El 8 de diciembre cayó el régimen de Bashar al Asad en Siria. Tras catorce años de guerra civil, una alianza de fuerzas islamistas se hizo con el poder, incluyendo milicias antiguamente afiliadas a Al-Qaeda. Los cristianos miraban con preocupación la llegada de la Navidad, pero las actuales autoridades «interinas» anunciaron el martes 24 de diciembre que el miércoles 25 y el jueves 26 de diciembre de al menos este año serán «festivos públicos» en todo el país con motivo de la Navidad.
Así lo anunció la oficina del primer ministro transitorio, Mohamed al Bashir, que ordenó a través de las redes sociales a los ministerios y organismos públicos a que autoricen que los funcionarios (de cualquier religión) puedan disfrutar de sus vacaciones.
En la vecina Irak, desde 2018 el día de Navidad, 25 de diciembre, es festivo no laborable para todos los habitantes del país. También lo es en la vecina Jordania, donde los cristianos llegaron a un acuerdo en 1975: todos celebrarían Navidad el 25 de diciembre, según el calendario gregoriano, y celebrarían todos (católicos, ortodoxos, siríacos, etc…) la Pascua según el calendario juliano (el greco-ortodoxo).
Navidad especial en Siria: incidentes menores
Hace unos días, unos enmascarados incendiaron un árbol de Navidad en la localidad siria de Suqailabiyá, pueblo de mayoría cristiana en la provincia de Hama. El vídeo de la agresión se difundió por redes y los cristianos de todo el país protestaron y pidieron protección a las autoridades.
El Gobierno intentó tranquilizar a la población asegurando que los responsables serían castigados y poco después se anunciaron los dos días festivos navideños, lo que se ha interpretado como un signo de respeto a las minorías.
Bahjat Karakach, el superior de los franciscanos en Alepo y párroco de los católicos de rito latino en esa ciudad, la segunda mayor del país, constata que durante la Navidad las fuerzas de seguridad se han hecho presentes en gran cantidad en los barrios cristianos para mantener su seguridad.
No ha habido ataques a iglesias. También detalla que los que atacaron el árbol no eran sirios, y que «jóvenes musulmanes ayudaron a reparar los daños causados en el árbol de Navidad».
Pero otras fuentes, como este vídeo de la Agencia Efe, constatan que en los barrios cristianos se han vendido pocos abetos y adornos y se han evitado los festejos en espacios públicos, centrándose en hogares e iglesias.
De monje secuestrado a arzobispo esperanzado
En VaticanNews ha expresado sus esperanzas el arzobispo Yacoub (Jacques, Jacobo) Murad. Solo es obispo desde 2023, pastorea unos 12.000 sirocatólicos en una docena de parroquias católicas de rito siríaco, desde su sede en Homs, la tercera mayor ciudad del país.
En 2015, cuando era monje-párroco en el monasterio de Elian, fue secuestrado por activistas de Estado Islámico durante cinco meses (lea su testimonio: «Azotes, cuchillo y amenaza«. Sabe de primera mano lo que es sentirse inerme en manos de tipos peligrosos armados hasta los dientes. Y buena parte del país siente eso… pero mezclado con esperanza.
«En Siria, todas las iglesias celebran la Navidad este año de una manera muy especial, nueva. La alegría se nota en las decoraciones, en la intensidad de las oraciones, en la preparación de las celebraciones», constata. «Como Iglesia católica, tenemos el deber de animar a la gente a vivir plenamente la Navidad, porque se vislumbra un nuevo renacimiento para Siria. Sin embargo, no será fácil».
La pobreza absoluta golpea hoy a los sirios, y el arzobispo Murad, como casi todos los clérigos del país durante años, pide directamente que se levante ya el embargo internacional, que daña a la población civil, no a los jefes militares.
Murad señala que los obispos cuentan ahora con un comité que les enlaza con el nuevo gobierno. En este comité empiezan a escribir borradores informales que propondrán para una futura constitución: «La idea dominante, en el gobierno actual, es que la Carta Fundamental debe ser musulmana, inspirada en la sharía, pero muchas personas de todas las comunidades étnicas, como los kurdos o los drusos, no lo aceptan. Y por eso intentamos intervenir con el diálogo para construir un Estado laico [no confesional]».
Desde 2011, inicio de la guerra civil, más o menos sólo una cuarta parte de los cristianos han permanecido en Siria, los demás se han dispersado no sólo en Oriente Medio, sino también en Europa, Canadá, Estados Unidos, Australia. Es difícil que ellos vuelvan, pero el arzobispo querría que los que «están cerca, en Líbano, en Irak, en Turquía, puedan volver a abrazarnos: sería un estallido de esperanza no sólo para toda nuestra comunidad cristiana, sino también para todo el país».
Divina liturgia de Navidad de 2024 en la catedral greco-ortodoxa de Damasco (a medida que avanza la misa se va llenando el templo):
El testimonio e informe navideño del padre Bahjat Karakach
Bahjat Karakach es el superior de los franciscanos y párroco de los católicos de rito latino en la ciudad de Alepo. Pasada la Navidad, escribe su experiencia y sus anhelos en la agencia misionera AsiaNews.
Lo que acabamos de pasar ha sido una Navidad muy peculiar, como bien pueden imaginar. Entre las garantías de las nuevas autoridades de que los cristianos podemos seguir practicando nuestras costumbres, y algunas acciones claramente anticristianas que tuvieron lugar aquí y allá, cuyas noticias corrieron como la pólvora en las redes sociales, los cristianos sirios celebramos la fiesta.
El panorama en Siria sigue siendo desigual: aquí, en Alepo, la única variable era la anticipación de los horarios de misa, para que la gente pudiera volver a casa no demasiado tarde, ya que la noche podía ser cada vez más peligrosa. Sobre todo cuando no hay electricidad y las calles se vacían, hundiéndose en la oscuridad y el silencio.
Durante nuestras celebraciones, las iglesias estaban abarrotadas de fieles, como todos los años, mientras una presencia masiva de agentes de seguridad y hombres armados protegía nuestros barrios.
Fue una buena señal de la voluntad de las autoridades civiles de velar por la seguridad, y gracias a Dios no se registró ningún incidente.
El nuevo gobierno confirmó la fiesta nacional del 25 de diciembre -al menos por este año- ¡sin indicar el motivo! En las cadenas de televisión nacionales no vi ningún signo de festividad, como solía ocurrir antes.
Se produjeron algunos incidentes desagradables en otras ciudades: en Skelbiye (ciudad de mayoría cristiana ortodoxa), donde se había instalado un árbol de Navidad, unos jóvenes fanáticos -de nacionalidad no siria- prendieron fuego al árbol. Esto provocó la ira de los ciudadanos. En Damasco, hubo una manifestación de cristianos enfurecidos que, dirigiéndose al Patriarca ortodoxo griego, pidieron su intervención en favor del pueblo, no sólo en referencia a lo ocurrido en Skelbiye, sino también por las noticias procedentes de Maaloula -el famoso pueblo que aún habla arameo-, donde se denuncian actos anticristianos y amenazas de venganza.
Sin embargo, estos inquietantes actos no sólo nos conciernen a los cristianos; de hecho, el 25 de diciembre, en la ciudad costera de Tartus, se produjo un atentado contra las fuerzas del orden, en el que perdieron la vida 14 personas; mientras que en Homs, estalló una pelea entre dos grupos de manifestantes, cuya causa era supuestamente de carácter confesional.
Mientras tanto, a medida que el país avanza hacia un verdadero renacimiento, se teme la intrusión de las fuerzas interesadas en desestabilizar Siria, aunque hasta ahora no faltan signos positivos para frenar estas tendencias.
El gobierno provisional mantiene un firme discurso tolerante hacia todos los sirios y promete proteger todos los lugares sagrados, pertenezcan a la comunidad religiosa que pertenezcan.
Otro paso importante hacia la paz fue la decisión de la mayoría de las milicias armadas de disolverse y pasar a formar parte de un ejército único bajo la dirección del Ministerio de Defensa. Los sirios esperan que las milicias kurdas del noreste también lleguen a un acuerdo con el gobierno de Damasco, y así reunificar todo el territorio.
Durante la homilía de la misa de Nochebuena, traté de animar a los fieles a tener una actitud de esperanza en este nuevo Año Jubilar y, por tanto, a mirar y difundir las buenas noticias, esos signos, aunque frágiles, de la gracia de Dios que actúa en nosotros.
Jóvenes musulmanes ayudaron a reparar los daños causados en el árbol de Navidad de Skelbiye y en una iglesia de Hama; otros nos echaron una mano para montar nuestro belén en Alepo, y un señor, también musulmán, donó flores para decorar el altar en estos días festivos.
Otro signo fuerte será la misa del 1 de enero, Día Mundial de la Paz, que nuestro obispo Hanna Jallouf presidirá en la iglesia parroquial de Knaye, pueblo del que es párroco desde hace más de 20 años. Ese pueblo fue, junto con Yaqubiye, un símbolo de la «resistencia» pacífica de los cristianos, que preservaron su fe y el apego a su tierra durante los oscuros años de la feroz persecución. Hoy, esta aldea será el símbolo de un nuevo comienzo, en el signo de la paz. […] Feliz Navidad a todos y ¡bendito Año de la Esperanza!
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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