Inutilidades o casi. Porque lo que todos podemos constatar es que, salvo excepciones del todo excepcionales, a las cosas fundamentales de la Iglesia y de la fe cada vez acude menos gente. Las confesiones en caída libre, asistencia a misa dominical bajando, bautizos y bodas qué les voy a contar. Hasta disminuyen las primeras comuniones, en demasiados casos primeras y últimas.
Cuando pasan estas cosas y constatamos que a lo esencial, la vida de la gracia, es decir, vida de oración y sacramental, cada vez acude menos personal, nos ponemos nerviosos, poco es, debíamos estar en estado de shock, y nos entran las prisas por ver qué podemos hacer para que la gente vuelva. Pastoral de la ocurrencia.
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