Hemeroteca Laus DEo25/02/2021 @ 07:00
Después de un momento de intimidad con Jesús, al que albergamos en nuestro pecho después de comulgar, concluiremos haciendo una sincera acción de gracias, por cuantos beneficios va a causar recibir a Nuestro Señor por este medio de la Comunión Espiritual.
Si alguna vez asistimos a la Santa Misa y por desgracia estuviésemos en estado de pecado mortal o tal vez por otra causa grave no pudiésemos comulgar, el formular una Comunión Espiritual hará que aprovechemos algunas de las gracias que hubiésemos obtenido de haber comulgado sacramentalmente; si estamos en pecado mortal -y hasta que podamos confesar- es preferible realizar comuniones espirituales antes que cometer el sacrilegio de ir a comulgar en Misa sin la debida preparación.
La Comunión Espiritual es la manera más rápida de unirnos a Jesús Sacramentado; por eso te animo a que al poco de despertar, después de rezar tus oraciones básicas, continúes arrodillado y así, en presencia de Dios y de Nuestra Santa Madre, te representes por un momento ante el Sagrario: adora a Jesús, Prisionero del Tabernáculo, dale gracias por estar noche y día preso por tu amor y el mío; luego, formula la Comunión Espiritual y toma así el alimento que te sostendrá durante la jornada.
Sería ideal que a partir de hoy te propongas hacer muchas comuniones espirituales a lo largo del día, no sólo por tu propio provecho sino como un acto de amor y reparación al Corazón Eucarístico de Jesús, herido por cuantas almas comulgan fríamente, sin la debida preparación o por aquellas desgraciadas que lo hacen sacrílegamente… tu Comunión Espiritual, por la mañana, y todas las que puedas hacer después, en medio del transcurso de tus obligaciones, procura que sean preparadas, fervorosas y agradecidas; así repararás por otras muchas comuniones mal hechas y por todas aquellas que se han dejado de hacer.
«Si sufrimos penas y disgustos, Él nos alivia y nos consuela. Si caemos enfermos, o bien será nuestro remedio, o bien nos dará fuerzas para sufrir… Si nos hacen la guerra el demonio y las pasiones, nos dará armas para luchar, para resistir y para alcanzar la victoria. Si somos pobres, nos enriquecerá con toda suerte de bienes en el tiempo y en la eternidad». (San Juan María Vianney)
«Cuando no puedo asistir a la Santa Misa, adoro el Cuerpo de Cristo con los ojos del espíritu en la oración, lo mismo que le adoro cuando le veo en la Misa.» (San Francisco de Asís)
Santa Catalina de Siena, durante un éxtasis, vio a Jesús Nuestro Señor con dos cálices, y le dijo: «En este cáliz de oro pongo tus Comuniones Sacramentales y, en éste de plata, tus Comuniones Espirituales. Los dos cálices me son agradables».
Santa Teresa de Jesús enseña que «Cuando no podáis comulgar ni oír Misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de grandísimo provecho».
San Juan María Vianney, el Cura de Ars, predicaba que “Una Comunión Espiritual actúa en el alma como un soplo de viento en una brasa que está a punto de extinguirse. Cada vez que sientas que tu amor por Dios se está enfriando, rápidamente haz una Comunión Espiritual”.
San Antonio María Claret tenía siempre este propósito: «Tendré una capilla fabricada en medio de mi corazón y en ella, día y noche, adoraré a Dios con un culto espiritual».
«A veces, la Comunión Espiritual puede traer las mismas gracias que la sacramental» (Padre Maximiliano Kolbe)
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