El Papa ofició este pasado dos de noviembre una misa en el cementerio Laurentino de Roma, en conmemoración del Día de los Difuntos. Su primera parada fue el «Jardín de los Ángeles», una pequeña sección dedicada a los niños que fallecieron antes de nacer.
Francisco recorrió en silencio las lápidas adornadas con juguetes y ángeles, mientras rezaba en silencio. Allí fue recibido por el padre de uno de los niños, Stefano, quien compartió un momento de dolor y esperanza con el Papa.
Centenares de fieles
A las diez de la mañana arrancó la misa al aire libre que se celebró en un estrado delante de la capilla del camposanto. Francisco estuvo acompañado por centenares de fieles, además del alcalde de Roma, Roberto Gualteri.
El Papa fue recibido por el padre de uno de los niños, Stefano, quien compartió un momento de dolor y esperanza (foto: Vatican Media).
El Papa decidió no dar una homilía, pero sí una meditación silenciosa, reflexionando sobre la fragilidad y brevedad de la vida terrenal. El Papa Francisco dirigió unas palabras personales a cada visitante, deteniéndose para bendecir al hijo no nacido de una joven madre.
Puedes ver aquí completa la misa en el cementerio de Roma.
En la Misa, el Papa dirigió una oración reflexiva, pidiendo el consuelo de Dios para quienes luchan con la pérdida y sabiduría para ver la muerte como una transición en lugar de un final. Cuando la celebración concluyó con la recitación de la oración del «Descanso eterno», se levantó un respetuoso aplauso de la multitud.
PUBLICADO ANTES EN «RELIGIÓN EN LIBERTAD»
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