Queridos lectores, en el artículo anterior contemplábamos la gran importancia de los Novísimos: Juicio, Cielo, Purgatorio, Infierno. En esta ocasión, es para mí una gran alegría referirme a la Virgen, Nuestra Señora. Y deseo hacerlo exponiendo el que es el mayor interés y al tiempo, como digo en el título del post, la mayor preocupación de Nuestra Madre del Cielo, que tiene todo que ver, precisamente, con los Novísimos. Sé bien cuál es dicha preocupación, porque Ella misma lo ha expuesto, muchas veces, en sus apariciones. Apariciones que, muy significativamente, se han intensificado en los últimos dos – tres siglos, como bien ha apuntado, en más de una ocasión, el catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá de Henares, D. Javier Paredes, gran experto en las apariciones de Nuestra Señora.
La mayor preocupación de la Santísima Virgen, como no podía ser menos, coincide plenamente con el mayor interés de Nuestro Señor Jesucristo y por el cual derramó Su Sangre y dio Su Vida en la Cruz: La salvación de nuestras almas; o, dicho de otro modo, nuestro máximo bien, que no es otro que llegar a la plena unión con Dios, en el Cielo. Y esa preocupación de la Virgen es muy real. Resulta muy impactante, en este sentido, la imagen de Nuestra Señora de La Salette (la que ven ustedes al principio de este artículo), que oculta su rostro entre lágrimas de sufrimiento y zozobra Sus apariciones tuvieron lugar el día 19 de septiembre de 1846.
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