15/11/2024

«Johnny», un buen sacerdote en Netflix: era un «bicho raro» pero rescató a muchos de la desesperanza

La vida y la obra del sacerdote Jan Kaczkowski (1977-2016) apenas han trascendido fuera de Polonia. Algo que está cambiando con la difusión a través de Netflix de una película de 2022, Johnny, que en dicha plataforma ha alcanzado logros nada desdeñables: en 23 países alcanzó el Top 10 de lo más visto en una semana entre los films de habla no inglesa.

Marcado por la enfermedad

Kaczkowski falleció en 2016 a los 39 años de edad tras una vida definida por sus enfermedades, por su fuerza de voluntad y por su entrega a los cuidados paliativos y al rescate de jóvenes abocados a las drogas y la delincuencia. Y, sobre todo, por una vivencia absoluta de su vocación sacerdotal.

Jan Kaczkowski tuvo graves problemas físicos desde su nacimiento y todo lo superó por su empeño en hacer bien espiritual y material a los demás.

Nació prematuro, a los siete meses, y sufrió desde niño de una paresia del lazo izquierdo además de un fuerte déficit visual, sobre todo en un ojo. Que no le impidió, sin embargo, estudiar y conducir.

Como anécdotas del seminario, él mismo contaba que le llamaban «Escáner«, porque para leer tenía que pegar el ojo al papel, y que más de una vez le reprendieron en la biblioteca porque pensaban que fingía y dormía sobre los libros, cuando en realidad estaba estudiando. Encontró numerosas dificultades e incomprensiones con su mal físico, y denunció la «discriminación contra las personas discapacitadas» que vivió en muchos comportamientos eclesiásticos. 

La vocación

Había sentido nacer su vocación a los 8 años, al ser «maravillosamente» preparado por un anciano sacerdote para la comunión y la confirmación, sacramentos que recibió cuando Polonia aún vivía bajo el régimen comunista.

Se mantuvo muy vinculado a la parroquia, aunque siempre con un toque de independencia: «Me irritaban todas las formas de pastoral juvenil: ‘Aplaudamos, qué bueno que estés aquí, Jesús te ama’. Como en una secta. Me pareció terriblemente trivial. Al mismo tiempo, iba madurando mi convicción de que Él estaba allí, especialmente en el sacramento del altar. Y si es así, no puedo ignorarlo. Una vez me encontré con el antiguo misal de mi abuela. En él leí qué es el sacrificio, lo que simbolizan las vestiduras litúrgicas y el significado de la Santa Misa. En este misal preconciliar, alguien finalmente me tomó en serio«, contó en una entrevista.

En la adolescencia esa llama se mantenía viva, aunque ahogada en más de una juerga. En la ciudad de Torun, durante un viaje escolar, una mañana, todavía resacoso de la noche anterior, salió a comprar más vodka. Se le ocurrió entrar en una iglesia jesuita, donde había un sacerdote en el confesionario. Llevaba años sin confesarse y decidió poner fin a esa separación de Dios: «La confesión duró mucho tiempo y al final me preguntó: ‘¿No estás pensando en el sacerdocio?’. Y como sí lo estaba pensando, pensé: ‘¿Qué pasa, eres profeta?’ ¡Yo aún olía a alcohol no digerido

Con el paso del tiempo emprendería ese camino, primero en los jesuitas, donde finalmente no entró, y luego en el seminario de Gdansk/Danzig, donde completó sus estudios. Fue ordenado sacerdote en 2002. En 2007 se doctoró en teología moral en la Universidad Cardenal Stefan Wyszynski de Varsovia, con una premonitoria tesis sobre La dignidad del moribundo y la ayuda a las personas en estado terminal. Al año siguiente se especializó en bioética en la Universidad Pontificia Juan Pablo II de Cracovia, y enseñaría esa asignatura en la Universidad Copérnico de Torun/Thorn.

Todo ello, al tiempo que desempeñaba sus primeras misiones pastorales, desde muy pronto orientada a los enfermos por un lado, y a los jóvenes con dificultades con las drogas y la marginalidad, por otro.

«Johnny»

Que es el momento en el que la película nos presenta la historia. De hecho, Johnny arranca con Patrick, un joven drogadicto, esnifando antes de entrar en una casa para robar. Tras ser detenido y juzgado, le condenan a servicios comunitarios en un hospicio en el que Jan le pone a trabajar como auxiliar en el trabajo con los ancianos y le avisa de que, al primer error o a la primera queja, volverá a la cárcel.

Tráiler de ‘Johnny’ en versión original. Netflix la ofrece doblada al español.

En los primeros compases del film, la voz en off de Patrick evocando aquellos primeros momentos sirven para hacer una buena descripción del sacerdote: un «bicho raro» (así se le denomina en otros momentos), un «clérigo» que no solo «veía mal y caminaba mal», sino que «también era un sabelotodo», pero que «nunca tiraba la toalla» y «llegaba hasta donde nadie lo había intentado».

«Su vida fue siempre una cuesta arriba, por eso hablaba con la gente con la que nadie quería hablar… No lo tuvo nada fácil desde el principio, quizá por eso se sentía atraído por la gente sin esperanza«, nos cuenta el joven delincuente.

Kaczkowski era muy devoto del mártir Jerzy Popieluszko, sacerdote de 37 años asesinado en 1984 por el régimen comunista, y solía acudir a él en los problemas. «Jerzy, por favor, te lo ruego, líbrame de este miedo», le vemos pedirle, rezando de rodillas en su habitación, cuando tiene que enfrentar la oposición de su obispo a la construcción del que sería Hospicio Padre Pío en la localidad de Puck. Se salió con la suya y fue inaugurado en 2009.

«Jerzy, te has superado. ¡Y con creces! Ahora tienes que sacarme de esto», le ruega en cuanto le diagnostican el glioma cerebral que le mataría, años después de haber superado un cáncer de riñón. Cuando le ingresan para operarle, en la camiseta que viste en la cama del hospital se lee: «Soy salvaje y valiente».

Un retrato sólido y atrayente

Johnny (apodo amistoso que recibía: Jan en polaco es Juan, John en inglés), dirigida por David Jaroszek, es una película nada efectista y por supuesto nada sensiblera, algo que chocaría con el temperamento de su protagonista, un hombre de maneras hoscas, algo ensimismado, de un humor burlón y un espíritu transgresor, poco dado a la victimización propia. Pero profundamente caritativo con los demás e inteligente en el trato y, por ello, muy apreciado por todos… salvo por algunos de sus superiores.

Como su altivo obispo -opuesto al hospicio-, a quien hace frente en una tensa conversación que, si la película es fiel a la realidad, deja en muy mal lugar a un prelado con nombre y apellidos, que no es ficción. Cuando sale de la habitación, él abre las ventanas para que salga el «olor a azufre«.

Tal vez el guión se toma algunas licencias, pero el retrato del personaje, magníficamente caracterizado e interpretado por Dawid Ogrodnik, es creíble y consistente. Como el del joven Pat (Piotr Trojan), que va evolucionando al contacto con el sacerdote, y a cuyo través conocemos un par de historias de internos del hospicio que enriquecen la temática del film y refuerzan su mensaje.

En ese sentido, Johnny transmite muy bien lo que quiso ser la vida de Jan: un canal de esperanza para quienes, enfermos, desesperados o acabados para el mundo, se aferran a la vida con dignidad y orgullo y se preparan para el juicio de Dios: próximamente, como los terminales; o visto con mayor lejanía, como los jóvenes a quienes saca del infierno de la droga.

Puedes hacerlo. La última conversación‘ es un libro publicado tras la muerte de Jan, que recoge sus respuestas a múltiples preguntas que le plantearon en los meses previos al esperado desenlace. ‘Quienes le escuchaban sentían: él me entiende. No ofreció consejos baratos ni consuelo fácil. Con su vida como ejemplo, proclamó: no te rindas, puedes hacerlo, te levantarás’, presenta la editorial.

Casi siempre con su sotana, sin hacer ascos a un vaso de buen vino o un cigarrillo alguna vez, el Kaczkowski de Johnny es, sí, un «bicho raro», porque tiene personalidad, una espiritualidad auténtica y un amor a los demás que consiste en entregarles todo su tiempo y todo su esfuerzo.

Las frases de Johnny

Y era también sentencioso:

-«Nada nos libera de la responsabilidad de cuidar las relaciones con las personas que queremos»;

-«Nuestro propio tiempo es lo más valioso que podemos dar a otras personas»;

-«La responsabilidad consiste en acabar las cosas. Si empiezas a hacer algo, termínalo».

Son frases que oímos de labios del actor, pero hay una que sintetiza su talante emprendedor y animoso, y que escuchamos en la película del sacerdote real, en unas imágenes finales auténticas: «En vez de esperar algo, empieza a vivir hoy. Es mucho más tarde de lo que crees«.

Reconocimientos públicos

La incansable actividad de Jan Kaczkowski no se apagaba en las clases a jóvenes, en el voluntariado de atención a enfermos al que les asociaba, en las clases de religión en enseñanza secundaria o de bioética en la universidad, en la capellanía y dirección de su hospicio o en la atención a chicos problemáticos como Pat. Además ofreció numerosas conferencias sobre cuidados paliativos y escribió varios libros sobre la actitud ante el cáncer y la espiritualidad de la enfermedad y el dolor.

Una de las últimas cosas que pudo hacer fue animar a la participación en la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en Cracovia en julio de 2016, a la que no llegó a asistir porque murió en marzo.

En esta entrevista se presenta el Hospicio Padre Pío, y el padre Jan anima a los jóvenes a vivir la catolicidad de la Iglesia en la JMJ.

Jan Kaczkowski recibió varios galardones en vida y póstumos por su obra benéfica, y el reconocimiento público post mortem con placas y auditorios a su nombre y una plaza dedicada en Sopot, donde murió.

Aunque el mayor homenaje de todos es, sin duda, poner a disposición de millones de personas el edificante mensaje que nos brinda Johnny.

PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»