Una noche, mientras rezaba solo, el Padre Pío abrió los ojos y encontró a un anciano de pie frente a él. Confundido, le preguntó: “¿Quién eres? ¿Qué quieres?”
El hombre respondió: “Soy Pietro Di Mauro. Morí en este convento en 1908 y todavía estoy en el purgatorio. Necesito una santa misa para liberarme”.
El Padre Pío prometió rezar por él. Al día siguiente, descubrió registros que confirmaban la muerte del hombre exactamente como se describe.
Esta no fue la única vez que las almas del purgatorio buscaron las oraciones del Padre Pío. Una vez dijo: “Por este camino pasan tantas almas de muertos como de vivos”.
¡Un poderoso recordatorio de la importancia de la oración y la misa para los fieles difuntos!
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