La Santa Sede confirmó recientemente que el Papa viajará a Dubái, del 1 al 3 de diciembre de 2023, con motivo de la próxima Conferencia de los Estados Parte a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-28).
Allí Francisco se encontrará con un emirato que acoge cada vez a más cristianos, en su mayoría inmigrantes asiáticos que han llegado al país para trabajar como obreros, empleados de hogar o en el sector servicios. The Pillar analiza el país que se encontrará.
Un país de contrastes
En Dubái, aunque según la agenda publicada del Papa no la visitará, se encuentra una de las parroquias más grandes del mundo. Un auténtico centro de vida para los católicos que llegan a una ciudad árabe cuya población se ha triplicado en los últimos 20 años. Inmigrantes con sus hijos constituyen el 85% de la población del emirato.
Junto al templo hay una gruta dedicada a la Virgen María. Foto: JD Flynn, Pillar Media.
Fundada en 1967 y atendida por capuchinos de origen indio, St. Mary’s es una de las dos iglesias católicas en el emirato de Dubai. La parroquia se encarga de al menos 300.000 feligreses, aunque algunas estimaciones son mucho mayores. Un salvavidas para los inmigrantes católicos, muchos de los cuales viven allí en situaciones adversas y difíciles.
Dubai, la ciudad más grande de los Emiratos Árabes Unidos, es un lugar complejo. Hace apenas 60 años la ciudad no existía: era un puesto costero en la Península Arábiga con una población de menos de 50.000 habitantes. Pero, el petróleo, descubierto en 1966, lo cambió todo. Los emiratíes se hicieron ricos y en Dubái podía ganar dinero cualquiera que supiera equilibrar una contabilidad, colocar una hilera de ladrillos o limpiar un retrete.
Posteriormente, las monarquías independientes del Golfo Pérsico formaron los Emiratos Árabes Unidos, una unión política de conveniencia que permite a siete pequeños estados mantener su soberanía monárquica, al tiempo que se unen para obtener las comodidades que facilitan los negocios con el resto de los países.
Dubai es algo así como el salvaje oeste, una ciudad petrolera en auge, una monarquía islámica absoluta y una ciudad cada vez más cosmopolita. Acoge el edificio más alto del mundo y tiene algunas de las zonas de pobreza más duras del mundo. Dubái también es escenario de graves denuncias de derechos humanos contra los trabajadores inmigrantes de la construcción y del sector doméstico.
Siete misas en inglés diarias
Entre esos trabajadores hay cientos de miles de católicos. Para ellos, St. Mary’s es su auténtico hogar. Los domingos, la parroquia ofrece siete misas en inglés, en las que se llena tanto la iglesia como la plaza de fuera. La parroquia ofrece misas dominicales en swahili, árabe, francés, malayalam, konkani, cingalés, tamil, tagalo, ucraniano y urdu.
Si alguien no es católico de rito latino, la parroquia tiene una comunidad católica oriental siro-malabar que se cuenta por miles. Uno de los sacerdotes apunta que hay unos 10.000 niños en catequesis, 7.000 en inglés y 3.000 en otros idiomas. En Navidad y Pascua no es raro ver a 25.000 fieles en cada misa parroquial.
Dubai es un país musulmán y las conversiones del Islam al cristianismo son un delito. Por tanto, la parroquia disfruta de libertad de culto, pero debe tener cuidado para no aparentar proselitismo. El templo no muestra cruces en el exterior ni ningún otro símbolo religioso.
Tras la misa de 12, los feligreses hacen fila fuera de la iglesia para recibir una barra de pan. Foto: JD Flynn, Pillar Media.
No es raro que la llamada a la oración de una mezquita cercana se escuche en pleno salmo responsorial. En St. Mary’s, los sacerdotes bautizan a cientos de niños cada mes y la parroquia celebra dos grandes bodas, a menudo de una docena de parejas o incluso más. La cola para confesarse puede durar hasta una hora después de misa, hasta que el sacerdote se vea obligado a apagar la luz.
Lo curioso es que hay muy pocos funerales. Todo el mundo quiere volver a casa a morir. Después de la misa de 12, de entre semana, los feligreses hacen fila fuera de la iglesia para recibir una barra de pan. Para algunos es su comida del día y, para otros, es una forma de aceptar la hospitalidad de la parroquia.
La parroquia es uno de los lugares más animados de Dubai y de los menos segregados; a menudo se ve a expatriados de clase alta mezclarse con trabajadores de clase baja, entablando verdaderas amistades que trascienden las barreras sociales.
Aquí puedes ver las instalaciones de la parroquia.
Pegado al templo principal se encuentra la capilla de adoración, llamada «Belén, la casa del pan». Allí se pide a los fieles que se quiten los zapatos antes de entrar y estos se sientan en el suelo para orar o se arrodillan ante el Santísimo Sacramento. Fuera de la capilla hay también una gruta para encender velas con una gran estatua de la Virgen María.
Los fieles rezan en la capilla de «Belén, la casa del pan». Foto: JD Flynn, Pillar Media.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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