Nunca se descubrió al asesino de Antonietta Longo ni se encontró su cabeza. El cuerpo, apuñalado con saña, apareció a orillas del lago Albano, que baña la localidad pontificia de Castel Gandolfo. La horrible mutilación estaba cubierta por un ejemplar de Il Messaggero del 5 de julio de 1955.
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