no se ajusta a nuestra sensibilidad’, pero yo creo que el problema no es la música, sino nuestro oído.

»Nuestra sensibilidad se está atrofiando. Demanda música dulce o ‘azucarada’, como el estómago demanda Coca-cola cuando entra en el McDonald’s. Es un oído incapaz de sentir nada si no cumple con los estándares que escucha en Spotify. Se está imponiendo un dogma peligroso: ‘si no emociona, no sirve para rezar’. Yo creo que la emoción debe estar en la música sacra, es un punto imprescindible. Pero hay veces que si algo ‘no emociona’, el problema no es la música en sí, sino nuestra forma de vivir la emoción, una forma muy dependiente de sus altibajos. Y, como he dicho antes, el problema también reside en nuestra forma de escuchar la música.

-¿Qué elementos positivos trajo la renovación litúrgica del Concilio en materia de música?

Trajo la participación musical de la asamblea como algo indispensable para la liturgia. Creo que es algo muy positivo, y los protestantes llevaban siglos de ventaja en ello.

-¿Crees que se están cometiendo en la Iglesia algunos errores o abusos en la música litúrgica?

-Ya estamos viviendo las consecuencias de esos fallos. El más grande, a mi parecer, es una aplicación parcial o errónea del Concilio. Muchos lo interpretaron como la ‘abolición’ del canto gregoriano a favor de la música popular. Pero lo cierto es que el punto 116 de Sacrosantum Concilium propone que el canto gregoriano tenga el primer lugar en las acciones litúrgicas. El punto 115 insta a crear institutos de música sacra. Ya han pasado más de 60 años de esta constitución y, a día de hoy, en España no existe ningún instituto así.

»Lo más parecido que conozco es el audaz Máster de Patrimonio Musical Litúrgico ofrecido por la Facultad Antoni Gaudí en Barcelona. Pocos ejemplos puedes encontrar como este. En general, el estudio especializado en música sacra en España brilla por su ausencia y no es únicamente un problema institucional sino cultural.

»Es una pena, conociendo nuestro patrimonio musical sacro. ¿Qué dirían nuestros grandes polifonistas del Renacimiento, Victoria, Guerrero, Morales, y tantos otros? Por eso estoy ahora estudiando Música Sacra en Escocia. En Reino Unido, en general la música coral y la música sacra se valora con muchísima seriedad. Por poner un ejemplo, en la coronación de Carlos III se encargó a 12 compositores actuales que crearan piezas para la ocasión.

-Hoy hay guitarras, antes hubo órganos, ¿mañana?… ¿podría haber mesas de mezclas en las misas? ¿qué lo impide? ¿cuáles serían los límites razonables, si los tuviera que haber?

»Mi opinión es que los instrumentos no son tan importantes como la música que se quiera hacer con ellos. Hay muchas formas de tocar una guitarra, como las hay de tocar un violín. Actualmente la Iglesia no tiene una lista sobre instrumentos permitidos y prohibidos, y me parece un acierto. Creo que es un asunto que varía mucho según la cultura y la época.

»En la Instrucción sobre la música sagrada y la sagrada liturgia de 1958, se prohíbe la reproducción de música grabada durante la misa. Esta prohibición obedece, creo yo, al hecho de que la liturgia está viva, la asamblea está formada por personas vivas, y la música debería ser también viva, ‘en vivo’. La música de una mesa de mezclas muchas veces parte de grabaciones, y por eso podría ser problemático la incorporación de un instrumento así, tan ‘muerto’. Pero este tipo de tecnología acaba de nacer, y aún tenemos mucho que descubrir sobre esto.

«Nuestro patrimonio musical sacro se está entendiendo como un objeto de interés artístico, pero no religioso», advierte Luis Meseguer.

»Tuve un profesor ortodoxo al que le pregunté por qué ellos no admiten instrumentos en la liturgia y solo admiten la voz humana. Me dijo que la razón es que la música debía ser interpretada con instrumentos con alma, es decir, por personas. Nosotros los católicos tenemos la suerte de contar con el órgano, que alude a las voces de los ángeles. Por eso, si bien los instrumentos pueden variar a lo largo de las épocas, el órgano tiene un papel especial, porque es el que más se acerca a las voces angélicas que también participan de la liturgia, desde el Cielo.

-A veces se escuchan canciones en misa con melodías de los Beatles, del himno de Israel… ¿qué dirías?

-Cantar el Padrenuestro cambiando la letra de una canción de Simon and Garfunkel no tiene sentido. Ellos no pensaban en el pan de cada día, ni cantaban a su Padre. La letra de la que partieron era distinta. Aunque la asamblea desconozca la letra original, y por mucho que cante la letra del Padrenuestro, esa música no potencia ese mensaje. No hace énfasis en la centralidad de la Paternidad de Dios. No busca el arrepentimiento cuando pide perdón por nuestras ofensas. Su estructura y su misma esencia obedecen a otra intención compositiva.

-¿Y de las letras? ¿crees que cuanto más pegadas a las Escrituras es mejor?

-El texto litúrgico debe ser el punto de partida de la música litúrgica. Partir desde otro sitio es empezar la casa por el tejado. Eso no significa dejar de lado la experiencia personal, simplemente hay que recordar dónde está el origen.

-¿Qué opinas de que un grupo de música católica como Hakuna se viralice y llene auditorios con miles de jóvenes? ¿qué te parece el fenómeno? ¿te sabes sus canciones?

-Creo que es muy positivo que la música católica tenga un espacio en la música comercial. Sobre todo ahora donde se está generalizando un hedonismo y un nihilismo muy destructivo. Hakuna está demostrando que existen el ocio sano y la evangelización a través de todos los ámbitos de la vida, incluida la fiesta.

-¿Hace música litúrgica?

-Sus letras presentan a un Dios cercano, al que hablas desde el lenguaje de tu corazón, y que Él desea que hables en ese lenguaje. Es el Dios que quiere que compartas momentos de intimidad, así lo reflejan sus letras. Me parece necesario que se desarrolle esta idea en la poesía y en la música. Pero otra cosa es cómo encaja con la liturgia. La música me traslada a un ‘buen rollo’ que es muy parecido al que ya escuchamos en la radio. Cuando entro en la liturgia, necesito tomar conciencia de que estoy en algo mucho más grande.

»También, en este tipo de música, echo de menos algo de misterio, algo que me diga que estoy cantando a un Dios que, cierto, me ama, pero también es ese Alguien que nunca seré capaz de comprender. También echo de menos que es un Dios omnipotente y que es Rey del universo, alguien que inspira fascinación y respeto, y ante quien Pedro, Santiago y Juan ‘se echaron en tierra’ al ver su esplendor.

»El estilo de música de Hakuna, y el pop en general, tiene las limitaciones de este lenguaje: no deja de ser evidente, ‘esperable’. Está atado por las convenciones de los acordes estandarizados y melodías pegadizas, que pueden ahogar el misterio y que sea algo incompleta para una experiencia litúrgica. Aún así, toda música tiene sus limitaciones, y creo que focalizarse en un único estilo no encaja con nuestro espíritu católico ni con nuestra historia, que ha vivido un balance entre tradición e innovación. El mismo Pío X no impuso el canto gregoriano, sino que lo propuso como modelo para nuevas creaciones.

»Quiero animar a aquellos que rezan con la música de Hakuna u otras tipo «worship» a que prueben también con otros estilos y no se cierren solo con la suya. Una dieta variada puede ser sana y con otras músicas quizá descubran matices que no habían experimentado antes.

-Hace un tiempo salieron a la luz los abusos de un compositor de cientos de canciones de misa… ¿somos nuestra obra? ¿o habría que diferenciar?

-Un compositor no es el dueño de su obra. Una cosa es la composición, otra es la pieza en sí. La pieza es de todos, incluyendo al que la interpreta y al público. El arte es mucho más grande que el artista. ¿Está presente el pecado del compositor ‘dentro’ de esa obra? Si admitimos que sí, entonces también estarán presentes todas sus virtudes, todas sus mejores intenciones, y toda la gracia del Espíritu Santo que le ha asistido en la creación, como hace con todos los artistas. No se puede reducir la complejidad de toda una obra partiendo de un aspecto parcial, por grave que sea. ¿Quién se ve capaz de medir la santidad de nadie? Dejemos que sea Dios el juez y no nos pongamos en su posición.

-¿Nos puedes recomendar a tres referentes de la música en general que te gusten?

Arvo Pärt, compositor estonio. En los años 70 se convirtió a la Iglesia ortodoxa y su música, por así decirlo, también ‘se convirtió’. Se inspira en la música renacentista, el canto gregoriano y la belleza de los patrones matemáticos. Recomiendo una escucha calmada de su Berliner Messe. El Requiem de Gabriel Fauré es un viaje al mundo de los ángeles. Transmite una visión esperanzadora sobre la muerte y la pérdida. Cada vez que la escucho descubro algo nuevo. Santa Hildegarda de Bingen. Sus melodías son libres como los pájaros. Escuchad su Columba aspexit.

-¿Y la revista Transfiguración? ¿cómo se gesta? ¿qué buscabais? ¿y ese nombre?

Transfiguración es una revista sobre la actualidad del arte que tiene relación con lo sagrado. Se habla sobre muchas artes, algunas más habituales como la pintura, la escultura, la literatura… y otras más peculiares como las instalaciones o la experimentación sonora. Han colaborado artistas de renombre como los fotógrafos David Jiménez o Paula Anta, el compositor Ramon Humet, o el arquitecto José Ignacio Linazasoro.

»Quizá lo que más llama la atención es su diseño, hecho para que sea contemplado como una obra de arte, con diferentes tipos de páginas, texturas y gramajes. Podéis verlo vosotros mismos en www.transfiguracion.org El segundo volumen se publicará en diciembre y es el regalo perfecto para Navidad.

»El nombre viene de la escena de la Transfiguración: los apóstoles se encuentran con algo difícil de definir y que rompe todos sus esquemas. Esa experiencia es parecida a la que tiene cualquier persona que se encuentre con el arte contemporáneo.

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Puedes escuchar aquí algunos de los trabajos de Meseguer.

-¿Algo más que nos quieras contar?

-En el pasado, los compositores se mantenían gracias a los grandes mecenas que pagaban sus obras. Hoy en día, con el micromecenazgo, cualquiera puede convertirse en un mecenas del s.XXI. Con esta idea, he contado con el micromecenazgo de más de 750 personas para estudiar el Máster de Música Sacra en Escocia. Quien quiera saber más sobre este programa, puede echar un vistazo aquí

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»