Queridos lectores, deseo hoy abordar un asunto que me parece absolutamente crucial en la época que estamos atravesando en Occidente, por cuanto en ella, debido a la descristianización brutal que sufren países antaño felizmente cristianos, se ha perdido, en buena medida, el sentido de la auténtica dignidad del ser humano. Dicha descristianización ha venido, fundamentalmente, de la mano de una legislación absolutamente impía y enemiga del ser humano y de la institución de la familia, acompañada de enormes cantidades de propaganda en el mismo sentido y de una perversión de la educación de los menores que clama al Cielo.
Es momento de recodar, pues, la advertencia que la Santísima Virgen nos hizo llegar a través de Santa Jacinta de Fátima (uno de los tres pastorcitos que vieron a Nuestra Señora en la Cova de Iría): Los pecados que llevan más almas al Infierno son los de la carne. El mensaje de Nuestra Madre del Cielo, desde luego, no puede ser más claro. Los pecados de la carne conllevan, por tanto, un inmenso peligro para el ser humano (nótese que, una vez más, me refiero al ser humano en general, no solo a los católicos). Y esta clase de pecados son, precisamente, de los más espantosamente fomentados en nuestra época. Como pueden ver ustedes, Satanás no es idiota y sus huestes en la Tierra, tampoco (desde la óptica del avance del mal, al menos).
More Stories
Guerra Campos, la intuición del obispo que avisó sobre el relativismo
171 líderes religiosos de Ohio instan a sus fieles a votar no a la «perversa y diabólica» enmienda sobre el aborto
Qué pasa en la Iglesia. Nº 69