Cuenta la leyenda que en Calatorao, un pequeño pueblo de Zaragoza, se conserva una escultura de Jesucristo que obra milagros y expulsa a los demonios
En Calatorao, pequeño pueblo de Zaragoza, cuenta la leyenda que, una escultura realiza milagros desde hace siglos. Se trata de la impactante imagen del Cristo de Calatorao. Según dicha leyenda, fue realizado por un peregrino que llegó a esta localidad. El caballero se encontraba enfermo, por ello pidió cobijo en el pueblo.
Los vecinos de Calatorao le cuidaron y alimentaron durante días. Por ello se sintió agradecido y prometió realizar una imagen de Cristo crucificado. Como los vecinos le habían dicho que carecían de dicha escultura, el peregrino prometió hacerla en tan solo tres días.
Cuando, tres días después, los vecinos se acercaron a la casa-taller vieron que no estaba el peregrino. Sin embargo, quedaron muy sorprendidos. Cerca de una mesa se encontraba el Cristo de Calatorao. Observaron, admirados, la imagen realizada por el peregrino.
Se preguntaban «¿donde está el peregrino? incluso la comida que le hemos llevado estos días está intacta». Buscaron por toda la casa-taller si había restos de ceras ni pinturas. No lo había ni rastro. Ni siquiera había dejado herramientas aquel hombre tan misterioso. La casa-taller estaba vacía y el peregrino se había evaporado. Llegaron a pensar que la escultura había sido realizada por un ángel.
La escultura se conserva desde 1520 en la iglesia de San Bartolomé de Calatorao. Se trata de una talla realizada con bastante perfección. Realmente, la imagen del Cristo de Calatorao es realmente bella y parece bastante real. Su creador le marcó arterias, venas, tendones, nervios y ligamentos.
Contemplando la sangre de la escultura, da la sensación de que las espinas de la corona atormentan realmente su cabeza. Algunos estudiosos creen la talla puede estar hecha por Gabriel Yoli, escultor francés que vivió en España y, posiblemente, estuvo en contacto con Miguel Ángel Buonarroti.
Al Cristo de Calatorao se le conoce como “El Tostado de Calatorao” y el “Cristo de los endemoniados”. Un libro escrito por el Padre Faci en 1739, «Aragón, Reyno de Christo, y Dote de María Ssma» cuenta que, en cierta ocasión una mujer fue liberada de un maleficio por el Cristo de Calatorao.
Un día, cuenta el Padre Faci, el párroco de la iglesia de Calatorao, Monsen Antonio Pascual, se encontraba limpiando el templo. Se dio cuenta de que una de las Sagradas Espinas del Cristo se ha caido al suelo. El Doctor Falcón, que se encontraba en esos momentos en la iglesia, le propuso guardar ambos un trozo de esa Sagrada Espina.
Poco después, el sacerdote se encontraba en Sos. Varias personas le pidieron que intercediera por una mujer que parecía moribunda. El sacerdote se acercó a la casa y comenzó a rezar por ella. Puso el trozo de la Sagrada Espina y, de repente: “dando un salto, la que parecía ya difunta, se puso en pie, en medio del aposento. Viendo esto el Cura de Sos, conjuró al demonio le dijera ¿qué había en el bolsillo, ó Relicario aplicado? Y dijo con verdad (aunque blasfemando, como demonio) había dentro una Espina de aquel tostado de Calatorao, y otras circunstancias. Llamó tostado al S. Crucifijo, por improperio, porque la S. Imagen es de color oscuro, que lo hace respetable» (tal como debió escribir el Padre Faci en su obra).
Ciertamente, el Cristo de Calatorao no deja indiferente a nadie. No está del todo demostrado que la imagen tenga don curativo. Lo más lógico para un católico es pensar que la verdadera oración debe ser ante el Santísimo Sacramento del Altar. No ante una simple escultura. Sin embargo, se cuenta que, los feligreses, rezando ante la imagen, se sienten aliviados. Incluso algunas personas dicen haber visto salir sangre de las heridas que tiene la escultura. Incluso, según dicen los habitantes de Calatorao, al Cristo de Calatorao le crecen las uñas.
Desde finales del siglo XIX el ferrocarril puso rumbo desde Zaragoza a Calatorao. Desde entonces, y hasta 1950 se fletaban trenes especiales para que los feligreses pudieran llegar a Calatorao. Era una tradición por la que, cada 14 de Septiembre, peregrinaban numerosas mujeres, y algunos hombres, hasta Calatorao pidiendo que el Cristo sacase los demonios de su cuerpo. Miles de personas peregrinaban ante la famosa escultura pidiendo su intercesión.
Uno de los ejemplos de aquellos milagros del Cristo de Calatorao, según el Heraldo de Aragón, se produjo en septiembre de 1919: «al salir de la iglesia una enemigosa cae a nuestro lado, la cual, después de unas raras convulsiones, como si sufriera un ataque de epilepsia, es retirada por varias personas. Al retirarla, la pobre mujer perdió el pañuelo, formándose alrededor de éste un corro, sin que nadie se atreviera a cogerlo. Aquel pañuelo “tenía los enemigos».
Desde 1950 los peregrinos dejaron de visitar Calatorao para postrarse ante aquella imagen de Cristo. Comenzó a quedar en el olvido el Cristo de Calatorao. Tan sólo los vecinos de aquel pueblo se postraban ante la imagen pidiendo intercesión. Sin embargo, desde 2017 comenzó a crecer el número de visitantes a San Bartolomé de Calatorao.
Según el padre Álex, párroco de la localidad, en una entrevista realizada por el Periódico de Aragón: «Desde el día 1 de mayo esto es un río –afirma el padre Álex, párroco de la localidad– hemos encontrado como un resurgir de la fe en la gente que nos visita, aunque no podemos nombrar todos están llegando de puntos tan dispares como las Cuencas Mineras de Asturias, Cádiz, Madrid o Barcelona, Ciudad Real, Bilbao, Tudela, Pamplona, Valencia, Córdoba, Sevilla, Lourdes, de la propia Zaragoza y también ciudadanos sudamericanos que residen en España. En menos de dos meses cerca de 400 personas han pasado por la capilla de nuestro Santo Cristo. Es verdaderamente espectacular la impresión que nuestra imagen está causando a los visitantes, han venido incluso médicos que se han quedado maravillados de la perfección de su acabado, dicen que se puede dar una clase de anatomía».
A día de hoy, siguen llegando nuevos peregrinos hasta Calatorao. Por ello la parroquia de Calatorao tiene habilitados varios números de teléfono para que se pueda visitar el maravilloso Cristo de Calatorao. Dentro de la iglesia hay un libro de visitas donde los visitantes escriben sus peticiones y sentimientos ante la imagen de Cristo.
Fuente:www.cope.es
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