En Sokoto, al noreste de Nigeria, conocen bien lo que es la violencia indiscriminada. En los últimos años los ataques a los cristianos se han convertido en una triste realidad casi diaria. Además de la muerte del seminarista Michael Nnadi, otros casos como el de Bolanle Ataga, una madre católica brutalmente asesinada, se suman a esta lista que parece interminable.
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