¿Cómo puede ser que la gloria de Dios se manifieste en la cruz y no en la resurrección? En torno a esta pregunta articuló el Papa Francisco su mensaje previo al rezo del Ángelus este 17 de marzo, V domingo de Cuaresma, citando las mismas palabras de Jesús hablando de su pasión: «Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado«.
Tal y como expresó el Papa, el sentido de este mensaje es que «la gloria, para Dios, no corresponde al éxito, la fama o la popularidad humana».
Para Dios, reiteró, la gloria «no tiene nada de autorreferencial» ni es «una grandiosa manifestación de poder seguida de aplausos del público», sino «amar hasta dar la vida. Glorificarse, para Él, significa darse, hacerse accesible, ofrecer su amor. Y esto sucedió de manera culminante en la Cruz, dándonos vida y perdonando a sus crucificadores.».
Por ello, desde la cruz, a la que Francisco se refirió como la «cátedra de Dios«, el Señor enseña que «la verdadera gloria que nunca se desvanece y nos hace felices» se conforma de «don y perdón«.
Así, cuestionó la forma de pensar en la gloria «como algo que hay que recibir en lugar de dar; como algo que debe poseerse en lugar de ofrecerse: no, la gloria mundana pasa y no deja alegría en el corazón; ni siquiera conduce al bien de todos, sino a la división, a la discordia, a la envidia«.
En su habitual examen de conciencia Francisco invitó a los presentes a preguntarse por su concepto de gloria, si consiste en «impresionar a los demás» o, por el contrario, en el «camino del don y del perdón, de Jesús crucificado«. Antes de concluir, recordó a los presentes que solo «cuando damos y perdonamos, la gloria de Dios brilla dentro de nosotros, ahí mismo: cuando damos y perdonamos».
Concluido el rezo del Ángelus e impartida la bendición, Francisco celebró la reciente liberación de cinco secuestrados en Haití y clamó por la pronta liberación de otros dos religiosos «y todas las personas aún secuestradas en ese querido país».
Tras invitar a los gobernantes y autoridades a «abandonar cualquier interés particular y a comprometerse en la búsqueda del bien común» en Haití, llamó también a mantener las oraciones por los países en guerra, especialmente Ucrania, Palestina e Israel, Sudán o Siria.
Concluyó como es costumbre saludando a fieles y peregrinos, en este domingo en especial a los estudiantes españoles de la red de residencias universitarias «Camplus», a los grupos parroquiales de Madrid, Pescara, Chieti, Locorotondo o a la parroquia de San Giovanni Leonardi en Roma, entre otros.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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