No hay posibilidad, por el momento, de que Indi Gregory -la niña de siete meses que padece una rara enfermedad del ADN mitocondrial, que los médicos británicos no tienen intención de tratar- llegue al hospital Bambino Gesù de Roma. El juez del Tribunal Superior Robert Peel dictaminó, una vez más, que es «en el interés superior» de la pequeña que se le retire el soporte vital. En otras palabras, el juez condena a muerta a la niña, pisoteando el derecho de sus padres, algo habitual en las islas británicas.
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