Hemeroteca Laus DEo13/08/2022 @ 00:51
La Madre Patrocinio, más conocida como «la monja de las llagas», era religiosa conventual en el Monasterio de las Concepcionistas Franciscanas del Caballero de Gracia, en Madrid; el 13 de Agosto de 1831, cuando apenas contaba 24 años de edad, mientras se encontraba reunida en el coro de la iglesia con sus Hermanas, entre las cinco y seis, a la hora de la oración de la tarde, se sumió en éxtasis profundo, y tuvo una visión de la Virgen María, que venía acompañada del Arcángel San Miguel, que sostenía en sus manos una pequeña imagen, que representaba a la Señora con el Niño Jesús sentado en el brazo derecho.
Tiene lugar entonces una prolongada conversación entre la Virgen y la Madre Patrocinio; ella misma lo cuenta en los Apuntes que le mandaron escribir los Superiores y su confesor. Copiamos textualmente:
«Clamaba mucho en esta ocasión por la necesidades que tanto afligen a la Santa Iglesia y el Dulce Amor se me manifestó severo, airado y como dando muestras de que quería castigarnos.
Esposo mío, ¿para cuándo son vuestras Misericordias?
«Pide, esposa Mía, que cuanto pidas seré liberal para concedértelo.»
Pedía sin límites; entonces, mi dulce Amor me manifestó el lastimoso estado en el que se hallaba la Santa Iglesia. Moría de dolor y mis angustias crecían sobre manera.
«Paloma mía, Mi Amor no puede verte afligida; aquí tienes a Mi Madre, que será tu guía, consuelo y amparo.»
Ese mismo día por la noche, durante el rezo coral de los Maitines con la Comunidad, la Madre Patrocinio volvió a enajenarse. Cuanto sigue pertenece a este segundo arrobamiento:
«Manifestóse de nuevo la Beatísima Virgen con esta preciosísima, portentísima e invectísima Imagen en Sus soberanas manos.
«Hija mía, ¿por qué se contrista tu corazón, si todas las Misericordias y Tesoros de Mi Hijo voy a poner en tus manos, por medio de esta Mi soberana Imagen, para que las distribuyas en Mi Nombre a los mortales, segura de que las que hicieses por Mi Amor a tus hermanos, esas mismas confirmamos Mi Hijo y Yo, que Soy tu Madre en el Cielo?»
Señora y Reina mía, ¿no veis la España, los males que nos afligen?
«Hija mía, los veo; pero no puede Mi Amor ser más benéfico para con los hombres. Ellos se olvidan de Mí y retiran las Misericordias; y por esto, a esta Imagen le darás el título misterioso del Olvido, para darles a entender que Me han olvidado; pero Yo, que soy vuestra tierna y amorosa Madre, quiero poner a vista de todos los mortales en esta imagen Mía que jamás Mis Misericordias se apartan de ellos.»
Miraba yo con gran ternura a tan divino simulacro cuando vi que mi invectísima Reina cogió un pañuelo de manos del Príncipe San Miguel y, aplicándole a la soberana Llaga del Costado de nuestro amante Jesús, lo empapó la Divina Señora en Sangre de aquel divino y deífico Corazón, y después aquel pañuelo, así empapado, lo puso sobre esta encantadora Imagen, y después vi que la Soberana Reina rociaba a este pueblo con la Sangre Preciosísima”.
«Hija Mía, ¿Me amas?»
Señora mía, vos sabéis que os amo y deseo ser toda vuestra.
«Hija Mía, ¿Me amas?»
Señora mía, vos sabéis que os amo y deseo ser toda vuestra
«Hija Mía, ¿Me amas?»
Señora mía, vos sabéis que os amo y deseo ser toda vuestra
«Pues a tu solicitud y cuidado dejo el culto y veneración de esta sagrada Imagen Mía con el título de Olvido, Triunfo y Misericordias. Ella será la consoladora del mundo y todo afligido encontrará en Mí, por mediación de esta Imagen, el consuelo. Al alma que rendida a sus pies me pidiera alguna cosa, jamás se la negará Mi Amor. Será el consuelo del mundo y la alegría de la Iglesia Católica y, por su medio, Mi Hijo y Yo recibiremos culto. Tú, hija Mía, alcanzarás victoria del poder de Satanás, y tu Comunidad, perfección en servirme.»
Entregóme la Soberana Reina esta portentísima Imagen, este encanto de los Cielos y la Tierra, y empezó en el Cielo una celestial música, entonando la Salve y otros sagrados cánticos; todos los cortesanos del Cielo se daban parabienes. La Santísima Trinidad la bendijo, igualmente la Santísima Virgen María y, después, todos los cortesanos del Cielo llegaron a adorar a su Reina y Señora en esta soberana y encantadora Madre del Olvido…»
(Sor María Isabel de Jesús, «Vida admirable de la Madre Patrocinio», páginas 52-53)
1ª En tus manos, voy a poner esta Sagrada IMAGEN y con ella, TODAS LAS MISERICORDIAS de Mi Santísimo Hijo.
2ª Ha vinculado el Señor en esta portentosa IMAGEN al ALIVIO, CONSUELO y REMEDIO de todos, y la alegría de la Iglesia Católica.
3ª El alma, que rendida a sus pies (de la IMAGEN) me pidiera alguna GRACIA, jamás se le negará Mi Amor.
4ª Cualquier población que expusiese y venerase a la Virgen DEL OLVIDO, TRIUNFO y MISERICORDIAS, se verá libre (aseguraba la Madre Patrocinio) de las calamidades con que en otros puntos serían poblados, porque sería Ella como un pararrayos de la Divina Justicia, Arca de Noé y Refugio para librar a Sus devotos.
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