El animalismo, un vector más del Nuevo Orden Mundial masónico que puede dejar atrás los mundos distópicos de algunas novelas, ha recibido un claro impulso por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que ha sentenciado que la prohibición de sacrificar animales sin aturdimiento previo en el marco de ritos religiosos, no contradice el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Es decir, se ponen los derechos de los animales por encima de un derecho humano reconocido mundialmente.
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